Ronaldo tenía 10 años de edad cuando se integró a la pandilla ‘Homis 13’, en San Juan Bosco.
“Como veía a mis hermanos que se juntaban en banda, yo quería ser como ellos, quería sentirme grande y por eso comencé a juntarme. Aunque mi mamá no me dejaba, me encerraba, pero me escapaba por el techo”, confiesa Ronaldo, quien actualmente tiene 13 años, y a su corta edad ya se ha visto involucrado en actos delictivos, riñas campales y consumo de drogas.
“Ya les robaba a las doñas (a las vecinas), me drogaba y pues tenía que cuidarme de dónde andaba para que no me agarraran de otras bandas”.
Su adicción a las drogas llevó a su familia a internarlo en el centro de rehabilitación de La Búsqueda.
“Ya me siento más tranquilo, salgo cada mes del anexo tres días y vengo a visitar a mi mamá y a los de la banda y me vuelvo a encerrar”.
Ciudad de pandillas
Como Ronaldo, más de 16 mil 500 jóvenes leoneses forman parte de pandillas violentas, según revela la Encuesta para la Prevención de la Violencia 2014, elaborada por el INEGI.
En dicha encuesta León aparece en primer lugar nacional en pandillerismo juvenil.
El 5.1% de los leoneses de 15 a 29 años de edad confesó pertenecer o haber pertenecido a una pandilla violenta.
Este porcentaje es casi el doble del promedio nacional, que es de 2.7%.
León está por encima de ciudades conflictivas como Ciudad Juárez o Tijuana, en donde entre el 1 y 1.4% de los jóvenes están integrados a pandillas violentas.
El segundo sitio nacional en pandillerismo –según el estudio del INEGI- lo ocupa Querétaro, con 4.5%, seguido de Oaxaca con 3.9 y la delegación Iztapalapa del Distrito Federal con 3.7%.
El INEGI identificó que los jóvenes se integran a pandillas violentas porque los han obligado, porque buscan protegerse de agresiones o simplemente porque buscan que los respeten.
Datos proporcionados por el Instituto Municipal de la Juventud y por la Dirección de Prevención al Delito reportan 811 grupos de pandillas en la ciudad. La mayor concentración está en la colonia León I, con 35 bandas; le siguen la 10 de Mayo con 17, San Juan Bosco con 14 y Las Joyas con 13.
Vandalismo y drogas
Según la encuesta nacional para la prevención de la violencia, León también ocupa el primer sitio nacional en vandalismo y en jóvenes que han sido detenidos por conductas antisociales o delictivas.
A nivel nacional, el 4.4% de los jóvenes de 12 a 29 años han incurrido en actos vandálicos, mientras en León el porcentaje es del 7.7%.
De acuerdo con el INEGI, más de 28 mil leoneses se han juntado con sus amigos para grafitear sin permiso una pared, romper vidrios o quemar objetos ajenos “por la emoción de hacerlo”.
Además, el 12% de los jóvenes leoneses (que equivale a más de 44 mil) han sido arrestados alguna vez por la Policía.
Este porcentaje de jóvenes detenidos es el más alto del país, y equivale al doble del promedio nacional, que es de 6%.
León también está por encima del promedio nacional en consumo de drogas.
El 10.4% de los leoneses menores de 29 años ha consumido mariguana, el 3.8% inhalantes y el 3.6% anfetaminas, cocaína o heroína.
En contraste, el promedio nacional de consumo de mariguana es de 6.9% y de 2.5% en otras drogas.
Fallan políticas públicas
El sociólogo Luis Fernando Macías expresó que las pandillas son una forma alternativa de organización social de los jóvenes, en busca de solucionar sus problemas.
“Cuando todas las instituciones de orden social (escuela, iglesia, gobierno) se debilitan y comienzan a perder horizontes e invade el empobrecimiento en áreas de la producción, cultura, trabajo y participación entre otros, surgen formas alternativas de organización social, como las pandillas”.
Consideró que tal vez las instituciones de Gobierno no han encontrado los caminos eficientes para atender a estos jóvenes o no se comprometen a fondo para lograr una empatía de políticas integrales.
La antropóloga Jessica María Vega Zayas opinó que no hay continuidad en las políticas públicas de atención a los jóvenes, pues con los cambios de Gobierno se modifica el esquema y los programas oficiales se convierten en un asunto asistencial.
“El gran reto es cómo convertir esto (la alta cantidad de bandas) en algo ventajoso, a través de recuperar estos jóvenes que han vivido situaciones muy adversas, construyendo y reconstruyendo opciones para ellos, y recuperar esta forma de convivencia”.
El psicólogo Jacobo Herrera Rodríguez –quien ha trabajado con pandillas- relató que los jóvenes le han manifestado que no son tomados en cuenta, ya que muchas estrategias las aplica el Gobierno sin conocer sus necesidades.
