El factor sorpresa en los rascacielos de apartamentos de Miami ya no procede de las impactantes vistas sobre el océano Atlántico.
Hoy en día hace falta algo más audaz para vender una propiedad en primera línea de playa a los millonarios de todo el mundo que llegan a Miami con dinero para invertir en segundas o terceras residencias. Hacen falta palabras con significado en el lenguaje de la clase alta internacional:
Porsche. Giorgio Armani. Fendi.
Con gran cantidad de promociones residenciales y hoteleras, Miami se está adoptando a la idea de que las viviendas, como coches, bolsos y joyas, deberían llevar marcas de lujo. La tendencia se ha extendido desde Europa, Asia y Oriente Medio, donde los constructores descubrieron hace años que los hoteles y viviendas de marcas de lujo podían proporcionarles importantes primas que los adinerados pagan encantados.
Después transformar Nueva York y Londres, los ricos buscan cada vez más nuevos refugios. Miami atrae a argentinos, brasileños, chinos, rusos y franceses, algunos de ellos buscando escapar de la inestabilidad política y los elevados impuestos de sus países. Las compras van más allá de la llamada del logo: Ser propietario de un activo en dólares puede proteger sus fortunas de las fluctuaciones en el valor de euros, pesos y rublos.
El interés es tan grande que la Porsche Design Tower del promotor Gil Dezer está prácticamente vendida, aunque no terminará de construirse hasta 2016, lo que supone que la mayoría de los clientes comprometieron sus millones en base a planos.
La torre de concreto y cristal diseñada por Porsche, con forma de pistón enterrado en la arena, tendrá tres elevadores para autos. Cada uno puede trasladar un convertible hasta una altura de 60 pisos y luego meterlo en el garaje privado reforzado con acero del propietario. (El dueño puede permanecer en el asiento del conductor) Dentro de los apartamentos, las ventanas curvas ofrecen una vista de las olas y su paleta cromática desde el azul medianoche al verde ya a lo largo de la orilla.
“Lo que estamos vendiendo es lujo”, dijo Dezer. “Los compradores ya conocen la marca. Les gusta el estilo, les gusta el aspecto y por eso se sienten cómodos comprándolo”.
Dezer también está haciendo reservas para apartamento en la Armani Casa. The Chateau Group está construyendo el Fendi Chateau (un castillo que recibe su nombre de la casa de moda italiana) a unos pasos de las boutiques de Chanel, Gucci y Tiffany. Cerca está el distrito Faena, un centro cultural con apartamentos y hotel impulsado por el hostelero y diseñador de moda argentino Alan Faena.
Su aparición ha generado miles de puestos de trabajo para obreros cualificados. Pero también han amurallado la costa de Miami tras un arsenal de rascacielos que han aislado las viviendas de la clase media y baja. Muchos han tenido que comprar cada vez más lejos tierra adentro, dijo Aaron Drucker, un agente de gestión de la inmobiliaria Redfin.
“Los locales no forman parte de realmente de esta fiesta”, dijo Drucker.
La demanda de compradores europeos y sudamericanos provocó que los precios de las mejores viviendas en torno a Miami Beach creciesen un 66% en el último año hasta 6,3 millones de dólares, según Redfin. Esto se compara con un es aumento del 5% en el precio de los bienes de lujo en el país.
Los constructores disfrutan de un creciente campo de personas adineradas a las que conquistar. Unos 173.000 individuos de todo el mundo tienen más de 30 millones de dólares, según un informe de la consultora inmobiliaria Knight-Frank con sede en Londres. Sus números prevés un aumento del 34% en este campo en la próxima década.
Cuando inició el proyecto de la Porsche Design Tower, Dezer identificó y envió paquetes a 1.500 personas con querencia por el constructor de autos alemán. Su iniciativa le proporcionó 62 ventas.
Más del 90% de los 132 apartamentos están vendidos. Los precios van desde 4 millones de dólares a los más de 30 que se pidieron por los áticos. Los propietarios se comprometieron a abonar el 50% del precio en cuotas durante la construcción — básicamente financiaron la construcción con condiciones más generosas que las de algunos bancos.
La simple idea del elevador de autos fue suficiente para convencer a Juan Pablo Verdiquio para comprar en ese edificio.
“Le di un voto de confianza”, dijo Verdiquio, que se mudó a Miami desde Argentina hace unos años e inició un negocio de construcción.
Para Verdiquio, que conduce un Porsche 911 4S, la torre era una unión perfecta por lo que compró un departamento.
Entonces Dezer le mostró los planos del edificio de Armani, con precios desde 1,5 millones de dólares, y se hizo con otro allí también.
Dezer presenta además Miami como una ganga. De media un apartamento en Miami Beach se vende por unos 760 dólares el pie cuadrado, más barato que la mayoría de ciudades internacionales, según Christie’s International.
Estas propiedades también pueden proteger a sus compradores de la depreciación de monedas extranjeras frente al dólar.
Un ruso que compró una vivienda de un millón de dólares el año pasado en Miami habría gastado el equivalente a 34 millones de rublos. Con la caída experimentada desde entonces por la moneda, su vivienda valdría ahora unos 60 millones de rublos.
“La gente ve estos apartamentos como cuentas en bancos”, dijo Dezer.