Noches de insomnio y pesadillas acompañaron mucho tiempo a Héctor Eduardo Murguía, Sergio Zúñiga Díaz, Faustino Ramírez Ramírez, Martín Pedroza y José Luis Quintero.
El olor a muerte los acompañó por días, y el recuerdo de la tragedia sigue presente.
Hace 30 años ellos fueron parte de las decenas de socorristas leoneses que acudieron a apoyar en lo que ha sido el desastre natural más doloroso para el País: el terremoto de 1985 en la Ciudad de México.
Ese 19 de septiembre, a las 7:19 de la mañana el terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter acabó también con miles de vidas y otros miles lo perdieron todo.
En León, Héctor Eduardo Murguía fue el encargado de comunicar al comandante Jesús Hernández Zárate que eran requeridos en la capital del país.
La ambulancia número 9 de la Cruz Roja fue preparada para viajar a la capital del País.
Se hicieron dos viajes y en el segundo fueron más socorristas, por lo que Pedro Medina, entonces presidente de esa institución, prestó el camión del equipo de beisbol ‘Los bravos de León’, que le pertenecía.
Por la mañana llegaron a Polanco, pero no se habían dado cuenta de la magnitud de la tragedia; al acudir a la colonia Roma y a la delegación Benito Juárez se encontraron con el caos y la muerte.
“Nos asustamos, vimos un corredero de gente para todos lados”, contó Martín Pedroza.
Entonces se pusieron a trabajar con la mejor herramienta que tenían: sus manos.
Los cuerpos, los desechos corporales, el olor a muerte se quedaron grabados para siempre en los rescatistas. Pero siguieron adelante por el afán de ayudar.
Fueron 13 días de rescatar cadáveres y sobrevivientes. No hubo tiempo de dormir aunque, cuentan, la comida nunca les faltó, pues la gente se solidarizó con ellos.
“La misma gente nos llevaba el apoyo porque tenía la necesidad de encontrar a sus familiares, y apenas alguien se recargaba recuerdo que nos decían ‘¡no, no descansen, mi papá está ahí, sáquenlo!’, platicó Martín Pedroza.
“Llegó un niño ofreciendo una torta y me dice ‘no le diga a mi tía, pero le traje (el alimento)’, le dijimos ‘pero ya comimos’, y dijo ‘es que les traigo de comer para que tengan mucha fuerza, para que saquen a mis papás’… le agarramos la torta y se fue muy contento con la esperanza de que sacáramos a su familia”, recordó Héctor Murguía con la voz entrecortada.
El parque de beisbol del Seguro Social les trae malos recuerdos.
“Llegando al parque ahí era lo crítico, te dabas cuenta de la realidad porque literalmente el parque estaba sembrado de cadáveres”, comentó Martín Pedroza.
“Es algo impresionante, yo siempre lo he tenido en la cabeza, leo las noticias cada año y qué dos mil muertos… ni por aquí fueron esos, tal vez 20 mil”, complementó Sergio.
En su regreso a León, la ropa que usaron en el rescate fue quemada.
“El mejor apoyo psicológico y el mejor confort eran los cuates, los mismos compañeros, estando ahí te escuchaban o te daban el consejo, ya sea allá o aquí a la delegación, los compañeros te decían que platicaras y te desahogaras”, expresó Martín.
Surgen recuerdosen reencuentro

“¿Se acuerdan que los primeros días todos estábamos empolvados, oliendo feo porque eran puros cuerpos descompuestos?”, preguntó Faustino Ramírez a sus compañeros.
“Comíamos algo y nos sabía a polvo, a cadáver, era un olor penetrante pero teníamos que comer, ya después de dos días comíamos sin que nos importara”, agregó.
Los cinco compañeros ‘de guerra’, muchos de ellos veinteañeros en aquel tiempo, se reencontraron para platicar con AM sobre lo que sienten a tres décadas de distancia. No lo olvidan.
Una fonda que se convirtió en su comedor, una canastilla artesanal, las botas y cascos son objetos que los transportan hasta 1985.

