Para Gustavo Guraieb Ranth, la actitud y ganas de emprender fueron superiores a la comodidad que vivía en un puesto gerencial de la empresa Condumex.
Su paso por la compañía fue su mejor escuela y estar dispuesto a enfrentar obstáculos para crear su propia historia fue su mejor decisión.
Su esposa, Dolores Padilla, se convirtió en su mejor aliada al momento de formar las bases de su empresa GURPA, y después de 30 años de matrimonio y 27 como socios laborales, se consideran el binomio perfecto.
“Algunos dicen que yo soy la cabeza y ella el corazón de la empresa, porque tiene esa parte de sensibilidad”, comparte Gustavo Guraieb.
“La prioridad es nuestra familia, hemos mantenido una relación de respeto y confianza, en la fábrica él es director general y yo soy una parte más del staff de la organización”, añade Dolores Padilla.
En una charla con el presidente del Consejo Coordinador Empresarial de León y su esposa, comparten el éxito de su alianza como pareja y empresarios.
La empresa
GURPA fabrica la bolsa y el empaque flexible especializado para el sector alimentos en todas sus especificaciones.
Son líderes en fabricación de saco industrial en sus tres modalidades: sello industrial, fondo cuadrado y valvulado para alimentos, químicos y construcción principalmente.
Su más reciente producto es un producto del área de tecnología, con el desarrollo de bolsas y empaques dirigidos al sector de agroalimentos y cuya marca es Conser Bag.
Para lograrlo este producto hicieron alianza hace cinco años con BioBag, de René Solano, presidente de Canacintra, y ahora comienzan a darse los primeros éxitos.
Para 2016 prevén duplicar su planta productiva a 7 mil metros cuadrados.
Este crecimiento de la capacidad permitirá que en los próximos dos años crezca el equipo laboral de la empresa hasta un 50%.
El producto de GURPA es comercializado en mayor volumen para clientes nacionales y han exportado eventualmente a Estados Unidos, Cuba y Centroamérica.
Usted colaboraba en el área gerencial de Grupo Carso y renunció para emprender un sueño. Sabemos que vendió su casa para comprar sus primeras tres máquinas. Cuéntenos su interesante historia que hoy lleva por nombre GURPA.
-Inicié mi carrera profesional, después de egresar como Ingeniero Químico, trabajé para Condumex seis años y ese paso por la gran industria me dejó una sólida escuela. Hablamos de un grupo que invierte en su estructura, en la capacitación. Mi desempeño en el área de investigación y desarrollo me permitió desde joven entender la importancia de la tecnología, innovación y desarrollo.
Gracias a la empresa trabajé un año en Milán, Italia, para la división de conductores eléctricos de Pirelli, que era socia estratégica de Condumex; también trabajé tres meses en Pirelli Brasil, en Sao Paulo, estudiando el proyecto que recién habían arrancado de un Centro de Investigación y Desarrollo. Aprendí procesos de fabricación de conductores eléctricos y tuve oportunidad de desarrollar una especialidad en plásticos.
¿En qué momento usted decide dejar de ser “cola de León” para convertirse en “cabeza de ratón”?
A finales de los 80’s me surge la inquietud y oportunidad de venir a vivir a León con mi familia, casi recién casados, y también la oportunidad de aprovechar el momento de ya no venir a emplearme, sino emprender, de iniciar mi propio negocio. Se combinan estas dos situaciones, salgo al interior para buscar una mejor calidad de vida, ya comenzaba la inseguridad en la Ciudad de México y qué mejor que hacerlo en un negocio con procesos que ya conocía, como eran los procesos del sector plástico, aprovechar también la oportunidad de algunos negocios de familiares y amigos que podían ser nuestros primeros clientes.
¿Cómo fueron los inicios de GURPA?
En 1988 iniciamos operaciones en una nave de 500 metros cuadrados, 10 personas y con una sola línea de producción para hacer bolsa de camiseta (como la que se usa en los supermercados). Nuestro primer cliente fue una cadena de zapaterías y es cuando precisamente me doy cuenta que todo lo aprendido como empleado comenzaba a generarme emprender con menos incertidumbre.
Cuando se encuentra uno en una zona de confort es doblemente difícil convencerse de emprender, en su caso, ¿sucedió?
Sin duda, me iba muy bien, seguramente que iba seguir creciendo, mi renuncia fue sorpresiva para ellos (para Condumex) y a mí también me dolió porque era una empresa que quería. Pero era el momento y créeme que es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Imagínate la balanza entre tener todo y decidirte por algo que no existe, no es cosa sencilla. Por eso yo recomendaría a los emprendedores que más allá de la escuela, primero se preparen en la práctica y luego si su deseo es emprender, háganlo.
