Teólogo y sociólogo, el jesuita David Fernández Dávalos es hoy rector de la Universidad Iberoamericana, pero ante todo es un hombre alegre. No necesita carcajearse para demostrarlo. Hay que ver cómo le brilla la mirada mientras habla, lo mismo sobre qué significa realmente poner la otra mejilla, que sobre los santos modernos o por qué el ron es mejor que el vino de consagrar.

¿Reza por los normalistas de Ayotzinapa?
Los tengo presentes y a sus familias. Rezo para que no nos cansemos y que sigamos siendo solidarios. Rezo por que los familiares tengan entereza y paz en el alma, independientemente de lo que ocurra.
¿Reza para que aparezcan?
No será Dios quien los encuentre. Nosotros tenemos que hacer que se esclarezca; Dios debe darnos fuerza.
  Seis meses y siguen las manifestaciones…
Es importante que nos sigan recordando que hay una tarea pendiente: esclarecer el caso, juzgar y castigar a los responsables.
¿Cómo se puede lograr la reconciliación social?
No puede haber reconciliación si no hay justicia antes.
¿Tiene usted fe en que habrá justicia?
Espero que sí. Para eso el país se ha dotado de instrumentos internacionales de derechos humanos, para eso se hizo una reforma constitucional, para eso se abren las puertas a Naciones Unidas y a la Comisión Interamericana.
¿Cómo puede seguir creyendo en Dios?
  Porque creo que Dios no es el titiritero que determina lo que ocurre en el mundo, sino que padece la realidad con los seres humanos que sufren. Encuentro a Dios con los más pobres, con los excluidos.
¿Cuál es ese Dios?
Es el Dios crucificado. El que reclama que lo bajemos de la cruz. No es el factótum que determina todo lo que ocurre.
Entonces, usted no cree en ese Dios que está sentado en una nube.
Creo en el Dios de Jesús: en aquel que se despojó de todo poder y que acabó sufriendo y padeciendo la injusticia.
¿Están los días como para tener fe?
Sí, porque la fe nos sostiene para transformar la realidad y hacerla más humana… más como Dios manda.
¿Y cómo lo manda Dios?
Que seamos hombres y mujeres, hermanos y hermanas, corresponsables de la creación, de la naturaleza y de los demás.
¿Hasta cuándo se debe seguir poniendo la otra mejilla?
Cuando a Jesús le pegan en el juicio, él dice: “¿por qué me pegaste?”. No pone la otra mejilla. Poner la otra mejilla no es resignarse, sino reclamar justicia.
¿Quién le enseñó a no quedarse callado?
No lo sé. Entré en la Compañía de Jesús para servir a la fe y promover la justicia. Si no lo hago, no tiene sentido que esté aquí. Para eso dejé familia, no tengo ingresos personales…
¿Ha valido la pena?
Sí, por supuesto. En lo personal, me ha dotado de sentido, de esperanza, de optimismo para una realidad que parece que expulsa estos sentimientos. Y para los demás, se ha dado testimonio de que es posible otro modo de ser Iglesia, no de superioridad sino de servicio.
¿Es posible eso en el país de los norbertos y los onésimos?
La tarea pastoral de los obispos es muy difícil. No quiero descalificar a Norberto ni a Onésimo. Lo que digo es que, junto con ellos, también hay otros como Raúl Vera, el padre Solalinde o el padre Concha, que dan y viven su vocación de otra manera.
Usted debe ser como el diablo para algunos obispos.
¡Ya no! En otro tiempo puede que lo haya sido para algunos.
¿Por qué tardó tanto tiempo en ordenarse?
Porque tenía participación en algunos movimientos sociales en ese momento y fui cuestionado.
¿No lo dejaban ser sacerdote?
Cuestionaban que tuviera el perfil. La discusión duró unos dos años y se resolvió.
¿Tuvo contacto con grupos subversivos?
No, ninguno.
¿Por qué le achacan haber reclutado guerrilleros en los años 80?
Lo dice una página, una sola, de católicos fundamentalistas. Es una mentira. Lo vinculan con mi trabajo con los niños de la calle (en Xalapa). Puede ser que los haya irritado mi modo de ser. No se por qué lo inventaron.
¿Guadalupano, jesuita y de izquierda?