Conmemoran día de Protección Civil

Con la presencia de seis leoneses que participaron como rescatistas después del terremoto que sacudió a la Ciudad de México en 1985, autoridades municipales conmemoraron el Día Nacional de Protección Civil.
Héctor Eduardo Murguía, uno de leoneses que acudió a la capital para auxiliar a las víctimas del terremoto, recordó el ánimo con el que encaró la desgracia junto con sus compañeros.
“Nos enteramos por los medios de comunicación y no hubo necesidad de llamado.
“La mayoría de los voluntarios que teníamos en Cruz Roja empezaron a reportarse listos para salir, no había herramienta ni equipo pero había personas muy entusiasmadas para ayudar a la gente. Se queda grabada la atención a las personas a pesar del tiempo”, contó.
Junto con él, ayer fueron reconocidos Jesús Faustino Ramírez, José Luis Quintero Arredondo, Martín Pedroza, Sergio Zúñiga y Daniel Arrona Rocha, quienes también ofrecieron sus servicios de rescate hace exactamente 30 años.
El director de Protección Civil, Crescencio Sánchez Abundis, señaló que es complicado estar a la altura de un fenómeno natural de grandes magnitudes, aunque mencionó que la dependencia a su cargo ha enfocado sus esfuerzos en fortalecer la cultura de la prevención y atención de siniestros.
“Estamos preparados para enfrentar situaciones propias del Municipio, sin embargo en una catástrofe en que la naturaleza se manifieste en una manera agresiva, existen protocolos ya bien establecidos para niveles de apoyo estatal, nacional e internacional si es necesario.
“En materia de cultura estamos trabajando para que todos los establecimientos cuenten con protocolos de seguridad, con programas de protección civil que salvaguarden a los ciudadanos”, informó.
El funcionario comentó que hoy se llevarán a cabo 35 simulacros en instituciones privadas y gubernamentales, con el fin de mejorar los protocolos de actuación en caso de sismos.

Participan en búsqueda y rescate

En un minuto y medio, hace 30 años cambió para siempre la vida de los habitantes de la Ciudad de México.
En esos 90 segundos la ciudad quedó en ruinas, con un persistente olor a muerte; los efectos del terremoto de 8.1 grados Richter sobrepasaron los servicios de rescate y pronto fueron insuficientes.
De inmediato surgió la solidaridad de rescatistas voluntarios, y de esa tragedia nació la “Brigada Internacional de Rescate Tlatelolco, A.C”, conocida como “Los Topos”
En remembranza de ese desastre, hace cuatro años 10 voluntarios formaron en León el Grupo Topos K-9.
Iván Camarillo,coordinador en las acciones de búsqueda y rescate de víctimas de esta asociación, informó que el grupo es multidisciplinario y sus miembros se capacitan para ayudar en desastres en todo el mundo.
“Somos rescatistas pero nuestra especialidad es entrenar perros para localizar victimas bajo los escombros, ya que México es un país donde suceden muchos sismos y estamos preparados para lo que llegara a suceder”, dijo.
Los voluntarios son técnicos en urgencias y se capacitan constantemente.
Los rescatistas hacen binomio con cuatro perros, el líder es Luke, un pastor belga que ha localizado personas entre ruinas.
“Los perros nos indican con su olfato dónde están las personas atrapadas, los identifican gracias al aroma que emana el cuerpo entre las células vivas, muertas y el ruido que pudiese haber… cuando las encuentran nos avisan con el ladrido”, informó Iván Camarillo.
Hace 30 años el médico Ulises Rendón era coordinador de la Cruz Roja de la Ciudad de México y participó en el rescate de víctimas del terremoto, hoy, habitante de León, es parte del Grupo K-9.
“Son experiencias que no puedes descifrar, te encuentras con un monstruo que no conoces, un desastre te borra del panorama a la familia, tu propia personalidad te la marca para toda la vida, sobre todo cuando vez a la gente morir”, recordó.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *