Arrullar al Niño Dios es una de las mayores tradiciones de Navidad, que continúa vigente en nuestros días.
Erica y Guadalupe son dos francorrinconenses que desde hace muchos años se dedican a mantener viva esta tradición.
Preparar la ropa
Desde el mes de mayo, Erica Hernández comienza a preparar los ropones que vestirán al Niño Dios en estas fechas.
Son necesarios seis meses de trabajo previo, con el fin de ofrecer 500 vestimentas de distintos colores y tamaños.
Los vestidos cuentan con su propio gorro y zapatos, todos hechos a mano.
Para crearlos, Erica corta 2 piezas, el forro y la tela; ambas tienen cortes donde estará el cuello y las mangas. Después cose los pliegues del pecho y hombro, los cuales le dan a la tela una forma bombacha.
Las mangas se cortan y se cosen por separado. Al final, se coloca la bastilla y se agregan los botones, lazos y ornatos de brillantina o lentejuela.
El gorro, es una pequeña tira de tela, a la cual le hace una costura en T; se le agrega el resorte y encaje junto con el listón.
Los zapatos los encarga a tejedoras especializadas desde el mes de junio y se le entregan en octubre o noviembre.
Las ropas que más le solicitan son las de color blanco y beige, pero desde hace algunos años también los ofrece en colores vino, verde, turquesa, amarillo, azul y rosa.
Erica considera que sus ventas han mejorado debido a la afluencia de personas que provienen de Estados Unidos o de familiares que los envían hacia allá. “Aquí es más barato”, comentó.
Sus precios oscilan entre los 100 y 250 pesos, a excepción de las vestimentas especiales, las cuales consigue en la ciudad de México y llegan a costar casi 400 pesos.
Con cerca de 30 años en el negocio, Erica se dedica durante todo el año a preparar ropas para otras imágenes religiosas.

La reparación del Niño

Guadalupe Rodríguez se dedica a reparar figuras religiosas y desde el mes de noviembre recibe una imagen diaria del Niño Jesús.
Dedos rotos, raspaduras o grietas son las reparaciones que usualmente le solicitan y dependiendo del material, el tiempo de entrega es de dos a ocho días.
Con sus manos es capaz de tratar y reparar todo tipo de materiales, yeso, madera, resina y fibra de vidrio; además ha tenido el placer de reparar verdaderas reliquias familiares con más de 100 de historia.
El proceso de reparación consiste en crear una pasta de yeso y pegamento, la cual se utiliza para unir las partes rotas, rellenar las grietas o moldear las raspaduras.
Cuando la pasta seca, se pule el excedente y comienza el pintado procurando igualar el tono original.
En el caso de las figuras de madera, ella misma talla una pieza de madera y comienza a darle la forma que requiera.
“La fe y las historias que la gente me cuenta, me animan a seguir con esto; me dan mucho gusto”, comentó al explicar la nobleza de su oficio.

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