Hace 14 años un grupo de empresarios japoneses llegó a México. Eran ejecutivos de la firma automotriz Toyota. Habían mirado un terreno en una planicie de Celaya para instalar una planta para ensamblar coches. Sus planes tuvieron que esperar más de una década. A sus inversiones se les atravesó la crisis económica mundial de 2008, el tsunami de 2011 y los movimientos de su competencia: la también japonesa Honda compró el terreno en el que estaban interesados y abrió antes su fábrica de coches. El pasado abril Toyota pudo, finalmente, anunciar la construcción de su planta armadora de automóviles en Guanajuato.
La región se ha transformado en la última década en un imán para la inversiones automotrices de empresas japonesas. A Honda, Mazda y Toyota se les han sumado 81 compañías proveedoras de insumos del país oriental. Las firmas niponas han abonado al crecimiento económico de Guanajuato y también han llevado un cambio cultural con la migración de 2 mil japoneses al Estado. “Hemos demostrado que somos tan competitivos como los japoneses. Aquí nos miden en productividad y somos igual o más productivos que ellos”, presume el gobernador de Guanajuato, Miguel Márquez.
Guanajuato está en el corazón industrial de México: el Bajío. Allí se han instalado fábricas automotrices de famosas marcas mundiales que van desde la estadounidense General Motors hasta la alemana Volkswagen. La industria de los vehículos ha crecido un 60% en los últimos seis años, emplea a unos 66 mil trabajadores, produce 560 mil coches y genera más de 15 mil millones de dólares en exportaciones. El cluster automotriz de Guanajuato se ha desarrollado en los municipios situados a lo largo de la autopista 45, que atraviesa el Estado y que conduce a la frontera con Estados Unidos.
Las inversiones japonesas han disparado las expectativas sobre el crecimiento de la industria automotriz en Guanajuato. Márquez asegura que las ventajas que las compañías encuentran, además de la pertenencia de México al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), son las conexiones carreteras que la región posee para llegar tanto a los puertos marítimos del Pacífico como a la frontera con Estados Unidos, así como la disposición de la red ferroviaria para el traslado de sus productos. A las puertas de las plantas de Honda y Mazda, por ejemplo, pasa el tren y los caminos son nuevos, el Gobierno de Guanajuato ha construido o remodelado las autovías para garantizar el acceso a las plantas. “Nosotros no hacemos exención de impuestos. Además, somos ágiles en los trámites y eso la gente y las empresas lo agradecen”, explica Márquez.
A las puertas del Aeropuerto del Bajío un letrero anuncia un hotel en japonés. En los últimos tres años se han construido unos 22 hoteles en la región, algunos han adaptado sus servicios para la comodidad de los visitantes nipones, con restaurantes de sushi incluidos. Los vuelos que salen del puerto aéreo van hacia Los Ángeles, Houston y Atlanta para que los viajeros hagan conexiones directas a Tokio. Un grupo de japoneses espera estoicamente la salida de un vuelo que se ha retrasado una hora: su paciencia, aseguran, se pone a prueba todos los días en México. “Son culturas laborales totalmente opuestas. En Japón casi no ocurren los errores administrativos y aquí sí, para nosotros la disciplina es muy importante”, comenta Satoshi Suguita, asesor de una empresa urbanizadora.
El orden ha sido una máxima que los trabajadores mexicanos han aprendido de sus colegas japoneses. “Un incremento de la producción no significa una búsqueda indisciplinada a por más”, decía Akio Toyoda, presidente de Toyota, tras el anuncio de la planta en México al explicar los motivos para trasladar la producción de su automóvil más vendido, el Corolla, de Ontario (Canadá) a Guanajuato. El crecimiento de la comunidad nipona también está previsto por las autoridades diplomáticas de ese país que ya han anunciado la apertura de un consulado en León para atender a sus ciudadanos.
La migración de japoneses a Guanajuato y la instalación de las empresas niponas también han llevado a un sector joven de la región a adentrarse en esa cultura. Midori Kato es profesora de japonés en la Universidad de Guanajuato desde hace 25 años y ha notado que los estudiantes mexicanos están interesados en hacer carreras profesionales en las compañías orientales. “Cuando empecé a dar clases a los estudiantes les interesaba mucho la cultura y la caligrafía, después estaban interesados en las caricaturas, y ahora muchos chicos vienen porque necesitan aprender japonés para trabajar en las empresas japonesas”, explica. Las firmas también se han acercado a la institución para conseguir clases de español para los recién llegados.
Una de las claves para atraer las inversiones japonesas, reconocen desde el Gobierno estatal, está en el lobby que Guanajuato ha emprendido directamente en Japón. En Tokio, Rodolfo González Ono, representante del Gobierno, habla personalmente con las empresas para convencerlas de invertir en el Bajío. Un modelo que también han llevado a Chicago para atraer a las firmas estadounidenses. La inversiones del sector automotriz no solo ha impulsado a Guanajuato, otros Estados como San Luis Potosí, Jalisco, Aguascalientes y Querétaro se han visto beneficiados por pertenecer a la misma región.

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