En la comunidad Palo Colorado, municipio de San Felipe, los habitantes consumen agua de dos presas contaminadas con altos niveles de aluminio.
Los efectos a la salud se han manifestado en problemas neurológicos en decenas de habitantes de ese poblado.
De acuerdo con una alerta de la Agencia para Sustancias Tóxicas, del Departamento de Salud de Estados Unidos, la exposición a niveles altos de aluminio puede causar problemas neurológicos, como demencia, pérdida de memoria, apatía y temblores severos.
Lo anterior, porque las altas concentraciones de aluminio afectan al sistema nervioso central.
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) recomienda un límite de 0.05 a 0.2 miligramos por litro (mg/l) para aluminio en el agua potable, mientras que en México la norma de salud 127SSA1 establece un tope máximo de 0.2.
Sin embargo, en el poblado de Palo Colorado, las concentraciones de aluminio en el agua superan 1.22 miligramos por litro, es decir, seis veces el máximo permitido por las normas de salud, de acuerdo con un análisis elaborado por el laboratorio ABC Analitic, por encargo de la Comisión Estatal del Agua.
AM constató que al menos 14 familias, en el pequeño poblado, tienen integrantes con problemas de habla, movimientos involuntarios y falta de capacidad para entender y mantener una conversación. Estos daños neurológicos masivos los atribuyen al agua contaminada que consumen los alrededor de 400 habitantes de la comunidad.
“Cantidades altas de aluminio pueden dañar al feto en desarrollo ya que pueden retardar el desarrollo neurológico”, es otro de los daños enlistados por la alerta de la Agencia para Sustancias Tóxicas.

Exposición prolongada

La presa que abastece de agua a la comunidad tiene cerca de 100 años, explicó Pablo Barraza Delegado, habitante de Palo Colorado.
La llamada “presa chica” fue ampliada en 1976, por el crecimiento de nuevos habitantes.
Hace 15 años se construyó una segunda presa al sur de la comunidad bajo el nombre “De La Cruz”.
A través de Comisión Estatal del Agua se realizó un estudio por Laboratorios ABC Analitic, que arrojó que el agua que surten ambas represas no es apta para el consumo humano.
En marzo del 2015 fueron analizadas las pruebas de agua que resultaron con metales pesados como aluminio, además de fierro y material fecal, por encima de la norma 127-SSA.
El nivel de aluminio encontrado fue de 1.22 mg/l, seis veces por encima del tope máximo establecido por la norma, que es de 0.2 mg/l.
Mientras que la concentración de fierro detectada fue de 0.76 mg/l, también por arriba del límite de salud, que es de 0.30.
“Se detecta la presencia de organismos coliformes totales y fecales, éstos últimos indican una contaminación por materia fecal reciente, ambos parámetros fuera de norma”, advirtió la jefa del laboratorio Victoria Méndez Ramírez, en el reporte entregado a la Comisión Estatal del Agua.
A pesar de los resultados, algunos habitantes continúan consumiendo el agua de la presa, pues son pocas las familias que tienen un aljibe o pila para almacenar agua de pipa.

‘No estamos enterados’

Miguel Ángel Jaramillo, secretario del Ayuntamiento de San Felipe, dijo que desconoce los estudios que se hicieron en la comunidad Palo Colorado, que muestran altos niveles de contaminación del agua con químicos, como aluminio y fierro.
“Oficialmente no tengo conocimiento de esto, que le haya informado a la nueva administración, en la anterior pues yo no sé, hay pendientes que se entregan, pero también lo desconozco”.
En el transcurso de la entrevista, el funcionario mostró desinterés por el tema de la contaminación del agua, pues se dedicó a enviar mensajes de su celular o realizar llamadas.
Confesó que ni siquiera sabía dónde está la comunidad donde ocurre el problema de contaminación, con el argumento de que son más de 400 localidades en el municipio de San Felipe.

