Tras 116 años de su llegada a esta ciudad, el reloj de la torre del Santuario del Señor de La Piedad sigue cumpliendo su función, dar la hora a los cientos de transeúntes que peregrinan diariamente por el Centro Histórico.
Ciertamente pocos piedadenses conocen la historia de este emblemático reloj, debido a la carencia de registros históricos. No obstante en el libro de “La Piedad”, que aún no ha sido publicado, el investigador Fernando Tejeda Alvarado hace mención del tictac.
El reloj de la torre fue colocado en el año 1899 al término del siglo XIX, si bien con este péndulo se dio la bienvenida al siglo XX.
Dicho artefacto se compró en la joyería Esmeralda, en la Ciudad de México, “su costo fue de mil 860 pesos, en la actualidad equivaldría a poco más de 160 mil pesos”, dijo Tejeda Alvarado.
Al día de hoy se desconoce quién hizo la compra o realizó dicho donativo, el único dato a sabiendas es que el entonces señor cura José Reyes Ávalos fue la persona que lo bendijo.
La máquina del reloj se encuentra en el interior de la torre, para programarlo deben subir al menos 70 escalones. El artefacto es de tamaño considerable y varios engranes se mueven constantemente.
El tictac marca los cuartos, las medias y las horas, en los respectivos tiempos repica una campana que se encuentra conectada al péndulo del reloj .
Las dos carátulas que se encuentran en el exterior del fortín, de frente y a un costado de la torre, son las que proyectan la hora. Según los investigadores, estos no son las originales, ya que las primeras tenían numeración romana al igual que el reloj, y las actuales son con números arábigos.
Por lo anterior explicó que en una batalla que se suscitó en esta ciudad en la época de la Guerra Cristera o Cristeada, las carátulas fueron destruidas por los impactos de arma que recibió el fortín del templo.
Joya del tiempo
Por sus más de 100 años en La Piedad y encontrarse en el máximo recinto religioso de esta ciudad, este reloj es considerado una joya histórica. Todos los días infinidad de peatones elevan su vista a la torre del Santuario para saber la hora y seguir con sus actividades cotidianas.