La fundación Proempleo está por cumplir diez años de haber llegado a León y en su historia han egresado más de 4 mil 300 personas, que se han capacitado para emprender un negocio o mejorar el que ya tienen.

La capacitación que ofrecen abarca desde los negocios que comienzan, hasta los empresarios que venden 4 millones de pesos anuales. 

Proempleo nace en 1995 en la Ciudad de México, fundada por Alfredo Achar en colaboración con empresarios que decidieron formar una escuela de oficios. 

“Se dieron cuenta que la gente sabe hacer cosas, pero no saben ser empresarios”, recordó Bertha Alicia Villalobos Horner, directora de la fundación León. 

Su llegada a León

 

En el año 2006 José Ignacio Morales Noriega, en conjunto con Jorge Videgaray Verdad, trajeron este modelo de capacitación a la ciudad, para enseñar a los emprendedores. 

El 13 de febrero de este año la fundación cumple diez años de trabajo en la ciudad. En su historia han desarrollado más de mil empresas.

Bertha Alicia explicó que el 84% de los negocios que han pasado por Proempleo permanecen el segundo año y siguen creciendo. 

“La estadística nacional es que sólo el 20% siguen”.

Desde el 2006 a la fecha, el 75% de las empresas aperturadas con el programa siguen activas.

Al año tienen 600 egresados entre emprendedores y empresarios de los sectores industria, comercio y servicios.

El programa -destacó la Directora- busca descubrir las habilidades y las áreas de oportunidad en los empresarios. El programa se desarrolla en tres fases en las que se adquieren habilidades, desarrollan el proyecto de negocio y conocen mejor su empresa.

Los requisitos mínimos es que los interesados sepan leer y las operaciones básicas como multiplicar, sumar y dividir. 

Etapas del proyecto 

 

El primer mes y medio los alumnos toman un taller empresarial en el que aprenden finanzas, ventas, mercadotecnia, desarrollo organizacional, aspectos legales, fiscales y humanos.

Es en este taller donde los emprendedores se conocen y pueden ser aliados, creando vínculos comerciales y personales.

La segunda fase es de consultorías que se toman en lo individual. Los expertos analizan el proyecto de negocio, ven la factibilidad y viabilidad financiera.

Se considera el apoyo económico, promueven la vinculación técnica para trámites de permisos. 

“Aquí se hace el tejido fino para el diseño del negocio”, explicó la Directora.

Esta segunda etapa, llamada centro de desarrollo empresarial, está  dividida en seis citas que se aplican en tres meses. En ellas se proporcionan herramientas empresariales y se estudia el nicho de mercado.

La tercera fase es la vinculación comercial y educativa. ¿Qué necesita cada uno? Deben ubicar el medio donde tienen que vender, exposiciones, ferias, congresos. Se hacen conexiones empresariales, registro de patentes y marcas.

Virtudes y errores 

 

Los errores más comunes al iniciar un negocio, es que los emprendedores no tienen claro qué hacer con sus recursos y cómo administrar las finanzas, destacó Villalobos Horner, quién ha estado cuatro años al frente de la asociación. 

La principal cualidad es la pasión, una característica del empresario es que se levanta movido por las ganas de que su negocio crezca.

Las ventajas que ve la Directora en el programa es que se profesionaliza el negocio, haciendo una proyección a corto, mediano y largo plazo. Hay un acompañamiento permanente. 

El compromiso que tiene la asociación es el seguimiento. A los seis meses de que los emprendedores salen del taller, se les contacta para conocer los avances del negocio.

Cualquier tipo de negocio puede incluirse en la asesoría y acompañamiento, excepto aquellos que pertenecen a una franquicia. 

Surte tacos a Oxxo

Quitándose el miedo de crecer, fue como el propietario de tacos de canasta Génesis buscó la manera de mejorar su negocio. 

Jessica Barrón, administradora de la empresa, platicó que su papá fue quien inició este negocio hace 24 años. Cuando comenzó sólo vendía los fines de semana y combinaba su trabajo con otros empleos. 

Por las noches vendía tacos de bistec, lo que ganaba se le iba en los domingos para invertirlo en el primer puesto que tuvo en la colonia San Jerónimo. 

A la par de que Hugo Barrón iniciara con su profesionalización como empresario, se dio la negociación con la cadena Oxxo. 

“Él ya sabía hacer el producto, la capacitación le ayudó en las ventas”. 

Hace tres años -explicó Jessica- su papá entró a Proempleo para mejorar su negocio. La capacitación le sirvió para darle orden a la empresa, motivándose para mejorar el negocio. 

“Aprendió a crecer como empresario, a tratar a su empleados, formalizarse, saber separar familia, negocio y amigos”.

Actualmente venden su producto en 19 tiendas Oxxo y 4 sucursales propias. El plan inicial para vender en Oxxo era empaquetarlos y venderlos fríos. Presentaron un plan de trabajo el cual se modificó; en lugar de que los dejaran vender, se convirtieron en un proveedor de la tienda, detalló Jessica. 

El negocio sigue siendo familiar, tres de los  hijos del fundador están en la empresa, sólo que ahora trabajan 24 empleados que colaboran en la cocina y las ventas. Diariamente se preparan 3,500 tacos y este número se duplica los fines de semana. 

