Anita Cabrera vende cerillos, estropajos y rastrillos, ya que a su avanzada edad no encuentra trabajo.
Ella se ubica a un costado del Mercado Gildardo Magaña, desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la tarde, e indicó que vende muy poco, por lo que invitó a los que transitan por allí que le compren algún producto.
“A veces sólo vendo 20 pesos que me sirven para comprar tortillas y poder llevarle de comer a mi hermano, que se encuentra en la misma situación de vulnerabilidad que yo”.
Anita no sabe leer ni escribir, y se apoya de otras 2 compañeras que se dedican también a vender cerillos, servilletas y vestidos que ellas tejen.
Agregó que espera a que la autoridad la incluya en alguno de sus programas pues ha recibido ningún apoyo para vivir de manera digna.

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