Juzgados estatales sentenciaron en 2014 a 236 vendedores de drogas al menudeo, mejor conocidos como ‘narcomenudistas’.
Un año antes, en 2013, las sentencias por narcomenudeo sumaron apenas 120.
Es decir, de un año a otro se duplicó el número de vendedores de droga sentenciados, revela un informe del Poder Judicial de Guanajuato.
La cifra coincide con el incremento de arrestos de presuntos narcomenudistas.
En 2013 se detuvo en promedio a 21 personas al mes por vender drogas, principalmente marihuana, y en 2014 los arrestos mensuales subieron a 32, de acuerdo con bases de datos de la Agencia de Investigación Criminal de la Procuraduría de Justicia del Estado.
Esta fuente oficial tiene el reporte de que uno de cada 10 narcomenudistas son jóvenes menores de 20 años y dos terceras partes tienen de 21 a 40 años de edad.
Los delitos contra la salud son competencia del Fuero Federal, pero a partir de agosto de 2012 entró en vigor un decreto que dio facultades a los Tribunales del Estado de Guanajuato para conocer de los delitos contra la salud en su modalidad de narcomenudeo.
Por ello, a partir de esa fecha, los narcomenudistas arrestados por las policías municipales y la procuraduría de Guanajuato son turnados a juzgados del estado.
En 2012, primer año de la reforma legal, sólo fueron sentenciadas tres personas en juzgados locales por delitos contra la salud, en 2013 aumentaron a 183 y en 2014 sumaron 377.
El 62% de estas sentencias correspondieron a narcomenudeo.
Menores venden droga
Pese a la reforma legal, la Procuraduría General de la República y la Policía Federal mantienen sus facultades de combate al narcomenudeo.
Ahora la venta de drogas en la calle se ataca por dos frentes: por autoridades federales y estatales.
De los arrestos realizados por la Procuraduría estatal y por policías locales, sólo uno de cada 10 han sido adolescentes.
Sin embargo, en el concentrado de datos federal y estatal, la cifra de menores es mayor.
De acuerdo con el Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal 2014, el narcomenudeo es el delito por el que se procesa a más adolescentes en Guanajuato.
De 535 menores guanajuatenses procesados, 138 son por narcomenudeo.
La mayoría fue condenado por ser autor material, coautor o cómplice del delito. Es decir, han sido utilizados por adultos para la venta de drogas.
El Censo de Justicia 2014 ubicó a Guanajuato como el estado con más menores inculpados por narcomenudeo, con 867 casos, aunque la mayoría salió libre, sin enfrentar proceso.
El segundo lugar en este ilícito se ubicó el Distrito Federal, con 686 menores, seguido de Nuevo León con 518.
La droga se queda
La mayor participación de menores en la venta de drogas está vinculada con que las adicciones inician a edades más tempranas.
En dos testimonios incluidos en este reportaje, dos adolescentes confesaron que empezaron a fumar marihuana entre los 13 y los 14 años de edad.
“Se ha visto que el consumo cada vez es más frecuente en edades más cortas”, reconoció el psicoanalista Mario Sánchez Tapia, especialista en tratamiento de adictos.
Explicó que una de las razones de este patrón de consumo, es el cierre de las fronteras para los traficantes, lo que hace que altos volúmenes de droga se queden en el país, haciéndola más barata.
Los solventes -por ejemplo- son una de las sustancias elegidas por los más pequeños y personas de bajos recursos principalmente, debido a lo accesible en precio y forma de conseguirlo, sin que exista una restricción.
“Algunos solventes deberían de tener restricciones, oficiales, legales”, opinó el especialista.
Mencionó que conforme avanza la edad de los adictos, aumenta la posibilidad de pagar más por las drogas.
En la etapa adolescente es cuando los jóvenes prueban y tienen un mayor consumo.
Facilitan acceso
Jorge Castro, presidente del consejo del programa Lobo de atención a pandilleros, coincidió en que las adicciones inician ahora a una edad más temprana.
“Cada vez son más chicos los que consumen drogas, ingieren alcohol, y fuman”.
El fácil acceso a las drogas ha propiciado el incremento de adictos, aceptó Carlos Gómez, encargado del centro de rehabilitación La Búsqueda, en la colonia León II.
Las adicciones se dan más en jóvenes que pertenecen a familias disfuncionales, que ven las drogas como una salida a sus problemas, dijo el entrevistado.
Advirtió que han recibido más personas que desean rehabilitarse, pero que no reciben el pleno apoyo de sus familias.
Tres años atrás sumaban máximo 60 internos; en 2015 tienen cupo completo con 100 personas, y más en lista de espera.
“Ha incrementado la solicitud (de ingreso), pero ha disminuido la presencia de los familiares que vienen a sus terapias”.
‘Empecé con uncigarrito’
“La primera vez era un cigarrito así”, dijo Ángel cerrando la mano derecha como si tomara una pisca de sal.
El velorio de su abuelo fue la primera vez que fumó marihuana, ofrecida por un primo. De ahí nació el gusto que lo llevaría después a robar para poder conseguir sus dosis.
