Aproximadamente 300 personas despidieron a las siete personas fallecidas por un rayo el viernes pasado en la comunidad de San José del Terrero.
Como se recuerda, nueve habitantes se dedicaban a desquelitar una parcela de maíz, cuando comenzó a caer una fuerte lluvia por lo que los campesinos corrieron a refugiarse cerca de un huizache; para evitar mojarse se cubrieron con plásticos ya que caían grandes granizos pero a los pocos minutos un rayo los impactó, lo que provoco la muerte instantánea de siete de ellos, mientras que una mujer y su hijo menor edad resultaron con quemaduras.
Debido a lo alejado de la población las corporaciones de emergencia tardaron más de una hora en llegar al lugar.
Los cuerpos fueron entregados a los familiares el sábado a las 11 de la noche y se les veló durante toda la noche y el domingo.
Fue hasta ayer a las 12 del mediodía cuando el párroco de la capilla de San José de la Luz ofició una misa en la capilla de La Santa Cruz de Lourdes, en El Terrero.
Al escuchar las campanadas y los cohetes, visiblemente agotados física y anímicamente, familiares, amigos y vecinos de las víctimas se fueron acercando con pasos pausados a la parroquia para escuchar las palabras del sacerdote y orar por las almas de sus seres queridos.
Dentro de la capilla, cuidadosamente acomodados y rodeados de ofrendas florales y cirios se encontraban los restos de Lina Ramírez, Cristina Ramírez, Evelia Aguilera,Juan Diego Aguilera,Guadalupe Aguilera, Marlene Ramírez y Alfredo Aguilera.
Los rostros tristes y los ojos enrojecidos por tanto llorar se veían por todos lados. Frente a las cajas y sacudido por sollozos, Don Felipe Ramírez, padre de Lina Ramírez, rezaba en voz baja mientras de vez en cuando se limpiaba las gruesas lágrimas que corrían por sus mejillas curtidas por los años y la dura vida del campo.
“No lloro más por que ya se me acabaron las lágrimas”, comentó un hombre mientras abrazaba a su mujer que también lloraba la pérdida de sus parientes.
Al terminar la misa, los ataúdes fueron depositados dentro de las camionetas de la funeraria para recorrer los poco más de tres kilómetros que los llevarían al panteón de La Santa Cruz, donde desde el día anterior empleados de Servicios Municipales habían cavado las tumbas.
Faltando poco menos de un kilómetro para llegar al cementerio, las camionetas detuvieron la marcha ya que los últimos metros los ataúdes serían transportados en hombros, varios hombres se turnaron para cargarlos y por el camino se escuchó llanto acompañado de música de viento y el sonido de cohetes.
Fue cerca de las 6 de la tarde cuando el último ataúd fue cubierto con la tierra rojiza y arcillosa de la sierra.
Último adiós a los Ramírez
Celebraron los funerales de los 7 campesinos de El Terrero.