Tener diabetes no implica que quien la padece deba olvidarse de consumir pasteles o tamales. Basta con ser un paciente controlado y modificar la dosis en los medicamentos para esas ocasiones especiales, señala el doctor Marco Antonio Villalvazo Molho, quien imparte el diplomado en formación de educadores en diabetes en la Federación Mexicana de esta enfermedad.
“No es pecado ir a una fiesta y consumir alimentos que podría pensarse que son prohibidos, como pastel, chilaquiles o tamales”, indica. Pero también expone que para disfrutar de ese beneficio deben seguirse ciertas reglas, entre ellas ser un paciente que tiene niveles de glucosa óptimos, conocer cuántos carbohidratos contiene el alimento que planea comer, medir su nivel de azúcar en sangre, antes y después de ingerirlo, y saber qué cantidad de medicamento deberá aumentar para estabilizarse.
Villalvazo Molho advierte que aumentar las dosis en insulina o pastillas, como metformina o glibenclamida, implica un riesgo si no se tiene el aval del médico correspondiente. Por ejemplo, un paciente que después del desayuno debe aplicarse 20 unidades de insulina y decide incluir esa mañana un pastel de chocolate sin consultar a su médico, y en vez de ello se aplica 40 para “reparar el daño”, puede provocarse una baja en el nivel de azúcar (hipoglucemia) que lo puede mandar al hospital y hasta causarle amenazas a su vida.
El uso adecuado de esta herramienta se hace de la mano del médico especialista después de hacer varias pruebas para determinar cómo reacciona el cuerpo ante determinados alimentos en diferentes momentos del día. No es un proceso que se dé en un día, detalla el entrevistado.
“Es importante decir que no es lo mismo padecer diabetes tipo I donde el afectado debe inyectarse tres veces al día y medir sus niveles de glucosa hasta siete ocasiones, que tener diabetes tipo II y controlarse con pastillas, ejercicio y alimentación. Por ello el ajuste de medicamentos para las ocasiones donde se comerán alimentos procesados, grasosos o azucarados debe ser personalizado”, aconseja Villalvazo Molho.
A pregunta expresa de cuántas veces un paciente con diabetes puede ingerir alimentos altos en calorías, como pasteles, chocolates o chilaquiles, y subir la dosis de medicamentos sin afectar su salud, Villalvazo Molho recomienda comer por placer y no a causa de la compulsión. Cuando un paciente tiene buen control de lo que se lleva a la boca, hace ejercicio y maneja niveles normales en la glucosa, su cuerpo no le pedirá más.  Pero tampoco puede decidir cuándo rompe con la dieta alimentaria y aumenta la medicación sin el aval médico, sustenta.
El educador aconseja medirse los niveles de azúcar en varios momentos del día y anotarlos. Por ejemplo, realizar pruebas en ayunas y dos horas después de haber empezado a comer; eventualmente puede hacerlo a las tres de la mañana. Este monitoreo será de apoyo para el médico a la hora de ajustar un medicamento. Sólo el especialista podrá determinar qué resultados se espera obtener con cada paciente.
La diabetes ya no se trata como hace 20 o 30 años, pues educar integralmente a médicos y pacientes ayuda a que la enfermedad no sea vista como una eterna prohibición, concluye.

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