Es domingo por la mañana y en la Calzada Independencia abundan las personas que salen de misa. Pero es un día especial, proliferan las rosas y regalos. Es Día de las Madres y el ambiente familiar se percibe en el Centro de la ciudad.
Liliana García, es una comerciante que vende buñuelos, tiene dos hijos, y comenta que a pesar de ser un día especial para todas las madres, se ha vuelto una tradición trabajar durante estas fechas.
“La economía no está para dejar de trabajar, en nuestra familia festejamos a nuestras mamás un día después, hoy es día de esperar a que los hijos traigan a sus mamás a comer buñuelos porque en verdad las ventas están muy bajas”, detalló la comerciante.
A pesar de ello, comenta Liliana, el día pasa un poco desapercibido debido a que sólo ve el ir y venir de las personas con flores y regalos.
En este día tiene que combinar el trabajo con el cuidado del más pequeño de sus hijos de cuatro años de edad, que juega mientras ella atiende a los clientes.
Un caso similar es el de Agustina Nieto, quién también vende buñuelos. Ella es madre de tres hijos adolescentes, sin embargo uno ya falleció. Comenta que es una bendición que es un día como hoy tenga la dicha de trabajar.
“La mujer de hoy en día no para, hay que trabajar, es la mejor terapia para las madres, en días como hoy festejamos con mi esposo e hijos por la tarde, un día como hoy no puede pasar desapercibido”, dijo con entusiasmo, quién a la par se mostró ilusionada con que las ventas mejoraran a lo largo del día.

El contraste

El lado opuesto de los festejos familiares que caracterizan este día es el caso de Trinidad Olvera, a sus 75 años ha engendrado a 10 hijos, sin embargo para ella es un día cualquiera ya que la relación con sus hijos no es la óptima.
“Tengo mucha necesidad de trabajar, yo vivo de arrimada con una hija pero peleo mucho con ella y hago muchos corajes, no tengo quién me ayude, me hice el propósito de venir a buscar el centavito para comprar qué comer”, dijo con tristeza.
Doña Trinidad, vende artículos de temporada a fuera del templo de San Francisco en Día de las Madres y ocasiones especiales, en su puesto se podían encontrar desde rosas a 30 pesos el ramo, hasta blusas y peluches para las madres. Asegura que tiene 44 años siendo comerciante, y fue así que sacó a sus hijos adelante.
“Yo los saqué adelante pero mis hijos no hacen caso de mi, nunca he recibido nada de ellos, siento mucha tristeza porque me acaban de operar de la vesícula y tengo diabetes, debido a eso estoy perdiendo la vista”, mencionó entre lágrimas.
A pesar de la gran cantidad de gente, pocas personas se acercan a los puestos a comprar o a probar algún antojito. “Hoy es día de consentir a las mamás y llevarlas a los restaurantes”, menciona un hijo que se acercó al puesto de doña Trinidad.

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