“Algunas ocasiones se han aplicado programas extranjeros sin someterlos a procesos de adaptación para la población de León, porque hay que ir bajando en escala, hay que tomar en cuenta usos y costumbres, tradiciones, valores, escala moral, etcétera, y no ocurre esto”.
Inician desdeniños
En León, la edad promedio de inicio en pandillas violentas es de 14 años, según la Encuesta para la Prevención de la Violencia 2014, del INEGI.
Aunque hay casos en los que el pandillerismo inicia desde la niñez.
Por ejemplo, Luis Fernando Aguilar empezó a juntarse con la pandilla ‘Los Panchos’ de San Miguel desde que tenía 10 años.
“Me sentía más a gusto con ellos que en mi casa, porque había muchos problemas”, confesó Luis.
Aunque ha presenciado la muerte de algunos amigos, no piensa salirse del grupo.
“Pues aquí crecí con Los Panchos y me empecé a juntar todas las noches, he andado en campales, cotorreos, de todo. La verdad cuando me peleo me siento a gusto y siempre defendemos a los de la banda”.
Juan Rayas Cruz entró a la banda de ‘Los Homis 13’, de San Juan Bosco, a la edad de 13 años.
Cuando salía de la secundaria iba a una esquina a reunirse con la banda.
“Me sentía bien en el cotorreo con los camaradas y cuando terminé la secundaria le dije a mi mamá que ya no quería estudiar, y esto fue lo que me gustó (la pandilla), con lo que me siento a gusto”.
Actualmente tiene 17 años, y durante cuatro años ha participado en riñas campales con bandas contrarias.
Su novia tiene tres meses de embarazo y confiesa que le gustaría que su hijo tuviera mejores oportunidades que él.
‘Me siento más segurocon ellos’
Para Víctor Leonardo Muñiz, integrante de “Los Homis 13”, el pertenecer a la pandilla le ha dejado cicatrices, tatuajes y la permanente protección de sus compañeros, ante los problemas con sus rivales.
“Yo empecé a juntarme con ellos porque me gustó el cotorreo. Había veces que no llegaba a mi casa, me sentía a gusto y pues también seguro con ellos por las demás bandas”.
Víctor, conocido como “El pecas” entre sus compañeros, comentó que se unió al grupo cuando tenía 15 años, y aunque su mamá se oponía a su círculo de amistades, él continuó, y se ha mantenido durante cinco años activo en la pandilla.
Hace año y medio Víctor fue padre de un niño, por lo que ha limitado más sus salidas con sus compañeros de banda.
“Ya le bajé poquito, pero sigo en el cotorreo. Mi mamá si me dice que qué necesidad tengo de andar en la calle. Ya le hago más caso. Ya ahorita con mi hijo es diferente, quisiera que tuviera mejores oportunidades”.
Víctor trabaja en un taller donde forra tacón para calzado de mujer, en San Juan Bosco y todos los días se reúne con sus amigos de la pandilla.
‘Te agarran de bajada si no le entras’
En la esquina de las calles Río Balsas e Independencia está pintada en la pared una imagen de San Judas Tadeo y el nombre de ‘Los Panchos’, que identifica a la pandilla que se reúne en ese sitio.
Ángel Cristian Barón López, conocido como ‘El Chaparro, pertenece desde los 15 años de edad a esa banda.
“Yo entré porque me echaban pleito las otras bandas, porque me decían que caminaba bien osudo (retador), y me querían agarrar en bola. Me daba miedo que me fueran a enfierrar (herir con un arma blanca), por eso me junté con la banda para tener quién le brinque a los madrazos”.
Antes de pertenecer a Los Panchos, con frecuencia lo querían golpear y lo agredían.
“Siempre me decían que si me daba un “tiro” (pelear), y pues terminaba dándome unos trompos (golpes). A veces ganaba. Y es que te agarran de bajada si no te avientas”.
El temor de Ángel Cristian por ser agredido, lo impulsó a pertenecer a la pandilla. Desde entonces siente tranquilidad por la protección de su grupo de amigos.
Cuando entró a la pandilla, le mentía a su mamá: le decía que salía a visitar a su novia.
Ángel tiene ahora 17 años de edad y es papá de un bebé de ocho meses, por lo que ha intentado alejarse de la pandilla para dedicarse a trabajar en un taller de zapato en San Miguel.
Sin embargo, los conflictos generados por la rivalidad entre pandillas lo han obligado a trazar un camino distinto por donde debe llegar a su casa cuando sale de trabajar.
“Casi ya no caigo con la banda, por mi hijo, pero sí me tengo que estar cuidando la espalda, pues los problemas siempre están”.