“Haz tu mundo un poco mejor o más hermoso por haber vivido en él”, era la frase que su abuela repetía a Edward W. Bok.
Inmigrante holandés que llegó los 6 años a Estados Unidos, Bok atesoró cada una de esas palabras.
Entre su legado, además de decenas de libros editados, una autobiografía ganadora del Pulitzer y obra humanitaria, está un edificio que podría confundirse con el hogar de la princesa de un cuento.
El complejo se llama Jardines de la Torre Bok, pero su joya es la Torre Cantora (Singing Tower), diseñada por el arquitecto Milton B. Medary y adornada por el escultor Lee Lawrie entre 1927 y 1929.
Llamada por algunos el “Taj Mahal estadounidense”, la alcanzamos a ver apenas entramos a un extenso campo de naranjas, al norte del condado Lake Wales, entre Orlando y Tampa.
Mezcla de estilos art decó y neogótico, mide 62 metros de altura. Está construida con coquina, piedra originara de Florida, así como mármol gris y mármol rosado.
Una puerta dorada con inscripciones del Génesis bíblico la protege, un espejo de agua con cisnes la refleja cuan larga es, y, a su alrededor, en un pequeño estanque, nadan peces koi.
Sí, suena mágico, pero eso no es nada cuando esta Torre se pone a “cantar” cada día. Su voz es un carillón de 60 campanas de bronce, algunas con un peso de 12 toneladas. Apenas hay 600 instrumentos así en el mundo.
En ocasiones, hay conciertos a la luz de la luna, y suenan Chopin, Brahms o hasta canciones de Carlos Gardel.
“Es precioso, pero muy difícil tocarlo. Tocas con tus puños en vez de con tus dedos”, nos explica Geert D’hollander, el concertista residente del lugar, cuando lo encontramos con su ayudante.
Si la torre quita el aliento, los jardines asaltan al visitante como una invitación a la meditación, la contemplación, el romanticismo.
Entre un ejército de robles y musgos se filtran rayos de sol que acarician choclos de oro, magnolias, gordonias, azaleas, scutellarias, lirios, aloe.
Parejas mayores sentadas en bancos escuchan la naturaleza, enamorados sacan fotos a mariposas o ardillas amistosas, y familias, simplemente, platican o escuchan el canto de las más de 162 aves que habitan aquí.
“Esto es un espectáculo de la naturaleza, no nuestro. No hay shows agendados”, dice con humor una placa.
Amigo de Julio Verne y Rudyard Kipling, Bok decidió erigir su homanaje a Estados Unidos, hoy considerado un Hito Histórico Nacional sobre una de las mayores elevaciones de Florida: el cerro Iron Mountain, de 90 metros de altura.
Desde allí, el editor por tres décadas del Ladie’s Home Journal veía el amanecer y el atardecer, buscando inspiración, nos cuentan.
Murió el 9 de enero de 1930, casi un año después de que el Presidente Calvin Coolidge inaugurara su obra. Sus restos, están enterrados en una discreta tumba frente a la Torre Cantora, piedra angular de su mundo de fantasía.
Su abuela, seguramente, está orgullosa de él.

Cómo llegar

Aeroméxico y Volaris vuelan directo de la Ciudad de México a Orlando. Saliendo de Guadalajara  y de Monterrey, Aeroméxico llega a Orlando con escala en el DF. Otra opción, desde ambas ciudades, es viajar con Delta a Orlando con conexión en Atlanta. Desde el Aeropuerto hay que conducir poco más de una hora hacia el suroeste para llegar a la Torre.

DÓNDE DORMIR
Terrace Hotel. En pleno corazón de Lakeland, con vista al lago Mirror de la ciudad. Desde mil 568 pesos por persona en ocupación doble.
The Ritz Carlton Orlando. Con arquitectura estilo italiana, cuenta con campo de golf de 18 hoyos. Desde 4 mil 496 pesos por noche en ocupación doble. 

DÓNDE COMER
Harry’s Seafood. Aquí se encuentran los mejores mariscos de la región, como atún y camarones, así como especialidades al estilo Nueva Orleans, como el Jambalaya (arroz con camarones, pollo y salsa).
Fresco’s Bakery & Bistro. Además, es el único bar en Lakeland enfocado en el bourbon. Entre sus platillos favoritos se encuentra la pechuga de pato, bañada en mostaza de arándano.

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