“Negocio poco conocido”, así es como lo definen aquellos que se dedican a la fabricación de productos para cabalgar, entre los que destacan las monturas, chaparreras y cantinas. Estimaciones de los mismos empresarios indican que su mercado es de dos millones de caballos a nivel nacional. 

Durante el año 2007, la Encuesta Nacional Agropecuaria reportó 1 millón 328 mil cabezas de ganado equino, ese año Guanajuato tenía 67 mil caballos.  

Talabartería Granadost

Sillas ecuestres con tradición 

Con una producción mensual de mil monturas, Talabartería Granados se define como la única talabartería en México que fabrica y distribuye. 

La producción de la empresa se divide a 50% en dos mercados: pequeñas especies (productos para perros, gatos, chivos) y productos para caballos; mensualmente fabrica 45 mil piezas entre collares y monturas.

Héctor Granados, gerente general de Talabartería Granados, explicó que su idea ha sido incluir tecnología para industrializar algunos procesos, sin dejar de lado los métodos artesanales. 

Sus productos se distribuyen en 95% de la República, con mayor posicionamiento en Zacatecas, San Luis Potosí, Michoacán, Monterrey, Durango y Chihuahua.

Exportan a América

La exportación de sus productos es indirecta, a través de sus clientes; esto indica que 20% de su producción se envía a Panamá, Guatemala, Puerto Rico y Estados Unidos, en San Antonio, Los Ángeles y Houston.

El empresario explicó que en el País hay más de 2 millones de caballos como nicho de oportunidad. 

Además, hace un año realizaron un estudio para conocer el mercado canino y el resultado fue que por cada 10 personas en el País, hay cinco perros.

Producción 

En total elaboran mil 800 productos para caballos, entre monturas, cinchos, estribos, polainas y chaparreras. 

Para elaborar las monturas tienen 28 maquilas externas sumadas a la producción, en ellas se hace el tallado del fuste de madera, el armado, trenzado, los cinchos, el forro de argollas y se pitean las monturas.

“Todo el producto de caballo lleva mucha mano de obra. Los tejidos se hacen a mano, y las fracciones de proceso industrial, en la planta. Lo artesanal se envía a maquila como parte de la cadena productiva”, explicó Héctor Granados.

El proceso de fabricación de la montura lleva alrededor de 35 pasos, de los cuales en la planta hacen 24, y el resto, con diferentes artesanos. 

Un artesano puede hacer una montura económica diario, mientras que la piteada puede tardar hasta tres meses, dependiendo la habilidad del artesano. Este producto es de los más cotizados: una montura piteada cuesta de 70 a 80 mil pesos.

“El piteado se vende poco, porque la mano artesanal es cara. Lo artesanal se está perdiendo; el interés de los clientes se va hacia el bordado, esto es lo que hace la diferencia”, comentó.

Equipan a las estrellas

Cuentan con 25 estilos diferentes. Elaboran monturas de charro, económica y caballerango, esta última para trabajo pesado sin decorado. Fabrican al mes 400 monturas charras. 

La montura con mayor demanda es la de trabajo, de la que se fabrican 600 piezas al mes, usadas para trabajar, lazar y cargar leña. 

Para pequeñas especies fabrican camas, pecheras, collares, correas y bandolas. Cuando hace calor es la mejor temporada para los productos para perro, porque los dueños suelen pasearlos más.

No todos los productos los realizan directamente, por ejemplo, los ganchos que van entre la correa y el collar se maquilan con talleres de función, pero el diseño y la ingeniería lo diseñaron al interior de la empresa. 

En la talabartería trabajan 92 personas directamente, y además, indirectamente, emplean a 300 personas para las maquilas. 

El empresario es el encargado de realizar los diseños de las monturas, el secreto es conocer las necesidades del campo.

Entre los famosos que han utilizado sus monturas se encuentran Joan Sebastián, Vicente Fernández, Jenny Rivera y Maribel Guardia, para quien han hecho chaparreras y polainas.

Su mercado está enfocado en mayoristas, veterinarios, cerrajeras, ferreteras, forrajeras, talabarterías y jarcerías.

Tienen distribuidores que por el volumen de compra le ponen la marca del cliente, éste es el caso de Vilches Ferreteros.

Sus surtidores

La proveeduría con la que cuentan es nacional. A Juventino Rosas se le conoce como el proveedor de la cuarta, y en San Miguel el Alto son fusteros (realizan el armazón de la montura). 

En su mayoría éstos productos se hacen en talleres familiares.

En Lagunillas se hacen los fuetes tejidos a mano (vara rígida) y los cinchos tejidos se hacen en la Unión de San Antonio, mientras que en Veracruz se hace la soga.

La pita se genera deshilando la penca de maguey, en un proceso nacido originalmente en Tequila, Jalisco, pero que actualmente ya se ha industrializado. 

Artesanos de abolengo 

La empresa comenzó hace 22 años. Los tíos y abuelos de Héctor Granados, originarios de Manuel Doblado, se dedicaban a la talabartería. En ese municipio antiguamente se generaba el 70% de la baqueta.