Ocultan información

AM realizó a varios municipios de Guanajuato solicitudes de acceso a la información para conocer los estudios de la calidad del agua que realizan en sus fuentes de abastecimiento.
Sólo en el caso de San Felipe se respondió que la información estaba reservada hasta el año 2020.
Sin embargo, en la respuesta de información no se especificó el motivo para que los estudios de la calidad del agua no se dieran a conocer.
El Secretario del Ayuntamiento reconoció que no se tenía que haber contestado solamente como reservada y se tendrían que dar los argumentos para clasificarla así.
Por la tarde, el titular de la Unidad de Acceso a la Información, Arnulfo Medina, envió un comunicado en el que ratificó que la información estaría clasificada por 5 años porque “compromete la seguridad del municipio”.
“El daño que puede producirse con la liberación de la información es mayor que el interés público de conocer la información de referencia”, menciona el acuerdo de reserva 11/2015 realizado el 13 de octubre pasado, tan sólo tres días después de que entró la nueva administración municipal.

La alerta médica

El estudio sobre la calidad del agua de las presas que abastecen de agua a Palo Colorado se inicio luego de que Tomasa Barraza Arriaga, habitante de la comunidad, fuera internada en un hospital de León por un fuerte dolor de estómago hace dos años.
Los médicos le diagnosticaron presencia de metales pesados en su organismo.
Tomasa le entregó a su hermano Pablo Barraza, delegado de la comunidad, un documento firmado por el médico donde explicaba que la presencia de metales fue causada posiblemente por el consumo de agua, por lo que debían enterar a las autoridades de San Felipe.
“Le llevé el papel al anterior Presidente”, dijo el delegado. “Pasó mucho tiempo y nunca nos hicieron caso, hasta que por medio de una asociación se logró el estudio”.
Con tratamiento médico, la señora Tomasa logró aliviarse. Sin embargo, cuatro de sus hijos resultaron afectados con problemas neurológicos, pues no logran coordinar actividades cotidianas ni entablar una conversación.
En Palo Colorado no es la única madre que tiene hijos en esta condición de salud.
Pablo Barraza aseguró que en el poblado habitan al menos 30 personas entre 20 y 40 años de edad que tienen problemas mentales.
“Nos dicen, el rancho de los locos”, dijo con pesar el delegado.

Familias enfermas

En un recorrido por la comunidad, AM detectó al menos 14 familias con hijos con problemas neurológicos.
María Laura Aranda Picón, de 42 años; Rosa de 41 y Daniel de 38 años, son tres hermanos que nacieron bajo las mismas condiciones de salud.
Como sus padres ya fallecieron, María Laura se hizo cargo de la casa.
Todas las mañanas se despierta a las siete de la mañana para moler el maíz y hacer tortillas y el almuerzo para sus dos hermanos; por la tarde prepara la comida.
“Hago tortillas para mis hermanos y sopa de la que sea, y también nopalitos. Y me acuesto en mi cama y otra vez comemos”, platicó en pausas.
Su hermana Rosa ayuda a lavar la ropa a un costado de la presa.
Hay una cuarta hermana, de nombre Paula, que nació sana, sin problemas mentales, y que está al pendiente de sus hermanos enfermos, quienes viven solos.
“Lo pesado es mantenerlos y vestirlos porque ellos no saben y no pueden trabajar, me las veo bien negras”.
Paula también tiene un niño de 13 años con deficiencia mental.
“Sí, es muy difícil porque tengo a mi hijo en la misma condición”.

TESTIMONIOS

Sabía que no se iban a curar

Antonia Barajas tiene tres hijos y un nieto que sufren deficiencia mental.
Bonifacio de 42 años de edad, Jesús Argelio de 38 y Marco Antonio de 30 son los nombres de sus hijos enfermos, quienes son incapaces de relacionarse con otras personas.
La comunicación con los tres hermanos se limita a breves respuestas o a sonidos como ¡hey, sí, ajá, no…!
Antonia comentó que de nueve hijos que procreó, seis están sanos, pero uno de sus nietos, de nombre Ceferino, de seis años, ya empezó a manifestar también problemas mentales.
“Desde que nacieron yo sabía que no se me iban a curar, el DIF sólo me ayudó unas veces con despensa, cuando se murió mi esposo hace seis años. Desde entonces me las he visto bien difícil para darles de comer”.

