La puerta de la consulta del médico de familia Salvador Casado está llena de símbolos QR, esa especie de códigos de barras que se pueden leer con los teléfonos móviles. A través de ellos se accede a su blog, a su perfil en Twitter, en Facebook, a su canal de vídeo en YouTube… Lleva más de cinco años incorporando las herramientas que le dan las nuevas tecnologías para interactuar con sus pacientes. Pero siempre como un complemento; según él y los demás especialistas consultados, nunca deben sustituir a los profesionales, que ven cómo materiales multimedia, redes sociales, aplicaciones en móviles y wearables, se abren paso en la relación entre los enfermos y ellos.
El triángulo que forman tecnología, médico y paciente se va ampliando. Lo más básico comienza en Google, donde una de cada 20 consultas es sobre salud. Pero no solo las hacen los enfermos, también los propios médicos, debido a que las aplicaciones médicas les ayudan a ahorrar tiempo e incrementan la seguridad en el diagnóstico y en la prescripción.
Vigilar la calidad
Salvador Casado, activo en las redes sociales y convencido de la utilidad de Internet para su profesión, reconoce que la información de la red “puede distorsionar” la relación con el paciente.
“Google no tiene el sello de calidad ni rigurosidad en la información. En salud los contenidos que se sitúan en lugar destacado no siempre son los mejores. Eso condiciona la consulta; cuando viene alguien que ha estado buscando en Internet yo lo sé, lo diga o no. En algunos casos puede ser útil para tranquilizarse o informarse mejor, pero según mi experiencia suele pasar lo contrario. La gente se encuentra con información que le agobia más”, explica.
Con esta premisa, Google está trabajando con profesionales sanitarios en un sistema para que lo primero que se vea tras una búsqueda en salud sea un gráfico informativo (síntomas, recomendaciones, descripción) realizado por médicos. En esta línea, Julio Mayol, cirujano y codirector del consorcio de innovación en medicina entre la Comunidad de Madrid y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) –Madrid-MIT Consortium M+Visión–, apuesta por otorgar más poder al paciente.
“Una obligación es disminuir la complejidad del conocimiento para hacerlo accesible. Si vas a la consulta es porque tienes dudas y te faltan herramientas para resolverlas. Si somos capaces de procesar el conocimiento para que los primeros interrogantes se puedan resolver sin acudir al doctor estamos empoderando a los ciudadanos. Evidentemente, para cosas más complejas hay que ir al médico, pero el paciente no debe ser totalmente dependiente”.
Sergio Vañó, coordinador de Innovación en Tecnologías Médicas del Hospital Ramón y Cajal, también ve más virtudes que perjuicios en las posibilidades de Internet.
“La automedicación ha existido siempre. El que era hipocondríaco se iba a la biblioteca y buscaba en un libro. Ahora lo tiene más fácil, pero no creo que la tecnología sea una barrera, sino una herramienta que se debe usar de forma adecuada”.
Los tres médicos que hablan son tres ejemplos de profesionales altamente implicados con las nuevas tecnologías. Son tuiteros que suman casi 40 mil seguidores, algo excepcional en su campo.
El doctor Casado comenzó intercambiándose correos electrónicos con algunos de sus pacientes para agilizar la comunicación. Después abrió un blog con asuntos generales que trataba día a día. Y fue colgando entradas cada vez más específicas y a experimentar con los vídeos y redes sociales.
“Lo que siempre se ha hecho es dar documentación escrita a los pacientes que vienen a la consulta. Por mi experiencia sé que esa hoja termina en la papelera, así que llevo tiempo dando consejos en la web. Si la persona que tengo delante es un anciano que no está familiarizado con las tecnologías sigo dándole el papel, pero si no, le remito a un vídeo hecho por mí o a una entrada de mi blog. Esta temporada hice un vídeo con consejos sobre la gripe y los catarros para mis pacientes. Ellos saben que quien sale ahí es su médico, tienen confianza y resulta muy práctico”, explica.
Lo que ni Casado ni sus colegas consultados recomiendan es sustituir la consulta directa con el paciente por la virtual, en foros o redes sociales. Por eso tratan de no responder dudas concretas a través de medios on line a los que pueda acceder cualquiera.
“No veo prudente que un médico esté en foros contestando preguntas específicas de cada persona. El mejor enfoque es mantener un canal unidireccional, que sea solo para proporcionar información y no tanto para conversar. Además, hay que tener en cuenta que en salud se maneja información confidencial que no siempre se puede garantizar en estos canales”.
Sergio Vañó se suma a este principio de precaución.
“Las redes no son una herramienta de telemedicina [prestación médica a distancia], aunque sean muy útiles para intercambiar con los pacientes información, conocimientos o hábitos de vida saludable y que estén al tanto de novedades médicas que les puedan interesar”.
Julio Mayol tampoco es partidario de usar foros abiertos para tratar casos individuales.
“Hay gente que no conozco y que me envía mensajes directos, pero les remito al hospital. No contesto preguntas específicas del paciente en la red, es muy peligroso para el enfermo y para mí. Quienes pudieran leerlo con una dolencia similar pueden pensar que es un consejo para ellos y cada caso puede ser distinto. Otra cosa es que quienes me siguen pueden tener información lo más segura y precisa posible”.
En cualquier caso, el tecnológico doctor Casado relativiza:
“Nunca sustituirá al médico, sería como hablar con un call center, y ahí no se va a contar los problemas de salud. Si conoces a tu profesional sanitario y él te conoce a ti, tendrá más información, más criterio y más confianza, porque nos hemos visto las caras, y eso es fundamental para los seres humanos. Está pasando lo que les sucedió a nuestros abuelos con el teléfono. Se dijo que se iba a cargar la relación médico-paciente y no fue así”, finalizó.
‘Recetar’ aplicaciones
En unos años será frecuente salir de la consulta del médico con una aplicación del móvil prescrita. En el mercado hay miles de ellas, aunque no todas cuentan con un aval científico que las sustente.
La Agencia Reguladora del Medicamento de EU (FDA), ha comenzado a aprobar aquellas que presentan evidencias de ser útiles, como hace con los fármacos. Y ya lleva más de un centenar avaladas.
Estas son algunas experiencias que ya se están desarrollando con tecnologías móviles:
*Monitorización de trasplantados
Una aplicación móvil que busca aumentar la adherencia terapéutica (la medida en que los pacientes siguen el tratamiento) y el autocontrol del paciente trasplantado cardíaco.
Permite a los clínicos el seguimiento farmacoterapéutico del paciente y le ayuda con la introducción de datos como la de tensión arterial, frecuencia cardíaca, peso, ejercicio, etc.
*Crecimiento del bebé
Hay decenas de aplicaciones para ayudar a los padres con la crianza de sus hijos. Una de ellas es eMyBaby, que permite almacenar los datos de las vacunaciones, monitorear el sueño y combinarlo todo con álbumes de fotos.
*Detectar diabetes
Hay varios proyectos para hacer el seguimiento a los enfermos de diabetes. Se están desarrollando parches con chips para medir el nivel de glucosa en sangre que se conectan a una aplicación que interpreta los datos.
*Alertar de un ataque epiléptico
Investigadores japoneses desarrollan un sistema para avisar a las personas que padecen epilepsia antes de sufrir un ataque. Funciona con un sensor cerca de la clavícula que mide el ritmo cardíaco y envía una señal al teléfono cuando se sale de lo normal.
De momento está en prueba.