Después de que comenzó su formación como emprendedor, ¿hubo algún momento en donde pensó en declinar?
Cambias una jornada de ocho horas y un trabajo estable por jornadas de 14 horas en un lugar incierto. El arranque de un negocio -el que sea- siempre es difícil, sacrificado, no puedes pensar que las utilidades y el éxito llegarán rápidamente. Los primeros seis meses fue más hacer desperdicio que ganancia, te llegas a estresar mucho y considerar que si mañana, el siguiente mes esto sigue sin funcionar, ¿qué voy a hacer? Tuvimos que vender nuestra casa para comprar máquinas, llegar a rentar… Así fue el inicio. “Catafixié” mi casa por tres máquinas que no sabíamos si iban a funcionar y en este proceso me acompañó desde un principio mi esposa. En todo el proceso estuvo mi mujer.
¿Cuál es para usted el valor agregado que ha permitido el desarrollo integral de su empresa GURPA?
La empresa no sólo ha crecido por su número de empleados, producción, facturación, sino por tener una estructura profesional, con mejores perfiles, gente más capacitada, con gente y procesos especializados, con una estructura que se va haciendo más completa y más sofisticada, con áreas como sistemas, como tecnología y desarrollo, con un área de gestión de calidad pensada en nuestros procesos.
En estos seis años hemos evolucionado, hemos trabajado mucho en profesionalización y especialización, lo que nos ha llevado también a esa posibilidad de desarrollar internamente nuevos o mejores materiales, procesos, productos e incluso equipo ya fabricado por nuestros tecnólogos y hemos diversificado a mercados industriales, especializados, con mayor valor agregado.
¿Cuál es para usted ese factor que genera que muchos negocios no superen la famosa curva del aprendizaje de los dos años?
Sientes que haces de todo y no te alcanza. La pequeña empresa sufre ese círculo vicioso de no tener ese mínimo de rentabilidad de actividades para poder reinvertir en una operación que te permita sacar la cabeza y decir “bueno, le voy a invertir a otro nivel para hacer productos con mayor calidad, innovadores, con menor competencia y vender a mayor precio para crecer a mayor ritmo”.
Es una falta de cultura empresarial, la principal carencia que debemos reconocer y tratar de subsanar, nos caracteriza ese aislamiento, ese individualismo, el rol de dueño nos hace mucho daño en un momento determinado. Como no existe nadie que te cuestione como empresa, llegas a pensar que lo sabes todo, que tú tienes la razón y no escuchas. Eso es muy peligroso, deben mantenerte en contacto con el medio, aprender constantemente, tener contacto con universidades, centros de investigación, es el secreto para mantenerse con vida y lograr ese proceso que busca la recuperación de la rentabilidad.
Uno de los sellos que distingue a GURPA es la diversificación. Una apuesta que no todos los empresarios están dispuestos a pagar.
Tuvimos primero la diversificación de cartera, el primer brinco fue después de cinco años, y empezamos a tener una diversificación de cartera razonable. Lo que te da la posibilidad de diversificar, porque además te queda claro que es una necesidad. Sólo puedes darte cuenta de ello por la experiencia que vas adquiriendo, a veces a golpes, problemas, con errores, desperdicio y devoluciones. Se requiere de experiencia más un mínimo de rentabilidad, y claro, una visión de mejora para pasar a otro nivel. Es así como empiezas romper esos círculos viciosos y existe uno muy claro: no puedes crecer y consolidar tu empresa, si no tienes gente confiable.
La base es la gente y eso lo aprendimos con el tiempo y es otro de nuestros secretos. Nuestro principal activo es la gente, no nuestras máquinas. Tenemos a gente que su trabajo es que el capital humano tenga las herramientas necesarias para su desarrollo.
Entonces en su empresa, ¿el cliente no es primero?
El cliente no es lo primero, lo primero es nuestra gente, luego clientes y proveedores. Con esa filosofía que se aprende también con el tiempo, se sufre menos y se obtienen mejores resultados y para llegar ahí no basta con leerlo o escucharlo en un curso. Lo tienes que sufrir, entender y tener esas utilidades de poder decir me puedo dar el lujo de contratar gente de mejor perfil.
Muchos empresarios se van muy “cortos” en el presupuesto de la gente y eso es el primer factor que alimenta el circulo vicioso. Y lo viví y lo sufrí muchos años. Para innovar, primero hay que sufrir las insuficiencias, hay que superar la etapa de supervivencia y luego invertirle aunque no veas resultados corto plazo.