Fueron 11 los últimos militares nazis que se rindieron en la II Guerra Mundial. Sucedió cuatro meses después de que Alemania capitulase ante los aliados, en la perdida isla de Spitzbergen, en el océano Glacial Ártico.
El 3 de septiembre de 1945, un grupo de alemanes encabezados por Wilhelm Dege se rindió al capitán del buque noruego Blassel, dedicado a la caza de focas.
De este modo se dio por terminada su misión secreta de un año en el Ártico destinada a recoger datos meteorológicos para el Tercer Reich.
En plena Segunda Guerra Mundial, los altos mandos militares nazis estaban interesados en establecer estaciones meteorológicas en el norte de Europa, con el fin de prever con antelación la llegada de temporales, tormentas de nieve y olas de frío para colaborar con los ataques que desarrollarían diversas ramas del ejército alemán.
El primer intento de los nazis de instalarse en la región ártica tuvo lugar en 1943, pero su base en Groenlandia fue arrasada por el Ejército estadounidense. Sin embargo, el Gobierno de Adolf Hitler no abandonó sus planes.
Tras instalar la base, una serie de barracones prefabricados que solo hubo que bajar del buque, los 11 se pusieron mano a la obra. Pero la misión prevista para, al mínimo, 3 años, se terminó mucho antes. Al recibir en mayo de 1945 la noticia sobre el suicidio de Hitler, Dege comunicó a los aliados que rendía la base. Sin embargo, tuvieron que esperar cuatro meses hasta que un barco pesquero civil ‘aceptase’ su capitulación y los recogiera. De este modo, los 11 hombres se convirtieron en los últimos nazis en rendirse de la II Guerra Mundial.
A pesar de que la tripulación del barco eran pescadores, igual decidieron rendirse. Fueron los últimos soldados que participaron en la Segunda Guerra Mundial, un día antes el Imperio del Japón también había firmado su rendición. El destacamento fue destinado a un campo de prisioneros en Noruega.