Los alimentos se preparan diariamente. La elaboración inicia a las cuatro de la mañana, para que puedan comenzar a repartir a las sucursales a las 8:30. La venta de su producto es local, únicamente en León, aunque en diciembre del año pasado surtieron un pedido en Celaya por 16 mil tacos para un evento privado. 

A futuro planean desarrollar una franquicia con presencia a nivel nacional.

De maestra a empresaria

Mariquita es la marca con la que María del Rocío Martín del Campo diseña y elabora bisutería artesanal.

La facilidad que tenía en las manualidades fue la puerta de entrada a este negocio.

En el año 2012 María dejó su profesión de maestra, para iniciarse como empresaria.

Los primeros intentos por emprender los hizo de manera empírica. Tomó una clase de elaboración de bisutería y sus primeras piezas se las vendió a compañeras de trabajo. Lo que elaboraba era sin pedidos de por medio y con exceso de inventarios.

El querer formalizarse como empresaria fue lo que la motivó a iniciar el taller, en el cual aprendió de  finanzas y así tuvo una idea más clara de cómo llevar una empresa.

Con las asesorías fue puliendo su proyecto, realizó un estudio de mercado para saber dónde colocar sus productos para enfocarse en un mercado. 

Este negocio se ha convertido en una empresa familiar,  sus hijos colaboran en diversas actividades como la impresión de imágenes en tela o piel y la elaboración de papelería digital. Sus hijos más pequeños le ayudan en los puestos y en los trabajos sencillos.

El catálogo de productos fijos son veinte, entre los que incluye aretes, pulseras, anillos, brazaletes, medallones bordados y llaveros.

Los materiales que utiliza son hilos, alambre de latón, aluminio, chapa de oro, perla, cristal Swarovski, jade y turquesa. Sus proveedores son de Guadalajara y Ciudad de México.

A sus 48 años, María tuvo que actualizarse en redes sociales. Ella administra la página para realizar ventas a nivel nacional, toma las fotos de sus productos para promoverlos. Dice con orgullo: “ya tengo 15 mil seguidores”.

María terminó hace un año sus tres fases de preparación en Proempleo, y se encuentra en la etapa de vinculación. Su trabajo ahora es promover sus productos en bazares, puntos de venta itinerantes.

Algo que tiene claro es que debe administrar su tiempo entre su familia y su trabajo. Este negocio planea que sea una empresa para heredarse. 

“El trabajo lo debe hacer cada uno, si uno quiere hacer crecer su empresa”, dice convencida.

Crea aderezos orgánicos

Con la idea de comercializar alimentos de una manera natural, artesanal y orgánica, es como surge la marca Delicias El Ceibo, dedicada a la producción de aderezos y salsas con ingredientes naturales y orgánicos.

Rosario Vela Aguilar tuvo claros los motivos para dejar su trabajo como coordinadora educativa: ella buscó la independencia económica. Fue así como en el año 2013 comenzó a fabricar los productos saludables que no tuvieran conservadores.

Inicialmente fabricaba mermelada de tuna y mermelada de frutos secos hecha a base de miel de maguey como endulzante natural. Para poder dar a conocer su producto debió primero aplicarlos en empanadas.

Actualmente su diversidad de opciones ha crecido a 70 productos, entre los que incluye crema de cacahuate, salsa chimichurri, aderezos dulces, salados, y mazapán de cacahuate con arándanos. 

Rosario es originaria de Ojuelos, Jalisco dónde la miel de maguey es un producto común. Fue su gusto por este producto lo que la hizo pensar en reactivar y comercializarlo. 

El proceso de elaboración de las salsas lo hace Rosario en colaboración con su mamá.

Los proveedores que tiene en su mayoría son del estado: el ajonjolí lo compra en Cortazar y el cacahuate es de Tarimoro, directamente con productores.

Los productos los comercializa con clientes de mayoreo, ubicados en Guanajuato, Celaya, Irapuato, Aguascalientes, San Luis Potosí y Lagos. Para colocar su mercancía tiene una selección de tiendas. Su mercado meta es de nivel socioeconómico medio y medio-alto.

Sus productos los integra en panaderías, vinaterías, tiendas orgánicas y artesanales.

“Yo no vine a que me dijeran cómo hacer una salsa, sino cómo ser una empresaria”, dice Rosario sobre su paso por Proempleo.

Dentro de las clases que tomó en Proempleo, está la comercialización, distribución y  finanzas. Llevó asesorías con ingenieros en alimentos para seguir conservando sus productos de forma natural.

Por ejemplo, cuando empezó molía cinco kilos de cacahuate al mes para elaborar la crema; actualmente muele 20 kilos a la semana. Para ella tomar este negocio fue en un buen momento en términos de productividad. 

Al tener claro su negocio, decidió instalar un mercado de granjeros. Este espacio incluye una tienda en que no sólo pueden conseguir sus productos, también incluye a otros productores. Integró una cafetería en la que se pueden preparar los productos, y dan prácticas de alimentación saludable.

A la distancia Rosario tiene claro que no quiere agobiarse, sino disfrutar la producción, sin prisa, buscando un equilibrio entre su producción y sus tiempos.

 

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