Acaba de comenzar el día, y si no piensas en el trabajo, la clase política, la corrupción y la economía, es muy probable que tengas la percepción de mantener tu vida bajo control (más o menos).
Además, estás contento con tu salud y te cuidas (o eso dicen encuestas como las del Instituto Nacional de Estadística), así que tiene razones para sentirte libre de amenazas.
Pero no te confíes, porque desde que pones el pie en el suelo estás expuesto a pequeñas trampas que te demostrarán que no haces las cosas tan bien como pensabas.
Estos son algunos errores que puedes cometer en poco más de 60 minutos de cotidianidad.
Consultar Facebook desde la cama
Un trabajo de la Universidad de Pittsburgh, financiado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, ha comprobado que los jóvenes que pasan mucho tiempo conectados a las redes sociales son propensos a sufrir trastornos del sueño.
“Cada dispositivo electrónico en la habitación reduce media hora el sueño de los adolescentes”, aseguró a EL PAÍS el investigador de la Universidad de Harvard Charles Czeisler.
También sucede con los adultos: la luz de onda corta de los dispositivos electrónicos empeora la calidad del descanso, según ‘PNAS’.
Haber dormido más de la cuenta
Puede sonar tentador, pero no es una buena idea iniciar la jornada tras 10 horas de sueño.
Son incuestionables los beneficios de los brazos de Morfeo, pero si duermes más de 9 horas diarias, tu tiempo en reposo, sobre todo si no eres aficionado a la actividad física, se dispara, mermando, entre otras cosas, a tu longevidad, según un estudio australiano en el que participaron cerca de un millón y medio de personas cuyos resultados se publicaron en ‘Plos Medicine’.
El estudio matiza: menos de 7 horas, sobre todo si bebe y fuma, también acorta la vida. ¿Qué tal unas plácidas 8?
Quedarte pegado a la silla
Aunque tengas muchísimo trabajo, no levantarte del asiento un par de minutos por hora podría suponer problemas circulatorios.
Francisco Guillén, jefe del Servicio de Medicina Preventiva en una Clínica española, insiste en que “el mero hecho de estar sentados eleva el riesgo cardiovascular, aunque vayamos al gimnasio o hagamos actividad física en las horas posteriores”.
Recomienda levantarse cada hora unos dos minutos, “que puede ser lo que se tarda en ir a por un vaso de agua, atender una llamada telefónica de pie o acercarnos a la mesa de un compañero para decirle algo”.
Frotarse los ojos
Vaya desterrando la costumbre de frotarse los ojos al despertar, o cuando está delante del ordenador, porque podría favorecer un adelgazamiento y deformidad de la córnea (la parte transparente delantera del ojo).
El oftalmólogo Nicolás López Ferrando explica: “El frotamiento provoca una ligera inflamación de la córnea, que no llega a producir enrojecimiento del ojo pero sí es suficiente para activar las moléculas que causan inflamación y degeneración del colágeno”.
La córnea se vuelve blanda y se deforma, y puede aparecer queratocono (que causa visión distorsionada y borrosa, miopía y astigmatismo, difíciles de corregir con gafas).
No se asuste si se consuela con un ligero restregón. “El peligro es para los que se frotan enérgicamente, de forma llamativa”, advierte el especialista.
No lavarse bien las manos
En algún momento visitas el baño, y sales sin pasar al lavabo. Mal hecho: estás favoreciendo la propagación de gérmenes.
Francisco Guillén, secretario de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene, insiste en la importancia de enjuagar con frecuencia esta parte del cuerpo, ya que podemos ir adquiriendo bacterias desde el pomo de la puerta hasta de un vaso,y luego darle la mano a alguien.
“La importancia del lavado de manos es para prevenir la transmisión de infecciones”, sentencia.
Un estudio publicado en la revista ‘Journal of Environmental Health’ asegura que solo el 5% de las personas lo hace en el aseo de un modo adecuado. ¿Y cuál es esta forma? Lo detalla la OMS: frotar con jabón durante 15 segundos, sin olvidar uñas, espacios entre lo dedos y muñecas, aclarar y secar con una servilleta de papel con la que cerrar el grifo después.
Sostener el teléfono todo el día
Para empezar, la liberación por parte de los dispositivos de metales como el cobre o el níquel pueden provocar alergia por dermatitis de contacto en cara, manos, orejas y el cuello, como concluye un estudio realizado en las universidades de Copenhague, Loma Linda y Arizona.
Y la cosa no acaba ahí: tanta obsesión podría acabar en ‘ringsiedad’, que es la percepción permanente de que su móvil está sonando cuando no es verdad. Este trastorno, según el diario ‘Cyberpsychology, Behavior and Social Networking’, es pasaporte para episodios de estrés, problemas de sueño y dolor de cabeza.
“Si estamos pendientes y obsesionados con recibir un mensaje o una llamada, empachamos el proceso perceptivo y tenemos esa sensación”, aclara Ismael Dorado, psicólogo del Centro de Psicología y Fisioterapia Atlántida Ismael Dorado, en Madrid.
La solución, según el experto, pasa por distraerse con otras cosas que le alejen del ‘smartphone’.
Rociarse aroma de lavanda
Un poco de colonia es el último toque antes de salir de casa. Si sus preferencias se inclinan por el aroma a lavanda, tal vez haya notado picor e irritación de la piel.
El responsable es el acetato de linalilo, un componente del aceite esencial de lavanda que no figura en la lista de compuestos alergénicos de la Directiva Europea y, por tanto, “no necesita ser declarado”, indica la investigadora Lina Hagvall, de la Universidad de Gotemburgo (Suecia).
El riesgo viene cuando la sustancia entra en contacto con el aire y al reaccionar con el oxígeno se transforma en otro fuerte alérgeno, tanto que, según el trabajo de esta científica, hasta el 2% de las personas que se exponen al compuesto tiene alergia de contacto. Cambie de perfume.