James Bond, Ethan Hunt, George Smiley, Jack Bauer y Jason Bourne se sentirán como en casa en este lugar.
Es el Spy Museum de Berlín, inaugurado en septiembre dentro de un edificio de 3 mil metros cuadrados antigua sede de la Stasi, el aparato de inteligencia de la República Democrática Alemana.
El sitio, ubicado en la Plaza Leipziger, es un templo consagrado a la historia del “segundo trabajo más antiguo”: el espionaje, de acuerdo con Conrad Rausch, encargado de relaciones públicas del nuevo recinto.
“El objetivo del museo es dar, con la máxima neutralidad, una visión del mundo del espionaje a la gente de todo el mundo. Ningún otro lugar sería más adecuado para este propósito que la antigua ‘capital de los espías’”, explica Rausch.
Los “agentes infiltrados” que acudan a este museo hallarán una multitud de pistas para comprender la apasionante y nebulosa historia del espionaje, desde los militares soplones del poderío egipcio, pasando por personajes legendarios, como Mata Hari, hasta llegar a quienes ocupan hoy los espacios noticiosos, como Julian Assange y Edward Snowden, o los ficticios, como James Bond.
El sitio exhibe 300 piezas que dan cuenta de la evolución de esta actividad, como la famosa máquina Enigma, utilizada para decodificar los mensajes nazis en la Segunda Guerra Mundial, regaderas con cámaras integradas, una pistola-lápiz labial y paraguas que agentes utilizaban como armas.
El impulsor primigenio del proyecto, explica Rausch, es el curador Franz-Michael Günther, quien comenzó a bosquejarlo hace una década.
“Debido a nuestra red de contactos y nuestra larga investigación fue posible ponernos en contacto con ex espías y técnicos de servicios de inteligencia. Ahora las ‘cámaras secretas’ de este mundo oculto están abiertas.
Y los mecenas del recinto, como si fueran ellos mismos agentes, permanecen en las sombras.
“Así como los inversionistas se comprometieron a no interferir respecto a los contenidos del museo, nos comprometimos a mantenerlos fuera de los reflectores. Pero podemos decir que por su aproximación científica en cuanto a concepto y realización, el museo fue reconocido como tal por el Senado de Berlín antes de su apertura”, aclara.
De acuerdo con Rausch, el equipo de curadores del Spy Museum se conforma de historiadores, periodistas, filósofos y profesionales de los museos, todos siempre apoyados por expertos, testigos y otrora protagonistas del mundo del espionaje.
La meta a mediano plazo es ubicarse en la lista de las 10 atracciones turísticas más importantes de Berlín, para ello, debe recibir, al menos, medio millón de visitantes por año.
Rausch se mostró confiado de lograrlo debido a la locación privilegiada del recinto, en pleno centro de Berlín, así como por la atractiva tecnología utilizada en el museo.
Interactivo y moderno
La interactividad forma parte central de la experiencia también: el recinto ofrece al visitante la posibilidad de atravesar laberintos de detectores láser, ser grabados con cámaras infrarrojas o participar en un juego donde se le revela si se cuenta con el perfil para trabajar como espía.
Y la cafetería no está ajena a la temática. Allí se sirve el que se presume era platillo favorito de Mata Hari, una de las espías más famosas de la historia.
La oferta de este museo berlinés resuena con el contenido de sus pares en Washington, Estados Unidos (el International Spy Museum), y en Tampere, Finlandia (el Vakoilumuseo).
El Spy Museum abre  todos los días, de 10:00  a 20:00 horas. Los boletos tienen un costo de 18 euros.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *