Refugio Denicia es el tipo de inmigrante que el papa Francisco quiere conocer.

Limpia automóviles desde hace 16 años en el corazón del barrio neoyorkino de Queens con temperaturas gélidas en invierno, y hasta hace poco, semanas de 70 horas de trabajo, con ganancias muy por debajo del salario mínimo.

Tras años de explotación, el mexicano tendrá la oportunidad el viernes de conocer al papa Francisco en una escuela de East Harlem, un barrio hispano de Manhattan.

“Yo no me lo creía hasta que llegan ahora las entrevistas. Ahora me lo creo”, dijo Denicia, quien cambió el estado de Tlaxcala por Estados Unidos en 1999 y dejó dos hijos en México, de 20 y 18 años.

Tras su visita a Cuba, se espera que el papa aterrice en Washington el martes y pase más tarde por Nueva York y Filadelfia.

El pontífice pidió específicamente a la arquidiócesis de Nueva York reunirse con inmigrantes y refugiados durante su visita a la ciudad del 24 al 26 de septiembre. Además de Denicia, en el encuentro con inmigrantes en Nueva York, habrá jornaleros, menores centroamericanos que cruzaron la frontera sin sus padres, miembros de la comunidad garífuna de Honduras y jóvenes dominicanos del Bronx y Manhattan, entre otros.

La reunión con Francisco es como una recompensa para Denicia, tras años de duras condiciones laborales a cambio de poco dinero.

El inmigrante es símbolo de las luchas que a veces padecen trabajadores latinoamericanos que buscan una vida mejor en Estados Unidos. Denicia llevó a cabo con sus compañeros una ardua batalla laboral de más de dos años para lograr una mejor paga y condiciones de trabajo. Finalmente, y tras una huelga y varios paros, logró un contrato laboral con la ayuda del sindicato Retail, Wholesale and Department Store Union y las organizaciones Make the Road New York y New York Communities for Change.

Ahora el mexicano trabaja unas 50 horas a la semana, cuenta con descansos durante el día y cobra las horas extra.

Caridades Católicas, de la arquidiócesis de Nueva York, invitó al encuentro con el papa a tres limpiadores de automóviles miembros del sindicato Retail, Wholesale and Department Store Union, al que Denicia ahora pertenece.

José Reynaldo Sánchez, de El Salvador y Patricio Santiago, de México, son otros dos “car washeros”, tal y como se los conoce en Nueva York, que conocerán al pontífice.

Al menos Denicia tiene claro que, si tiene ocasión, le pedirá al pontífice que promueva una reforma migratoria.

“Hace mucho que no veo a mis papás, a mis hermanos. También le pediré igualdad para todos, que pare el racismo”, dijo el inmigrante, quien ya se ha asegurado de que el viernes le den día libre en el trabajo para ir a conocer a Francisco.

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