No podemos detener el paso del tiempo, pero sí mejorar nuestro aspecto para quitarnos algunos años de encima. ¿Cómo? ¿Con cirugía estética? ¿Bótox? ¿Comprando cremas y más cremas? ¿Matándonos en el gimnasio? No, por supuesto que no. El secreto radica en modificar ciertos hábitos cotidianos y transformarlos en medidas antienvejecimiento.
Las medidas más eficaces, según los expertos, son las siguientes:

Mucha risa
Las personas con semblante risueño parecen más jóvenes. Además, la risa disminuye el nivel de cortisol, que es la hormona del estrés.
Lo afirman las psicólogas científicas Tara Kraft y Sarah Pressman, en una investigación de 2012, en la descubrieron que la sonrisa, aunque sea forzada, nos hace más resistentes al estrés tanto psicológico como físico.
“La sonrisa hace la cara más simpática, más jovial, incluso aunque nos forme arrugas”, explica la doctora Elia Roó, directora de la Clínica Clider, de Madrid, y coordinadora del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica de la AEDV.

Ejercicio moderado
Lo ideal para restar años a nuestro aspecto y sumarlos a nuestra vida no consiste en matarnos en el gimnasio durante tres horas seguidas una vez a la semana, sino en hacer ejercicio moderado a diario.
Salir a caminar todos los días durante media hora, es muy sano, a cualquier edad.

Horas de sueño
Es evidente que nos faltan horas de sueño (entre 7 y 8 son necesarias). Y esta carencia acaba envejeciendo nuestro rostro. Así lo ha demostrado un ensayo científico de Estée Lauder, realizado en 2013, en hospitales de la Universidad Case Medical Center (Ohio, EE UU). Según sus hallazgos, la piel de las personas insomnes presenta una menor capacidad para recuperarse de la exposición diaria al sol que la piel de las personas que duermen las horas que precisan. Como consecuencia, las primeras presentan más signos de envejecimiento prematuro que las segundas.
A esto se suma que, la falta de sueño disminuye la producción de estrógenos y progesterona, hormonas que activan los mecanismos naturales de reparación de la piel.

Protección solar
Según el Instituto Gerontológico de Madrid, el principal agente externo del envejecimiento prematuro es la exposición a los rayos del sol, que destruyen el colágeno y la elastina de la piel y, por consiguiente, merman el soporte estructural de la misma.
Para prevenir estos efectos, la solución es aplicarnos crema protectora a diario, incluso los días nublados, en todas las zonas que llevemos descubiertas: cara, cuello, manos, brazos, etc.

Dieta mediterránea
La alimentación es otro factor que influye en nuestro aspecto: la falta de vitaminas resta luminosidad, el exceso de grasas nos hace ganar kilos y aparentar más años.
Un estudio de la Universidad de Harvard (2014), llevó a cabo una investigación que consistió en controlar la salud de 4 mil 676 enfermeras durante 10 años y evaluar la influencia de su dieta en los telómeros (son los extremos de los cromosomas, que protegen los códigos genéticos). El resultado no dejó lugar a dudas: las sanitarias que seguían una dieta mediterránea tenían unos telómeros más largos y sanos; es decir, se mantenían genéticamente más jóvenes.
Debemos aumentar nuestro consumo de frutas, verduras, legumbres y aceite de oliva y disminuir los fritos, panes y carne roja.

Caminar erguidos
A medida que vamos cumpliendo años tendemos a caminar echados hacia adelante, lo que nos hace parecer mayores. En su obra Una breve guía para una larga vida (Simon & Schuster), el médico estadounidense David Agus insiste en que caminar derechos, manteniendo los hombros ligeramente echados hacia atrás, ayuda a generar bienestar personal y optimismo, dos sensaciones que rejuvenecen de cara a uno mismo y a los demás.

Mucha agua
Hasta tres litros diarios recomendaba la periodista Sarah Smith en el Daily Mail, en 2013, después de realizar un curioso experimento. Estuvo un mes bebiendo los tres litros de agua diarios que aconsejan los expertos y los resultados que obtuvo fueron espectaculares: comparando dos fotografías suyas, una de antes del experimento y otra de después, observó que la diferencia entre una y otra era nada más y nada menos que de 10 años. En la segunda aparecía sin ojeras, bolsas ni manchas en la cara, tenía menos marcado el surco nasogeniano y su cutis estaba mucho más luminoso. ¿No es más fácil beber agua que hacerse un lifting?

Menos consumo de alcohol
“El abuso de bebidas alcohólicas produce deshidratación cutánea, causa la aparición de pequeños capilares y aumenta la producción de radicales libres [moléculas que producen oxidación], que aceleran el envejecimiento. Además, por el daño tóxico que causa en el hígado y en los vasos sanguíneos, hace que la piel se ponga flácida, se afine y pierda luminosidad. Y todo ello conlleva que la persona bebedora presente aspecto de cansada y aparente muchos más años de los que realmente tiene”, asegura Mateo Vic.

No fumar
El tabaco disminuye la circulación sanguínea en los tejidos, por lo que resta elasticidad y luminosidad a la piel, debilita el pelo y las uñas y pone los dientes amarillos. Tanto es así que un informe de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) ratifica que por cada 10 años que una persona fuma, envejece dos y medio más que si se mantuviese lejos del tabaco. Al dejar de fumar no solo se gana salud; también se prolonga la juventud.

Cero estrés
Un trabajo de la Universidad de Harvard (2012), publicado en Plos One, explica que los telómeros se van acortando de manera natural con el paso del tiempo, pero hay circunstancias que aceleran este proceso, como el estrés que nos empuja a envejecer de forma prematura.
¿Cómo hacerle frente? Seguir un estilo de vida saludable, salir con amigos, tener aficiones, escribir lo que sentimos, hacer ejercicios de respiración y plantearnos los retos con alegría, no con angustia, son sistemas muy efectivos para controlarlo.

Relaciones sexuales
Nada de una vez al mes. Hay que practicar el sexo tres veces a la semana como mínimo. Así lo aconseja el neuropsicólogo David Weeks, del Hospital Real de Edimburgo (Escocia). Al hacer el amor se libera la hormona del crecimiento, que ayuda a mantener la piel más elástica, y se activa la circulación sanguínea, lo que aumenta la luminosidad cutánea.

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