Soy de una izquierda liberal, no ortodoxa, cuadrada, ni autoritaria. Soy demócrata. No doy el perfil, tampoco, de izquierda chavista.
¿No siente que a veces pregona en el desierto?
A veces, sí, experimento la dureza de lo real: el sistema neoliberal y tecnocrático es muy refractario a un discurso humanista, de compromiso social, de transformación en favor de la gente.
¿Se nos ha endurecido el corazón?
Se nos ha hecho insensible. El mercado, la religión del éxito por encima de los demás, todo eso nos ha endurecido el corazón.
Contrasta mucho lo que dice como rector con lo que se ve en los pasillos de la Ibero.
Yo no aspiro a que quienes lleguen a la universidad lo hagan ya con una visión social o humanista; a lo que aspiro es a que, con su paso por nuestras aulas, a ese alumno le vaya cambiando la mirada y le vaya cambiando el corazón.
¿Cuál es nuestro pecado como mexicanos?
¡Uy! Son cinco: el primero, la normalización de las diferencias de clase. Ya a nadie le espanta que cuatro quintas partes del país estén en pobreza, la mitad en pobreza absoluta y que, al mismo tiempo, tengamos al hombre más rico del mundo o un consumo de lujo espantoso.
El segundo…
El racismo que va pegado con el clasismo. Tratamos a la gente de diversa manera, según su modo de hablar español, su color de piel.
El tercero…
La disparidad de género: hay una misoginia muy extendida. La violencia de genero es un problema importante.
El cuarto pecado…
El no respeto a la legalidad y la ley. Desde las clases más pudientes hasta los sectores más pobres miran a la ley, si acaso, como una aspiración a la que hay que llegar, pero en general la subordinan a sus propios intereses.
Y el quinto…
El Estado tiene una cultura corporativa que no oye las voces individuales. Para que seas escuchado en este país, tienes que echarte a la calle, organizar manifestaciones…
¿El gobierno que tenemos es nuestra penitencia?
No, porque, si bien hemos contribuido, los sectores más anquilosados lo han reafirmado, a veces, en contra de la voluntad de la ciudadanía.
Usted ha dicho que su libro favorito es La Biblia, pero por obligación profesional, ¿qué libro tiene en su buró?
Siempre tengo una novela. Y algún ensayo, siempre.
¿Alguna vez se ha enamorado?
Sí, claro.
¿Y qué pasó?
Cuando más me enamoré, yo decía: si es motivo de alegría en todo el ser humano cuando se enamora y descubre a una persona que ama, ¿por qué los religiosos tendríamos que vivirlo con dolor y arrepentimiento si es un regalo de Dios?
¿Y cómo se responde eso?
Es incorrecto vivirlo con tristeza y pesadumbre.
Algún día cambiará…
Tiene que cambiar el celibato obligatorio para los sacerdotes. Siempre habrá opción por la castidad consagrada para quienes optamos por no tener una familia, una pareja, por vivir a la buena de Dios, literalmente.
Sé que le gusta el ron. ¿Dónde aprendió a tomar cubas?
A mi padre le gustaban.
Es mejor que el vino de consagrar.
¡Por supuesto! El vino de consagrar da dolor de cabeza por ser tan dulce. Necesita uno litros y litros para poder entonarse.
¿Quiénes son los santos hoy en día?
Gente que está dando un servicio, callado, sincero, honesto y necesario a quienes más lo necesitan.
Padre, ¿cuál es su cruz?
Las mías tienen rueditas. Son muy ligeras de empujar. Jajaja.

Ante las peticiones en redes sociales, le abrió las puertas de Radio Ibero a Carmen Aristegui, aunque reconoció que la estación carece de la capacidad de transmisión y de comercialización que requiere la periodista.
Fue rector del ITESO de Guadalajara y de la Universidad Iberoamericana de Puebla.
En 1994, se convirtió en director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. Dos años después, ganó el Premio Human Rights Watch.
Fundó el Movimiento de Apoyo a Niños Trabajadores y de la Calle (MATRACA).
Fue director de Radio Huayacocotla, “La voz de los Campesinos”.

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