Cada año, en verano, llega la oportunidad de acercar el arte a quienes no tienen esta posibilidad.
Más allá de las vías está la comunidad San Juan de Abajo, una de las más pobres del municipio, donde la violencia es cosa de todos los días.
Pero hay una época del año en que los niños reciben la visita de artistas locales con un solo objetivo: hacer que se olviden de su entorno y vean más allá.
Se trata de los cursos de verano, realizados en el Centro de Desarrollo de la Fundación León ubicada en dicha zona, que se llevan a cabo desde hace siete años.
Clases de manualidades, deportes, teatro y música los acercan a la cultura de la mano de maestros que son expertos en el tema.
La institución filantrópica, que cuenta con otro centro en Las Hilamas, nació en 1999 por iniciativa de un grupo de empresarios leoneses que impulsaron una propuesta de desarrollo a los sectores de población de mayor vulnerabilidad.
Rocío Palazuelos Reyes, directora del Centro en San Juan de Abajo, platicó que estos cursos se hacen con la intención de que los niños estén en un espacio seguro.
“Queremos que los niños estén aquí y no en las calles con las tentaciones de las adicciones y el pandillerismo que es muy fuerte en esta zona”, dijo.
Este 2015, según comentó la líder de centro, se inició con 350 niños, pero éstos dejaron de asistir paulatinamente.
Un refrigerio otorgado con la intención de nutrirlos fue muchas veces el motor para que asistieran, pues los menores se alimentan sobre todo de comida chatarra.
“Los llevamos a diferentes partes de la ciudad porque no tienen posibilidad de conocer más allá de la vía del tren, para que conozcan la ciudad y sepan que tienen las oportunidades de salir adelante y continuar con su educación.
“Alejarlos del medio en el que están viviendo y tenerlos en un espacio agradable y seguro, con la intención de que los menores se involucren, eso es lo que queremos”, expresó Rocío Palazuelos.

De la calle a las aulas

“Yo un día voy a ir al teatro en Guanajuato”, le comenta una pequeña de 6 años a su compañera, mientras esperan en la fila para ir a su clase.
Son en total cinco semanas las que cada año los niños y jóvenes de cuatro a 16 años tienen este contacto.
Botellas de plástico transformadas en rostros de Frida Kahlo, libretos de obras de teatro o canciones escritos y propuestos por ellos mismos, son algo de lo que se vive.
“Hay niños que a veces llegan solitos, ellos vienen a apuntarse, pocas son las mamás que vienen y se preocupan por que sus hijos lleguen seguros”.
“Estamos viendo que muchos de nuestros niños regresan año tras año porque les gustan las actividades y tienen la oportunidad de aprender algo que en la escuela no les dan porque no tienen los recursos necesarios”, comentó la directora del Centro.

El reto, acercarse

Maestros que impartieron el curso este año coincidieron en que lo difícil es encontrar cómo acercarse a los menores.
Laura Elena Juárez les enseñó sobre reciclaje pero, cuenta, le fue difícil ser aceptada.
“Lo primero es llegar con mucho amor para que entiendan lo que quieres transmitirles, y sobre todo enseñarles lo que es el reciclaje y les enseñas a decorar su espacio, el hecho de que te acepten es difícil”, platicó.
La violencia de los alrededores es reflejada por los menores.
“Fue muy duro para mí llegar y ver la violencia entre ellos, fue lo primero que yo vi, es como si estuvieras viendo señoras peleándose, son niños y tienen que estar en paz, eran problemas muy fuertes de llegar hasta los golpes, la primera tarea que me puse fue llevar paz, que se aceptaran como amigos y compañeros”, contó.
También la clase de teatro, con Eduardo Hernández, vio proyectado ese ambiente hostil.
“Como uno de los ejercicios iniciales, les pedí que crearan una historia a través de su imaginación; el escenario que plantearon: policías matan gente porque venden droga, o suicidios”, expuso Hernández.
Lo que planteó el actor y director, es irse a un origen, es decir, que los pequeños supieran que esos actos son consecuencia de algo.
“Yo no puedo venir a cambiarle su entorno porque además es su modus, entonces no me la van a creer, lo que puedo hacer yo es de esa misma historia cambiarles la visión”
Pero dentro de todo, hay algunos niños cuyo talento es nato, como el de uno que escribe canciones.

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