Nunca ha estado en Siria, pero sus raíces la hacen sentir lo que acontece en aquel País a la leonesa Manzura Mubarqui.
Hija de padre sirio y madre mexicana, Manzura platicó a AM cómo su papá se embarcó a sus 19 años, en los años 20 del siglo XX, para llegar a Tampico y tiempo después asentarse en León.
“La gente está en un colapso. Yo lo que veo es que los que emigran son muy jóvenes, los que se están quedando es gente que no se desprende tan fácil de la patria. Yo recuerdo que mi papá añoraba mucho su País”, compartió.
Su padre nació en la tercera ciudad más importante de Siria, Homs, anteriormente conocida como Emesa, pero salió de su País en busca de algo mejor, y en Tamaulipas abrió un negocio de ropa, para luego llegar a esta ciudad.
Parte de la familia, la mayoría, aún radica en aquella región que hoy está en la mirada del mundo.
Manzura se pronunció a favor de que México dé asilo a refugiados sirios.
“Sé que si se les da asilo, por ejemplo en Europa, creo que lo harán muy bien. El detalle es que no creo que se resuelva así, se tiene que solucionar desde adentro. El conflicto está complejo y ya están dando asilo, pero no sabemos si va a ser temporal. Sé que los sirios pueden perfectamente integrarse, perfectamente van a trabajar, la cultura tampoco es tan diferente”, expresó.
“Si quieren gente trabajadora, respetuosa y honesta, son ellos, tienen necesidad de comer, de tener prácticamente paz, estabilidad para sus familias. Pueden aportar mucho, no creo que los vayan a emprobecer, al revés, lo viví con mi papá, llegan con el deseo de crecimiento”, agregó.
Respecto a la situación de sus familiares en Siria, comentó, “están con la zozobra de lo que va a pasar, no considero que sean de los que están emigrando, pero tampoco están en una zona tranquila”.
Finalmente, confesó que aunque sus raíces la hacen sentir el problema, es el lado humano el que debe prevalecer.
“Creo que el pueblo sirio está moviendo al mundo, me sorprende que muy jóvenes están votando a favor de ellos, porque ven una injusticia que los ha orillado a salir.
“Mi papá sí platicaba, venirte a los 19 años es difícil, estoy pendiente de las noticias, es muy interesante, es un fenómeno social y económico que sí me interesa, no solo por mi ascendencia. Hay desesperanza, es pensar aquí no lo vamos a hacer, a lo mejor mi papá, y muchos de los que vinieron con él, había una búsqueda fuera de su patria, no debería ser así”.
‘Es como arrancar un árbol’
Diferentes años, diferentes países y diferentes situaciones, pero si alguien comparte el sentimiento de dejar su lugar de origen, como lo viven ahora miles de sirios, ésas son las refugiadas polacas.
“Esa gente corriendo, es como si lo estuviera viendo en vivo, es imposible que lo recuerde, pero siento algo”, compartió Walentyna Grycuk.
Se cumplieron 72 años en julio pasado desde que un primer contingente con 789 refugiados llegó a la estación de ferrocarril de León.
“Cuando yo salí de Polonia tenía dos años, realmente muchas cosas no las recuerdo, era muy pequeña, no recuerdo la peor parte”, comentó Walentyna Grycuk de González.
Durante el éxodo provocado por la Segunda Guerra Mundial, Walentyna dejó Polonia a sus dos años, y durante tres permaneció en un campo de concentración de trabajo forzado en Siberia.
“Hay una cosa muy curiosa que, aunque no me acuerde, pero cuando veo en el noticiario este montón de gente corriendo, queriéndose subir a los trenes, yo lo tengo creo que registrado en la mente, se me hacen esas escenas muy familiares”, confesó conmovida la polaca.
El barco Hermitage la trajo al continente americano cuando tenía seis años, y Walentyna asegura que ella fue muy afortunada de llegar a este País, pero acepta que la situación de los sirios en busca de hospicio es compleja.
“A la hora que veo la situación tan tremenda de tener que salirse, a nosotros nos sacaron, pero ellos están huyendo de la violencia, dejar toda tu casa, tus pertenencias, es como arrancar un árbol, es muy difícil.
“Los chiquitos se adaptan, pero la gente grande no. Recuerdo a mi abuelito, nunca estuvo a gusto, él suspiraba por sus tierras y bienes, lo tuvo que dejar todo, la gente grande tiene un sufrimiento tremendo, aunque tengas comida.
“México es un país muy generoso, pero también la situación del país no es fácil, no lo es para ningún país. Para algunos es la tragedia, para otros es el negocio de destrucción”, finalizó Walentyna.