Tras triunfar en la última batalla de la Revolución, el general Álvaro Obregón regresó acompañado del primer jefe Venustiano Carranza y ofreció un discurso desde el balcón ubicado en la esquina que hacen los andadores Colunga y Corregidora en el centro de Celaya.
Así lo narró el historiador Rafael Soldara: “Cuando perdió el brazo en Santa Ana del Conde hubo un periodo de recuperación y no continuó el ejército Constitucionalista persiguiendo a Villa. Obregón se quedó en una etapa de recuperación de la pérdida del brazo”.
“Fue el 6 de enero de 1916 que visitó Celaya con el primer jefe Venustiano Carranza. Esta visita es la antesala del momento en el cual el enfrentamiento armado conocido como las batallas de Celaya tomó una connotación de carácter cívico en la historia nacional y se capitalizó con la configuración de los partidos políticos”.
“Ese día cuando llegaron a Celaya arribaron por la estación del ferrocarril, a pie llegaron al centro de Celaya, se vinieron precisamente por la calle Álvaro Obregón, de ahí viene el nombre y les hicieron varios arcos triunfales”.
“La comitiva se dirigió desde la casa de doña Emeteria Valencia y Eusebio González en el balcón central y el general obregón se dirigió desde el otro balcón. En este lugar estuvo el despacho del licenciado Enrique Colunga originario de Coahuila, quién había estudiado en el Colegio del Estado de Guanajuato y a la postre convirtió secretario de gobernación del general Álvaro Obregón”.
Obregón visitó de manera oficial Celaya en 2 ocasiones más: en 1920 y 1927. Pero se sabe que le gustaba venir mucho de manera informal a visitar a sus amigos, a comidas en el Molino del Carmen y a recorrer el centro.
“Enfrente de lo que conocemos como el Cañonazo había una banca donde le gustaba descansar, también había una barbería en donde le gustaba asearse”.
Soldara Luna concluyó que el Gobierno Federal no ha querido abordar la Revolución Mexicana con la crueldad y agudeza que fue.
Él concluye: “Fue una guerra civil intestina, tremenda. Hay fotografías donde se aprecian campos de batalla sembrados de cadáveres, se ve el llano completamente lleno de cadáveres”.
Peleó su abuelo en Batallas
Con una fija mirada, pistola fajada y de carácter fuerte recuerda el señor Aurelio Nieto a su abuelo, Juan Nieto quien participó en las Batallas de Celaya.
A sus 54 años, Aurelio Nieto no olvida las anécdotas que contaba su abuela, en el panteón, ubicado en aquellos años en la esquina de las calles Jiménez y Abasolo, en el Barrio de Tierras Negras.
“En aquel panteón vivieron mis abuelos. Hay personas que en la actualidad recuerda a mi abuelo como un hombre de pocas palabras y de mucho valor, que no dejaba para nada su pistola. Mi abuela me contó que acompañó a Francisco Villa cuando estuvieron las batallas” dijo.
A decir del señor Nieto su abuela, Guadalupe Guerra contaba que cuando llegaron los “Villistas” su esposo ya formaba parte de este ejercito del cual nunca desistió hasta su muerte, aunque tuvo que huir y esconderse en varias ocasiones.
“Cuando el General Álvaro Obregón perseguía a mi abuelo y amigos se escondieron con sus familias por mucho tiempo en el panteón adentro de las tumbas para que los encontraron porque los iban a matar. No se podía decir que eras “villista” en estos territorios” agregó.
Con la foto entre sus manos, donde aparecen su abuelo y hermanas;Aurelio no deja de contar y emocionarse que en esas épocas algunas mujeres cargaban su pistola para defender a los suyos como la hermana de su abuelo, Luisa Nieto.
“Mi abuela decía que hasta las hermanas eran fuertes y no se dejaban de nadie. A mi abuelo ene l barrio era conocido porque sacaba la pistola y sin preguntar disparaba, yo creó por tanto persecución que sufrió” dijo.
En el panteón donde vivían los Nieto cuenta que fue un refugio revolucionario de muchas personas y que incluso en la persecución cristera se instalo la “capilla ardiente” un lugar donde se relazaban misas a escondidas y el señor Juan se encargaba de cuidar.
Aurelio Nieto mencionó que las Batallas de Celaya es un acontecimiento histórico muy importante para su familia que no olvida la valentía de “Juan Neto” como era conocido en aquellos, un hombre que lucho y murió por sus ideales.
“Hay personas de 70 a 80 años del Becerro o Pelavacas que no olvidan a mi abuelo o la historia de las batallas. El murió encerrado en un cuarto, después de varias persecuciones y al no poder salir lo mató la depresión. Cuando paso por la calle Tepetate, donde ahora es el Mercado Cañitos me lo imagino sentado con su pistola” agregó.