“Vivimos al ladito de la Marquesa, un lugar hermoso, tan limpio, tan puro, como nuestra fe”, dijo Juan, quién venía acompañado por otros 6 que el considera “grandes amigos”.
Cuando dieron las 6 de la tarde ya no podían más. Sus piernas no les respondían, ellos tampoco. Se veían cansados, sudados, incluso con algunos golpes.
Oriundos de Toluca, en el Estado de México, Juan y decenas de personas más llegaron desde la noche del miércoles y la tarde de hoy a León a descansar, antes de seguir su camino a San Juan de los Lagos.
Vestidos con pantalones deportivos azules, playera de manga larga blanca, y con gorras o paliacates, los 7 jóvenes se sentaron un momento frente al Estadio León después de recorrer cientos de kilómetros en bicicletas.
Aunque no quisieron dar sus nombres, porque “su fe no tiene apellido”, se notaban cansados y pedían para una coca a cualquiera que se atravesaba por la zona.
Se sentaron, apreciaron al estadio, “nunca lo habíamos visto”, dijo Juan, “casi siempre pasamos de noche por León, hoy nos tocó de corrido y llegamos todavía con el sol”.
Lo peregrinos recorrieron el Bulevar Adolfo López Mateos con la ilusión de ir a ver la Virgen de San Juan.  Aunque a algunos se les veía notablemente cansados, “la fe nos mueve, es lo único que nos mantiene”, dijo Juan.

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