La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) exhibió las prácticas de autogobierno, cobros y privilegios que predominan en reclusorios femeniles.
En el Informe Especial sobre las Mujeres Privadas de la Libertad en los Centros de Reclusión de la República Mexicana advierte que en por lo menos 38 prisiones las internas ejercen control sobre otras en cuanto a la elaboración y distribución del alimento, la organización de actividades laborales, educativas o deportivas, asignación de estancias y acceso al servicio médico, entre otros aspectos.
Incluso, señala, el dominio sobre las internas proviene de grupos delictivos varoniles, como en el Centro de Reclusión Topo Chico en Monterrey, Nuevo León.
“Dos internas realizan cobros por el uso de teléfono, ingreso de visita familiar, alimentos, protección, asignación de estancia, no cumplir una sanción y no realizar labores de limpieza. Se observaron celdas ocupadas por una interna las cuales cuentan con pantallas planas, aire acondicionado, microondas y frigobares así como baño privado”, expone la CNDH al relatar las irregularidades detectadas en dicho lugar.
“Las internas que ejercen el autogobierno son controladas por un grupo de reclusos del área varonil. Durante la aplicación de encuestas y en el recorrido, dichas reclusas estuvieron pendiente de lo que contestaban las internas”, indica.
El documento refiere que la falta de vigilancia en las cárceles femeninas contribuye a que las reclusas asuman funciones de autoridad, como tener acceso a las llaves de las celdas, y realicen actividades ilícitas para permitir privilegios y tratos especiales.
Por ejemplo, explica que en el Centro de Ejecución de las Consecuencias Jurídicas del Delito de Culiacán, Sinaloa, hay una interna denominada “Alcaide” que ejerce el control sobre el resto de la población; algunas reclusas poseen mascotas y artículos que no están permitidos entre ellos el uso de celulares.
Además, el 70% de las celdas cuenta con cocineta, televisores de plasma y sistema de televisión satelital, muebles, refrigeradores, baño con cancel y paredes de azulejo.
Celdas equipadas también fueron ubicadas por personal de la CNDH en cárceles como las de Chilpancingo y Acapulco, Guerrero.
Igualmente, las internas del Centro de Readaptación Social Santa Marta Acatitla ubicado en el Distrito Federal, también poseen los candados para cerrar las estancias y un grupo de reclusas controlan las actividades de limpieza o ingreso de visita familiar y la seguridad.

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