Este domingo se cumplieron seis años del fallecimiento del obispo Lázaro Pérez Jiménez, quien estuvo al frente de la Diócesis de Celaya por seis años.
La misa celebrada la mañana de ayer en Catedral fue ofrecida por su eterno descanso y, como es costumbre, fue presidida por su predecesor Benjamín Castillo Plascencia, quien durante la homilía mencionó que siempre se recordará con cariño a Pérez Jiménez.
“Dios que conoce el corazón de todos nos recompensa con la entrada a su reino, y él (Lázaro Pérez Jiménez) desde allá que siempre se acuerde de su Diócesis, vamos a orar porque siempre sea así”, dijo.
Posterior a la misa, Castillo Plascencia dedicó unas palabras a su antecesor, recalcando que fue un hombre que se entregó al servicio de la comunidad.
“Fue un hombre que puso siempre un buen ejemplo, recto y muy listo y modelo en muchas cosas, ahora lo que podemos esperar es que goce de la esperanza que tuvo, y que con Cristo ahora interceda por nosotros, pedimos por él porque necesitamos ser purificados”, puntualizó.
Durante este fin de semana, las sobrinas de Monseñor Pérez Jiménez visitaron la ciudad para honrar la memoria de su tío. Con lágrimas y visiblemente conmovidas por las muestras de cariño de los feligreses, Patricia y Verónica Pérez Vázquez mencionaron que es un gran orgullo que el recuerdo de Monseñor siga vivo entre los celayenses.
“Para nosotras es un gran orgullo que la gente siempre se acuerde de él, son seis años que su ausencia siempre va a estar presente, pero muy contentas de ver cómo la gente de acá lo quiso mucho y eso no tenemos con qué pagárselos, tener a mi tío aquí en Celaya es muy especial porque es su casa y eso significa mucho para su familia”, mencionaron.
Fue líder crítico
y carismático

Pérez Jiménez fue nombrado obispo de la Diócesis de Celaya el 26 de julio de 2003 por el entonces Papa Juan Pablo II, luego de la renuncia por problemas de salud del Obispo emérito Jesús Humberto Velázquez Garay.
El 9 de septiembre de ese año, Pérez Jiménez fue recibido por más de 10 mil feligreses en el estadio Miguel Alemán Valdés para convertirse en el tercer obispo de Celaya. Justo ese día celebraba su onomástico número 60.
Monseñor Pérez Jiménez nació en 1943 en Tizimín, Yucatán. Cursó sus estudios de Humanidades y de Filosofía en el Seminario Conciliar de Nuestra Señora del Rosario y San Idelfonso de la Arquidiócesis de Yucatán, y los de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.
Fue ordenado sacerdote el 21 de septiembre de 1968 en el Templo parroquial de “Los Reyes”, en Tizimín, Yucatán.
A principios de la década de los noventa, monseñor Lázaro Pérez Jiménez fue consagrado obispo, y en mayo de 1991 el Papa Juan Pablo II lo nombró obispo de Autlán, Jalisco, cargo que ocupó por casi 12 años hasta su designación como obispo de la Diócesis de Celaya.
Crítico de las administraciones municipales y de las diversas causas sociales de aquella época, Pérez Jiménez fue un líder de opinión en todos los sentidos, además su cercanía con la gente, sencillez y gran carisma lo convirtieron en líder social.
La madrugada del 26 de octubre de 2003, Monseñor Pérez Jiménez fue encontrado muerto en la habitación de un hotel de la Ciudad de México, de donde partiría a realizar un viaje a Estados Unidos. Un infarto al miocardio fue la causa de su muerte. Horas más tarde sus restos fueron traídos al municipio donde fue recibido por cientos de feligreses.
Miles de personas asistieron a la Catedral del municipio para sus funerales que duraron dos días. Sus restos fueron depositados en la parte este del altar paralelo a donde se encuentran los restos del primer obispo de Celaya, Monseñor Victorino Álvarez Tena.

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