En una esquina de la colonia Obrera se ubica una discreta escuela multigrado, la Lázaro Cárdenas, que con cerca de 30 años de antigüedad tiene muchas historias tras sus muros.
Se trata de la única primaria nocturna en el estado en la que se atienden niños desde 6 años; ahí el límite de edad no existe. Lo mismo van alumnos en edad escolar, que jóvenes o adultos que buscan concluir sus estudios.
Julia Alejandra Lozano Segura, directora comisionada de la escuela, explicó que no se trata de un sistema abierto sino escolarizado, es decir se cursan los seis grados de primaria.
“Cuando vienen a inscribirse solicitamos alguna documentación que acredite su escolaridad, en caso de no contar con ella se les hace un examen de ubicación para asignarles el grado”, comentó.
El ciclo escolar 2014-2015, la Lázaro Cárdenas lo cerró con 95 alumnos.
Casos de madres que estudian junto con sus hijos, niños que viven en situación vulnerable o menores impulsados por asociaciones, son algunos de los casos que ven llegar en la institución que es atendida por cuatro docentes.
Ana Luisa Lozano Segura (tercer grado), Evelia Gutiérrez Medina (quinto y sexto), Rosa María Zavala Ramírez (cuarto), y Alejandra Lozano (en primero y segundo) fueron las maestras en el ciclo que terminó.
“Son personas que manifiestan mucha disposición al trabajo, son gente de asistencia frecuente y eso nos da una motivación para estar cada día aquí”, expresó la directora, que tiene tres años al frente del plantel.
“Se vienen saliendo de las fábricas, corren contrarreloj para llegar a clases, muchos de ellos provenientes de familias disfuncionales, niños que carecen de cariño y prácticamente nos los mandan a la escuela, en algunos casos porque las familias trabajan y en otros porque no viven con sus padres”, agregó.
“Las inasistencias es algo que nos dificulta, a veces otros no vienen porque carecen de recursos económicos para trasladarse y pagar el transporte, para que ellos puedan hacer el trámite de su PagoBús”
Las 15 horas a la semana
Aunque la escuela está en el Centro, la mayoría de sus alumnos habita en la periferia, en colonias como Las Joyas o Cerrito de Jerez.
Muros pintados de azul y blanco, con macetas hechas de botellas de plástico y un primer periódico mural, se ven al entrar en la escuela ubicada a un lado de la estación de Bomberos.
De lunes a viernes, de 6 de la tarde a 9 de la noche, por 15 horas a la semana los alumnos se concentran en solo una cosa: aprender. El ruidoso ventilador no los distrae.
Grandes y chicos se sientan en sus bancas grises, si alguno olvida su material de inmediato otro ‘sale al quite’ y se juntan las bancas; nadie se queda sin trabajar. Los menores son los que usualmente compartensu material, mientras que en ocasiones los adultos apoyan a que haya disciplina.
La mayoría de jóvenes y niños llegan a tiempo, pero los adultos trabajadores se incorporan según su empleo se los permita, para ellos hay mayor tolerancia.
“Yo no conocía de esta escuela, cuando llegué fue algo muy sorprendente, hasta que empecé a revisar mi matrícula y vi que tenía alumnos adultos y es muy bonito trabajar con ellos, en muchas ocasiones son como niños”.
“Es un reto grande pero lo hemos sabido sobrellevar poco a poco, la gente viene muy contenta, nosotros también siempre tratamos de recibirlos con amabilidad, uno los nota y también trata de escucharlos, a veces nos llegan pequeños golpeados y sabemos que hay un trasfondo”, platicó la maestra Alejandra Lozano.
Es ejemplo para sus hijos
Agustina Rodríguez Arrona divide su tiempo entre el trabajo, el hogar y la escuela. El mes pasado logró terminar la primaria.
Es mamá soltera de cuatro hijos y trabaja como empleada doméstica a diario. Hay días en que tarda hasta hora y media para poder llegar a la escuela.
“Es difícil, estando uno solo es padre y madre a la vez y los tiempos se me hacían difíciles, yo vivía antes por aquí y conocía la escuela. Me gusta estudiar, quiero terminar mi primaria y vi la oportunidad y la aproveché para hacerlo, primeramente Dios ya termino”, comentó.
Diana Delgado Amaro
De la fábrica al salón
Este mes Silvia Martínez Claudio entrará a cuarto grado de primaria; aunque desde hace años trabaja, tiene claro que quiere hacer mucho más.
Silvia labora en una fábrica de calzado y aunque trata de llegar a tiempo a clases, muchas veces el traslado o el tiempos no se lo permiten.
Su ‘coco’ son las matemáticas, pero si tiene alguna duda se apoya de sus pequeños compañeros.
“Yo me metí aquí para saber más, va uno a los trabajos y te preguntan cosas y muchas veces no saben o sabemos, da vergüenza preguntar, aquí he aprendido mucho más de lo que sabía. Mi mamá no pudo (llevarla a la escuela) y me quedé en tercer grado, y vine a aprovechar, nunca es tarde para aprender, aquí estamos echándole ganas”, contó.