Syed Farook llevaba cinco años planeando un atentado. Finalmente, lo hizo contra sus compañeros de trabajo de los servicios de salud de San Bernardino, California, el 2 de diciembre, durante una fiesta de Navidad. Mientras Estados Unidos buscaba respuestas, un hombre de 24 años llamado Enrique Márquez, que trabaja en un Walmart cercano, las tenía casi todas.
Al día siguiente,Márquez se bebió nueve botellas de cerveza y se presentó en un hospital, donde fue ingresado en el módulo de psiquiatría. Entre el 6 de diciembre y el pasado jueves, agentes del FBI fueron a interrogarlo a diario. El jueves fue detenido y puesto a disposición judicial.
Márquez se mudó a Riverside, en los suburbios del Este de Los Ángeles, en 2004. Tenía 13 años y se hizo amigo de su vecino de 17, Syed Farook, estadounidense hijo de inmigrantes paquistaníes. Farook tenía una gran influencia sobre Márquez. En 2007, se convirtió al islam. Según su relato ante los investigadores, ambos escuchaban las enseñanzas de Anuar El Aulaki, líder de Al Qaeda en Yemen, en su discurso El más allá.
Farook proporcionaba a Márquez todo tipo de material fundamentalista disponible en Internet, como la Inspire Magazine, la publicación oficial de Al Qaeda en la Península Arábiga, y vídeos de la milicia Al Shabab.
En algún momento de 2011 empezaron a planear atentados. Se les ocurrió, según ha relatado Márquez, atacar la biblioteca de la universidad local pública de Riverside, a la que habían acudido ambos. El plan era arrojar bombas caseras en el interior y después disparar contra la gente mientras salía por la puerta. Márquez ha contado con todo detalle que también querían atentar de forma similar en una autopista. Tirarían bombas a la calzada para bloquear el tráfico. Después, Farook caminaría entre los coches ejecutando a tiros a los conductores atrapados.
La tarea de Márquez era disparar desde una colina cercana a los policías y las ambulancias que se acercaran. Márquez ha señalado a los investigadores el lugar donde planeaban hacerlo, un tramo sin salidas de la autopista 91, para que no hubiera escapatoria. Tan seguros estaban de sus planes que Márquez compró los dos rifles de asalto que finalmente Farook utilizó el pasado día 2. Los compró él, ha confesado, porque es de raza blanca. Temían que el aspecto árabe de Farook le trajera problemas con el control de antecedentes. Le costaron 750 dólares.
En algún momento de 2012, dejaron de hablar de estas cosas y se distanciaron, asegura Márquez. Él se empezó a preocupar tras la detención de varias personas por aquella época en la misma zona por planificar un viaje para unirse a Al Qaeda y matar norteamericanos. Uno de ellos, Ralph Deleon, fue condenado en febrero a 25 años de cárcel.
A pesar de este distanciamiento, en 2014 Márquez accedió a casarse con una familiar del hermano de Farook para conseguir la residencia a cambio de 200 dólares al mes. No consta que tuvieran contacto posterior.
Además de arrojar luz sobre el misterio de Syed Farook, cuya familia y amigos dicen estar impactados de que pudiera hacer algo así, el relato de Márquez echa por tierra la impresión inicial de que fue Tashfeen Malik, una mujer paquistaní educada en Ryad con una visión muy conservadora del Islam, la que aceleró la radicalización de su esposo norteamericano. Farook buscaba un compañero para matar a sus vecinos desde hacía años, mucho antes de conocerla.
Durante los diez días de interrogatorios, Márquez ha tenido derecho a permanecer callado para no autoincriminarse. También ha tenido derecho a que hubiera un abogado presente en su declaración. Cada día, los agentes que iban a visitarlo le recordaban estos derechos y cada día renunció a ellos. Se le imputan cargos de conspiración para facilitar armas a terroristas, mentir en la compra de las armas y participar en un matrimonio de conveniencia. Las penas máximas sumarían 35 años. Tras comparecer ante un juez federal fue enviado a prisión sin fianza.
Era mi vecino y usó mi arma: Márquez
Durante los días que estuvo internado en la unidad de Psiquiatría de un hospital, el vecino de Syed Farook confesó al FBI cómo juntos planearon atenta