“No más petróleo regalado”, anunció ayer el líder opositor venezolano Henrique Capriles como inicial y prioritaria declaración de intenciones, tras la derrota de Nicolás Maduro en las elecciones.
El rechazo de la oposición a la llamada diplomacia petrolera nada tiene de extraño, pues precisamente era este el corazón del chavismo en su proyección hemisférica e internacional.
“Desde el inicio, para la revolución bolivariana el petróleo fue un eficaz instrumento de política exterior, útil tanto para fraguar un eje latinoamericano de izquierdas como para conseguir apoyo y votos en los organismos internacionales”, indica el economista cubano Carmelo Mesa-Lago.
Al diseñar el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) como contrapoder a Washington en la región, Hugo Chávez y Fidel Castro -no hay que olvidar que el sueño bolivariano y su diseño práctico fue cosa de ambos- coincidieron en que la solidaridad sin dinero y combustible no era nada.
Así nació en 2005 el bloque de Petrocaribe, inicialmente con 14 socios y hoy con 17 naciones de Centroamérica y el Caribe en sus filas.
En 10 años Petrocaribe suministró 301 millones de barriles de crudo a precios preferenciales a los países firmantes, nada menos que un 40% de sus necesidades, según datos oficiales.
En algunos casos, la generosidad de la escala de financiamiento llega al 50% de la factura petrolera, a lo hay que sumar dos años de periodo de gracia con intereses muy bajos, de entre el 1% y el 2%. Hasta los convenios prevén plazos de pago de 17 a 25 años si el precio del petróleo en el mercado internacional es muy elevado.
Lealtades poderosas
El sueño bolivariano y sus matemáticas generaron durante una década lealtades poderosas en una comunidad de países siempre castigados por la crisis, léase República Dominicana, Guyana o Nicaragua.
La ayuda bolivariana, bien en petróleo o sus derivados solidarios -como la diplomacia de las batas blancas, de los médicos cubanos-, también llegó estos años puntualmente a la mesa de los aliados ideológicos del ALBA, Ecuador y Bolivia entre otros, y a la de amigos como el Uruguay de Mujica o la Argentina de Cristina Fernández, través de acuerdos con grupos regionales como Mercosur.
Países como Cuba tenían, además, convenios bilaterales con Venezuela que suponían elevados subsidios -la isla recibía 105 mil barriles diarios a precios preferenciales-, pero ahora todo esto peligra, señala Mesa-Lago.
“La caída de los precios del petróleo ya había obligado al Gobierno de Maduro a reducir las ayudas. Hoy, con la victoria de la oposición, el nuevo Parlamento seguramente revisará todos estos acuerdos”, señala.
El Caribe ha de prepararse para el fin del petróleo a precio bolivariano.