¿Se imagina disfrutar de baile, música, pintura y hasta acrobacias, sin pagar un solo peso?
Las calles del Centro hacen realidad lo anterior, y se han convertido en el escenario perfecto para artistas locales y foráneos que se han apropiado de la Zona Peatonal para compartir su talento y, de paso, ganar unos pesos.
Al entrar a dicha zona, por la calle Madero, uno se topa pronto con personajes que van desde un joven con violín, dúos con sonidos europeos, artistas de la pintura, hasta grupos numerosos de baile y un par que regala algo de música surf.
Mientras se recorre la Plaza Principal y sus portales, es normal ver enormes “bolitas” de personas reunidas para apreciar el espectáculo seleccionado.
Se trata de personas, en su mayoría jóvenes, que a diario – o algunos solo en fin de semana- se convierten en portadores de arte ambulante, demuestran que la cultura no está sólo en cuatro paredes, y que los actos acrobáticos no se dan solo bajo carpas de circo.
Si bien algunos disfrutan del reconocimiento, unos más prefieren solo mostrar su talento a los cientos de personas con que se cruzan a diario.
am platicó con algunos de estos personajes que logran congregar a decenas de personas dando más de cinco espectáculos callejeros al día.
Toque surf
Una batería y una guitarra bastan para poner a bailar hasta al más cohibido.
Esto lo logran todas las noches “Los parabólicos”, agrupación leonesa compuesta por los primos Érick Herrera González y José Malabari. El primero siempre sonriente en la batería, y el segundo alegre con su guitarra.
Los jóvenes provienen de una familia donde varios tocan algún instrumento, y empezaron su carrera en pequeños restaurantes de la ciudad.
“Teníamos ganas de salir a la calle, a hacer música y shows, empezamos a surgir en los restaurantes, tocando otros instrumentos”, platicó Erick.
Temas como “Popotitos” y “La bamba” fueron los primeros en el programa que los primos presentaban.
“Le dije a mi primo que a mí me gustaría tener una banda de surf por una que me gustó mucho en un bar, cuando la vi supe que quería tocar eso”, confesó el baterista.
Además, los músicos platicaron cómo en un día cualquiera el proyecto tomó el nombre actual.
“Cuando empezamos a tocar vi que a la gente le gustaba nuestro proyecto de la guitarra y la batería, y estaba buscando ponerle un nombre para atacar las redes sociales y darnos a conocer para que nos identifiquen para tocar en bodas y demás fiestas”.
“En la lluvia de ideas en casa de mis papás, mi hermano el más chico estaba sentado comiendo y le vi las orejas así como (antenas) parabólicas y se me ocurrió, es un nombre como antigüito, vintage, y va con lo que tocamos”, compartió José.
El dúo tiene dos años y medio tocando también en bares del Centro y festivales locales, pero un escenario que no dejan es el de las calles, donde “prenden” a grandes y chicos con la pasión al tocar los instrumentos, su entusiasmo se contagia.
“Las calles son muy nobles, la gente que llega aquí y se para es porque le gusta la música, realmente es muy padre, porque ves a los niños bailar, a los viejitos, a los papás bailando, en los bares a veces se cohíben y algunos bailan ya hasta que toman, aquí la gente baila sin tomar”, opinó Érick.
Del Bronx a León
Un enorme círculo de personas se forma en la esquina del Portal Aldama, frente a la Parroquia del Sagrario.
El grupo de b-boying “Soul Warriors” hace de esa esquina el escenario perfecto para mostrar que la cultura urbana “B-boy”, nacida a finales de los años 60 en el Bronx, vive en León y rescata el arte del break dance.
El espectáculo integra también algunos chistes, en ocasiones hasta se menciona a la ex alcaldesa Bárbara Botello Santibáñez mientras se dice algo sobre la Casa Municipal. Pero lo más importante, es que el show se basa en la interacción con el público.
“Nuestro acto es más de interacción con la gente, al principio empezamos con bailes y algunos chistecillos, ya en una parte un amigo salta a unas personas, se concluye con mucho baile, hacemos saber lo que representamos, que es la cultura hip hop nacida en Estados Unidos. Somos amigos, compañeros, aquí nos conocimos”, expresó César.
Soul Warriors se integra por unos siete jovencitos, que se reúnen todos los fines de semana a partir de las 6 de la tarde para divertir a los visitantes.
“A la cuenta de tres… ¡uno, dos, tres!”, grita uno de los jóvenes, acompañado del público, mientras hacen uno de los actos más aplaudidos. Uno de ellos “vuela” sobre unos seis pequeños voluntarios, con un brinco acrobático.
Algo que lamentó uno de los integrantes es que hay días no tan buenos, pues la zona se ha saturado.
“Nosotros tenemos más de ocho años y ahorita hay varios grupos que tienen meses, algunos de fuera, y la gente no fluye como debería”, dijo César.
Arte en aerosol
Sus manos están manchadas casi todo el tiempo y casi no levanta la mirada del suelo.
Con movimientos rápidos, Israel Pérez “Kevin” llega a hacer hasta 25 o 30 pinturas al día, todo por supuesto, teniendo el concreto de la Zona Peatonal como escritorio.
El joven originario del Distrito Federal tiene 13 años dedicándose a la pintura urbana aerosolgrafía, técnica de arte en la cual se usa pintura en aerosol y se apoya de objetos como monedas, recortes de revista y palitos, para por lo general, pintar paisajes.
“Kevin” tiene ocho años viviendo en la ciudad leonesa, y de lunes a domingo, de 2 a 10 de la noche, se sienta en el piso del Centro, junto con su esposa, para deleitar a los paseantes con la técnica y su resultado.
La calle es su estudio, una galería y lugar de venta a la vez, pues ahí la gente compra los cuadros que van desde los 30 hasta los 200 pesos, según la complejidad y el tamaño de éstos.
Poco a poco la gente se reúne a ver el trabajo de Kevin, y si tardan en decidirse, observan también cómo otros se llevan el cuadro que les había gustado.
“Hace paisajes muy coloridos y alegres que llaman la atención”, platicó su esposa, quien compartió que pese a haber practicado aún no se le da la técnica, por lo que aprecia y acompaña a Kevin, en lo que hace.
“Parece fácil pero es un trabajo complejo, él ya con práctica ahora tarda menos de siete minutos por cuadro”, dijo su esposa mientras le preguntaba a Kevin qué cliente seguía por atender.