‘Ahorita ya mejor leparamos con los hijos’

Dos de los tres hijos de Alfredo Aranda Barraza padecen discapacidad mental. Aun así, los niños de 8 y 13 años ayudan en las labores del campo.
Alfredo platicó que su tercer hijo no podía hablar bien ni caminar, así que decidió ya no “encargar más familia”.
“Ahorita ya mejor le paramos, porque si salen así como ellos, ¿para qué tener más hijos?”, expresó mientras llenaba unos tanques con agua de la presa contaminada.
El habitante de Palo Colorado platicó que al nacer Omar -que actualmente tiene 13 años- no le vieron nada anormal, hasta que comenzó a crecer y presentó dificultades para hablar y caminar.
Lo mismo sucedió con Saúl de 8 años, aunque él camino más pequeño y actualmente lo está llevando cada semana a rehabilitación a una escuela para niños especiales en San Felipe.
“Los dos tienen problemas para hablar, uno sabe que no están bien de la mente. Cuando nacieron los doctores nos decían que estaban bien de todo, pero creciendo nos dimos cuenta que no”.
Aunque Alfredo Aranda ha escuchado que el agua de la presa está contaminada, él la sigue utilizando.
“Toda la vida llevamos agua de aquí, ya no la tomamos, pero sí la usamos para lavar y bañarnos”.
Nace con hidrocefalia
“A mí nunca me han dicho los doctores por qué mi niña nació así”, dijo Celia Barraza, mamá de Juana Celen, de 5 años, que padece hidrocefalia.
La mujer platicó que al nacer la niña estaba muy bien, pero al paso del tiempo comenzó a convulsionarse y detectó que le estaba creciendo mucho su cabeza.
“Sólo puede mover una parte de su cuerpo, por esos se me cae a cada rato cuando la dejo sentada”.
A sus 5 años Juana Celen sólo sabe pronunciar las palabras “papá”, “mamá” y “agua”. Celia comentó que aprende algunas nuevas palabras, pero las olvida rápidamente y ya no las repite.
Por un tiempo la estuvo llevando al CRIT Teletón de Irapuato para rehabilitaciones y estaba teniendo importantes avances en su cuerpo, pero la falta de dinero hizo que ya no acudieran.
“Me gastaba más de 250 pesos de pasaje cada que la llevaba a Irapuato, tomaba tres camiones y era muy pesado porque no tenemos dinero, mi esposo trabaja en la obra en León y gana muy poco, me da pesar porque sí estaba mejorando mucho”.

Tiene 6 hijos enfermos

Ofelia Aranda Picón y José Guadalupe Solís tuvieron ocho hijos, de los cuales seis tienen discapacidad mental.
“Algunos nacieron aquí en el rancho porque me aliviaba con parteras, pero nunca les hemos hecho estudios para saber porque están así”, dijo la señora Ofelia, quien vive con sus hijos en la parte norte del rancho Palo Colorado, a unos 100 metros de la Presa Chica.
Sus hijos Jesús de 15 años, Miguel de 17, Leandro de 21, Rolando de 23, Álvaro de 27 y Juan Francisco de 30, tienen problemas para hablar y caminar.
Sólo Florencio, de 25 años, el séptimo de los hijos, trabaja como obrero en León y apoya a sus padres con 200 pesos a la semana.
“Con eso compro diario un bote de 20 kilos de masa y tres kilos de frijoles para darles de comer, gracias a Dios están sanos y casi no se enferman”.
Sebastiana de 21 años, es la única hija mujer, y a pesar de que nació sana, comenzó a tener problemas de salud hace un año.
“Cuando salimos al barbecho y regresamos la encontramos tirada, desmayada. Ella nació bien pero ahora nos preocupa que esté así”.
Con una sonrisa en su rostro, Sebastiana escucha a su madre; de pronto entra y sale de su casa y se queda viendo fijamente hacia el campo.
“¿Para qué nos quejamos? Ahí poco a poco los hemos visto crecer, pero sí ocupamos mucha ayuda porque estamos muy pobres”.

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