De los sacerdotes casados en el último medio siglo (desde el Concilio Vaticano II, en 1965), se ha dicho que eran unos desertores. Desde hace una década aparecen como profetas. Hay en todo el mundo unos 90 mil, de los que 6 mil 500 son españoles. Son muchísimos si se tiene en cuenta que la Iglesia romana tenía el año pasado 413 mil curas (19 mil en España), además de un grave problema de vocaciones.
Con las cifras de católicos que cuenta El Vaticano (mil 214 millones), la proporción entre pastores y ovejas (la terminología al uso) es preocupante, según estimaciones del propio Papa Francisco: 2 mil 939 feligreses por Sacerdote y 236 mil 555 por Obispo. Este es el primer análisis del Congreso Internacional de la Federación Europea de Curas Católicos Casados (FICCC) que se celebró el fin de semana en Guadarrama, Madrid.
Europa es el continente donde más se aprecia la crisis del catolicismo. “Una viña devastada por los jabalíes del relativismo”, dijo en 2010 el Papa emérito Benedicto XVI. Al descenso de vocaciones sacerdotales, se une una disminución del 9% de párrocos en activo y el envejecimiento del Clero restante (66 años de media de edad).
¿Son la solución los curas casados, mejor dicho, decretar el celibato opcional, no obligatorio, como han hecho las demás religiones cristianas, e incluso abrir el sacerdocio a la mujer, como las iglesias protestantes?
Francisco tiene sobre la mesa esas opciones. Incluso reconoció el año pasado que la relajación de las leyes del celibato es una puerta abierta, descartando, en cambio, de raíz, la ordenación de mujeres.

Impedimento medieval

La ley del celibato obligatorio (de forma que la ordenación sacerdotal se convierte en impedimento para contraer matrimonio) fue promulgada en el II Concilio de Letrán, en 1139. Hasta entonces los sacerdotes se casaban, y también los papas.
Aunque el Vaticano II pareció que iba a abrir una puerta hacia el celibato opcional, las reglas no se han movido. Pero sí lo han hecho decenas de miles de sacerdotes, en una crisis que ha diezmado, o más, los efectivos clericales.
El debate ahora parece imparable. Los curas casados, sin embargo, han sufrido un calvario. El sacramento del sacerdocio, como el del matrimonio, es para siempre, de forma que sólo se puede anular si se demuestra que se tramitó con graves defectos de forma y fondo. Roma rara vez acepta salidas de este tipo, de forma que muchos sacerdotes casados abandonaron el ejercicio de su función sin más trámites y sólo una minoría optó por pedir la reducción al laicado.

Por el celibato opcional

Es un trámite que lleva años y que no siempre termina bien. Esto dicen las normas de El Vaticano, aprobadas bajo el Pontificado de Pablo VI, inicio de la crisis, bajo el título “Sacerdotalis coelibatus”.
En contados casos, el Cura casado ha seguido ejerciendo como tal con el consentimiento tácito de su Obispo, siempre que hubiera una comunidad de fieles que lo aceptase. Hay cientos de casos en España. También hay ya medio millar de sacerdotes casados a cargo de parroquias por encargo episcopal.
Desde la jerarquía eclesiástica se han manifestado posiciones diferentes ante este triple objetivo, como verificó el comité ejecutivo de la FICCC entre 1993 y 1996, cuando logró entrevistarse con obispos y cardenales de distintos países.
El cardenal Lorscheider, de Brasil, les dijo: “Ustedes no son desertores, sino pioneros”; el Cardenal Dom Luciano, también de Brasil: “¿A qué este desperdicio de curas?; el Cardenal Hume, de Inglaterra: “Hablaré con Roma”; el Obispo Pere Casaldáliga, en una eucaristía en su casa de Sao Felix, Brasil: “Os ha tocado defender el celibato como a mí a los pobres de Brasil. Hacedlo con dignidad, perseverancia y diálogo”, y el Obispo emérito de Madrid, Alberto Iniesta: “El Evangelio no me autoriza a deciros que lo que estáis intentando no sea evangélico. Va a ser un camino largo. Hacedlo desde y con la comunidad”.
El porcentaje de aceptación del Cura casado, según las últimas estadísticas publicadas, asciende al 80% en EU, el 75% en Europa y del 73% en España.
Además, la FICCC, que agrupa a 34 países de cuatro continentes, debate otros principios, que son objetivos “de menos a más”, en palabras de  Julio Pinillos, casado y, pese a todo, aceptado como Cura en una comunidad de feligreses en una de las barriadas de Madrid.
“Son la defensa del celibato opcional, más la renovación de los ministerios y la procura de una Iglesia servidora del hombre de hoy”, dijo.

TODO POR AMOR

413 mil curas contaba la Iglesia católica hasta el año pasado en todo el mundo.

90 mil de éstos están casados.

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