El mercado Revolución, ubicado en el cerro de Las Covachas de la colonia Obrera, entre las calles Brasil y Colombia, y que tuvo un costo de 32 millones de pesos en 2009 (durante el gobierno de Juan Manuel Oliva Ramírez) actualmente se encuentra convertido en un “elefante blanco”.
La fachada es evidencia de la falta de mantenimiento, pues luce vandalizado y graffiteado, y aún cuelgan mantas del programa “Mi Plaza”, colocadas para su inauguración.
De los 65 comerciantes que obtuvieron un local, sólo 45 se encuentra activos. Los demás están cerrados y por lo menos 10 tienen sellos de la Dirección de Mercados con la leyenda “Revisión”, por problemas jurídicos-legales.
Alfonso Luna Guerrero, ex secretario del mercado, lamentó que muchos compañeros comerciantes hayan tenido que cerrar por las pocas ventas que tenían.
A pesar de que los locales están en calidad de “concesionados” por el Municipio sin fecha de vencimiento, algunos han sido traspasados entre 10 mil y 15 mil pesos.
“Es lamentable que el mercado esté en abandono por parte de las autoridades municipales. No se han resuelto muchos de los problemas legales de locales que están cerrados y lo peor es que ya han pasado tres Administraciones y no se ha resuelto nada”, señaló Luna.
Antes era una tradición ir al mercado a desayunar menudo, pero ahora ya ni eso hay.
Angélica Torres, actual secretaria de los locatarios, se niega hablar de la crítica situación por la que atraviesa el mercado.
La plazoleta se ha convertido en centro de reunión de pandilleros por las noches, pues vecinos aseguran que no hay vigilancia policiaca en la zona.
“Falta mantenimiento y vigilancia en el mercado. Un mercado moderno que en pocos años está arruinándose”, lamentó Martín Martínez, vecino.
Personal de la Dirección de Comercio explicó que algunos comerciantes que se dicen propietarios de dichos locales no cumplieron con los requisitos que se les solicitaba.
Al respecto Alfonso Luna, ex secretario, dijo que la repartición de locales en 2009 la hizo la Dirección de Mercados y que muchos se entregaron a comerciantes ambulantes y no a los verdaderos locatarios que estaban en las viejas barracas.
“Es una lástima ver todo tan descuidado y apenas hace siete años que lo inauguraron; hace falta que las autoridades vengan a regular esta situación; lástima del gasto tan grande que hicieron”, dijo Ana Lira, vecina.