A los 14 años no lo veía como un problema que necesitara de ayuda, sino como una forma de experimentar.
Como empleado de un tienda de autoservicio, conoció a una persona que llevaba mercancía y que vendía droga a escondidas.
Rápidamente paso de no saber cómo usar un cigarro a probar con solventes y activos hasta llegar a la cocaína.
“Ya hacía los cigarros más grandes, necesitaba más”, dijo Ángel.
Para poder conseguir para una grapa de coca de 100 pesos, llego a empeñar objetos de su casa o robar de la tienda donde trabajaba y venderlo por fuera para surtirse.
Conseguir la droga no era complicado, incluso la dejaba como pedido en su trabajo.
Amistades, novias y familia se fueron alejando de él al ver su cambio de actitud.
“Ya no me satisfacía estar con mis amigos”, recordó Ángel, quien actualmente tiene 17 años de edad, y está en proceso de rehabilitación.
Relató que dejó las drogas, cuando su mamá le demostró de una forma cruda que se estaba haciendo daño él mismo.
“Mi mamá cayó en la desesperación, empezó a llorar, fue a la cocina, agarró un cuchillo y empezó a cortarse las manos… Me dijo que cada vez que me drogara, ella se cortaría”.
Con once meses de estar en recuperación, sueña con estudiar una licenciatura en Comercio Internacional.
Fuma marihuanadesde los 13 años
Luis probó su primer cigarro de marihuana a los 13 años, para poder acercarse al grupo de sus hermanos que solían juntarse cerca de su casa para drogarse.
“Llegó un momento donde dije: si me drogo puedo estar con ellos”, confesó.
A sus 17 años ha probado el resistol, solventes, pastillas, ácidos, y hongos que se dan a partir del excremento de la vaca bajo condiciones de sol y lluvia, los cuales producen alucinaciones.
El menor de edad estuvo ocho meses internado en un Centro de Rehabilitación de León, a donde llegó desesperado porque la necesidad de drogarse cada vez era mayor.
Los ocho cigarros diarios de marihuana que consumía ya no eran suficientes para alejarse de sus problemas.
“En un momento dado ya no causaba lo mismo un toque de marihuana que al principio, era como ya no sentir nada, quería buscar algo con qué alucinar más”, aceptó Luis.
La escuela, los amigos, y las relaciones amorosas las veía sin importancia.
Antes de internarse en un centro de rehabilitación, sus amigos le dieron una golpiza, de la cual sólo recuerda los moretones en la cara y el cuerpo que aparecieron al día siguiente.
A los 15 años, cuando cursaba la secundaria, se drogaba durante las clases en compañía de sus amigos, en la parte trasera del salón.
Aún recuerda la cara triste de su madre al ver las drogas sobre el escritorio del director, quien lo sorprendió fumando en el salón.
“Estábamos dándonos pipazos”.
Aseguró que la droga se puede conseguir de forma más fácil.
Para poder comprar las pastillas o cigarros empezó vendiendo sus pertenencias, además de robar en su propia casa.
Los nuevos amigos y las personas que conocía dentro del ambiente lo hacían sentir popular, lo cual lo motivaban a seguir consumiendo.
Ni la muerte de uno de sus amigos a los 19 años por una sobredosis lo hizo reflexionar sobre su estado, y siguió con la adicción.
“Al momento que se acababa la droga me sentía más solo”, dijo Luis con la mirada fija hacia el piso.
Ahora que está en rehabilitación, sueña con terminar la preparatoria y estudiar gastronomía. Para lograrlo, cuenta con el apoyo de su familia.
“Cuando estoy aquí (en terapia) me hablan, me dicen que me quieren, me abrazan, cosa que ellos nunca hicieron”.
Aumenta consumo de cristal y mota
El aumento del narcomenudeo también disparó el consumo de drogas, aseguró Jorge Castro, presidente del consejo del programa Lobo, enfocado a atender la problemática de las pandillas en León.
Estimó que el consumo, los delitos y la creación de nuevas bandas han crecido a la par hasta un 15%.
“Sí ha aumentado mucho el consumo de drogas, estamos hablando desde cristal, la famosa piedra, algunos que tienen más dinero pues la cocaína y si no la marihuana”.
Relató que durante la visita a las colonias es común para los miembros del programa encontrar a jóvenes pandilleros bajo los efectos de alguna droga.
Por desgracia, dijo, es escaso el personal del programa Lobo para poder atender a todas las colonias en León.
En la estadística de arrestos de narcomenudistas, elaborada por la Agencia de Investigación Criminal, la marihuana aparece como la droga de más venta en el estado.
El cristal aparece en segundo lugar, con el 20% de los decomisos a vendedores.
Esta droga es en r ealidad la metanfetamina, pero su nombre se debe a que es blanca y cristalina. Se consume inhalándola, fumándola o inyectándosela.
En ocasiones es consumida por jóvenes que acuden al antro, porque el efecto que produce es de hiperactividad y energía.
Por ello también se le conoce como ‘droga de discoteca’.
Los efectos en la salud son devastadores, porque el consumo habitual de cristal destruye órganos y tejidos.