Desde joven, Héctor se acercó con sus tíos para aprender y hacía balones de cuero antes de hacer monturas. “Lo que quería aprender era como cerrar el balón”, recuerda.

Para dominar la talabartería, debió aprender todos los pasos, desde tejer cuartas y monturas. 

“Para poder enseñar, primero debes conocer el medio. Esto no es como una licenciatura”. 

A través de los años se ha encargado de industrializar el proceso. Luego de su preparación académica se interesó por las monturas con una idea industrial, incluyendo cortadoras láser y maquinaria.

Para ampliar su mercado, ha incluido otro tipo de materiales en las monturas, en que el mercado permite, además de vaqueta, textiles y sintéticos. Sin embargo, de su producción el 70% sigue siendo vaqueta.

“La persona de campo es celosa, no cree en los materiales de tecnología”, confiesa Héctor.

Hace 25 años, el proceso de la montura se hacía a mano, desde el curtido de pieles de forma vegetal con desecho de animales, hasta el acabado de la montura. 

Para hacer las monturas se necesita un cuero resistente y grueso, de hasta cuatro o cinco centímetro, para una de calidad, dado que el jinete carga el peso del cuerpo ahí: en los arciones y estribo deben ser resistentes.

Antes la piel se curtía en piletas, terminando arrugada al final del proceso; entonces, con una cuña de madera se extendía en una mesa de cemento la piel mojada y se hacia la labor de planchado hasta que quedara lisa.

Posteriormente el cuero se tendía al sol y, para darle color, se preparaba la pintura a base de anilina. Estando húmedo el cuero, con la cuchilla se cortaba usando un molde, y luego se rebajaban los sobrantes para coserse.

La diferencia entre vaqueta y sillero es el curtido, y cambia el proceso de curtiduría, pues el segundo usa mayor tecnología.  

Elaboran montura para reyes 

Uno de los grandes proyectos en los que la empresa se involucró, fue en la montura que el ex presidente Vicente Fox regaló a los reyes de España. 

Esta montura estaba bordada  con hilo de plata y oro, y el precio comercial de este regalo fue de 500 mil pesos. 

“Me tocó hacer las guardas”, recuerda Héctor. El proyecto fue desarrollado por un grupo de artesanos y aún se conserva una réplica en Centro Fox.

Monturas Yalujobran

Sillas económicas y exóticas

La fabricación de bota exótica fue el camino que los llevó a incluir monturas entre sus productos. 

El tema campestre que tienen sus zapaterías, les hizo incluir monturas como elemento decorativo y de ahí nació la idea de fabricarlas, explicó José Ricardo Esquivel García, responsable de desarrollo de la empresa Yalujobran.

La línea principal de producción es una montura económica, bordada a máquina,  sobre pedido. Han elaborado productos exóticos de piel de cocodrilo, mantarraya y avestruz.

La empresa tiene la posibilidad de fabricar sillas personalizadas, en las que se puede elegir color, piel y herraje. Estos productos los solicitan principalmente aquellos clientes que tienen caballos finos.

El taller es pequeño, en él colaboran 12 personas que se involucran en todos los procesos, dese el corte hasta el detallado. Semanalmente producen tres piezas, teniendo capacidad de hasta 36 piezas. 

La mayoría de los procesos que realizan, se hacen a mano, aunque con pedidos grandes se ayudan con maquilas de montura para agilizar tiempos.

Para todo México y el mundo

Cada mes, envían 140 piezas a Texas, en Estados Unidos, y en el mercado nacional distribuyen en todo México, con presencia principalmente en Hidalgo y Tamaulipas. 

La distribución es principalmente a mayoristas en el norte del país. Sus clientes son diversos ganaderos, veterinarios y distribuidores; incluso gente que no se dedica a la charrería y compran sus piezas como un producto decorativo. 

Los artículos se elaboran con fuste de acero, madera, hilo bordado a máquina, baqueta armada, asiento ortopédico y borrega para proteger al caballo. En su inventario tienen los productos económicos para venta inmediata, y otros, como el hilo de plata y oro, son para pedidos especiales. 

Los modelos que ofrecen son charro, texana (western), australiana, monturas de trabajo, chaparreras y cantinas (bolsas de guardado).

Las monturas son modelos clásicos que no cambian, sólo se modifican los bordados, colores, cinceladas, corte a láser y navajeadas. El catálogo incluye 13 bordados diferentes. 

Como plus, venden aplicaciones de bordado, que pueden usar otros talleres talabarteros. 

El precio de una silla charra es 3 mil 800 pesos y con limpieza y mantenimiento puede durar seis años. Comodidad y durabilidad, es lo que los clientes buscan.

El cuero, piel e hilo es proveeduría local; el fuste (asiento) es de San Miguel el Alto. Para desarrollar los productos, en un inicio contrataron maestros talabarteros para conocer el proceso.

“Al ver el proceso, te das cuenta lo que vale una montura. Cuando nosotros comenzamos, no se apostaba por las monturas económicas. Hacer estas sillas no cambia el proceso”, finalizó. 

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