Uno de los modos más adecuados para combatir el calentamiento global es imponer un precio a la contaminación del anhídrido carbónico, según algunos líderes mundiales en la cumbre internacional sobre el clima, entre ellos el presidente estadounidense Barack Obama.
Ya sea imponer un impuesto a dichas emisiones o aplicar un precio al carbono y comerciar con la contaminación del carbono como un producto cualquiera contribuirá a encauzar el capitalismo a un futuro en el que no se atrapen gases contaminantes en la atmósfera, dijeron líderes de México, Chile, Francia, Alemania, Canadá y Etiopía, además de los titulares del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo.
“Creo desde hace tiempo que el modo más elegante para impulsar la innovación y reducir las emisiones de carbono es ponerles precio”, afirmó Obama el martes en conferencia de prensa en París. “Evidentemente no me hago ninguna ilusión de que este Congreso imponga nada por el estilo”.
El número de naciones, provincias, estados o ciudades que han puesto precio al carbono se ha triplicado el año pasado y asciende ahora a 40, incluso algunos estados de Estados Unidos, dijo el lunes el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Young Kim. Kim y otros señalaron los impuestos al carbono en Francia, Suecia y Columbia Británica, en Canadá, como ejemplos.
Los economistas saben desde 1923 que “la economía sagaz aplica impuestos a lo malo y no a lo bueno”, comentó Andrew Steer, presidente del Instituto de Recursos Mundiales, ex economista de Wharton que no integró la iniciativa multinacional sobre precios al carbono. Lo comparó a imponer impuestos a los cigarrillos para reducir el consumo, aunque aclaró que otros métodos de intercambiar créditos sobre contaminación de carbono no equivalen a lo mismo.
Obama lo comparó a “un texto sobre economía básica”.
“Sencillamente no podemos darnos el lujo de seguir contaminando el planeta al ritmo actual”, afirmó Kim. “Imponer precios al carbono es crítico para reducir las emisiones, preservar nuestro ambiente y proteger a los más vulnerables”.
El nuevo primer ministro canadiense Justin Trudeau dijo que el impuesto al carbono de Columbia Británica demuestra que dicha medida no es perjudicial para la economía.
La combustión de combustibles fósiles tiene consecuencias para la salud pública y la mortandad, costos que ha reconocido la Corte Suprema de Estados Unidos, observó el economista Gary Yohe, de la Universidad Wesleyan, que no participó en el encuentro de París.
“La energía barata y sucia no es barata para el planeta ni para la salud de nuestro pueblo”, afirmó la presidenta de Chile Michelle Bachelet en la cumbre de París. “Cuando se incorporan impuestos a nuestras políticas climáticas podemos controlar las fuerzas del mercado que pueden conducir a cambios profundos en nuestras pautas de emisiones”.
Europa tiene precios al carbono, y la clave para el futuro es que toda nación aplique algún tipo de precios uniformes para el carbono a fin de que los intereses energéticos no pasen a otra nación en busca de combustibles sucios, afirmó la canciller federal alemana Angela Merkel.
Kim dijo que el intercambio de créditos puede funcionar tan bien como el impuesto al carbono. Pero el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Angel Gurría, afirmó que el impuesto es mucho mejor: “debemos poner un precio oneroso para penalizarlo”.

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