El señor Álvaro Bañales Trillo, uno de los pioneros de la porcicultura en esta región, falleció el miércoles 6 de enero.
Don Álvaro, murió el pasado miércoles al medio día con 93 años de edad y fue velado en su domicilio de la calle Madero, número 129.
El día de ayer fue sepultado en punto de las 4 de la tarde, no sin antes ser homenajeado por propios y extraños, quienes lo recuerdan como un gran ser humano y piedadense distinguido.
Piedadense de corazón
Don Álvaro nació el 24 de marzo de 1924 en la comunidad El Mezquite de Luna del municipio de Pénjamo, sin embargo se vino a vivir desde muy pequeño a La Piedad, donde forjó su familia y patrimonio.
Bañales Trillo estuvo casado con la señora (qepd) Dolores León Torres y le sobreviven 6 hijos: Jesús, Noemí, Rocío, Álvaro, Benjamín y Cuauhtémoc Bañales León, así como 17 nietos y más de 20 bisnietos.
Debido a que desde muy pequeño quedó huérfano de padre, empezó pronto en la vida laboral.
Primero colaborando en una fábrica de dulces y más tarde inició con la crianza de cerdos, empezando con un sólo vientre.
De ahí y gracias a su incansable labor y perseverancia, creó su propia granja, la cual denominó “Benito Juárez” y que por lineamientos de la Secretaría de Salud la tuvo que sacar de la mancha urbana.
La ganja “Benito Juárez” sigue ubicada en la comunidad de Las Liebres en Pénjamo, Guanajuato.
Ya con sus hijos mayores forjó su propia asociación denominada ALBATRI (Alvaro Bañales Trillo).
Gran empresario
Don Álvaro fue pieza importante para la creación y fundación de grandes empresas que darían mano de obra a muchos piedadenses y hombres de la región, como son Lapisa, Alpor, Conasa, Folapsa y Recosa.
También destacó por sus labores de altruismo.
Asimismo, por su gusto y empatía por el deporte nacional: la charrería, creó su propio lienzo, donde montó y enseñó a montar a sus familiares.
A este noble oficio se dedicaron sus nietos Juan Carlos Bañales y “El Bebé” Bañales, quienes son ampliamente conocidos en la fiesta charra.
Sus hijos lo recordarán siempre como un hombre de trabajo, responsable y amoroso de su familia.
Sus nietos lo colocan como el abuelito cariñoso, que los enseñó a trabajar y a saber que la clave del éxito en cualquier empresa es el tratar bien al empleado y al cliente.
“Tratando bien al trabajador –les decía- éste dará frutos que se reflejarán en bien de la empresa”.
En paz descanse uno de los pioneros de la porcicultura en esta región.

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