Donald J. Trump se convirtió en el presunto nominado presidencial republicano con una abrumadora victoria en Indiana que sacó de la carrera a su oponente principal, el senador Ted Cruz y dejó el camino para que el forastero polarizador y populista tome control del partido.

Luego de meses de burlonas desestimaciones y ataques costosos pero impotentes de los republicanos que temían su candidatura, Trump ahora está posicionado para afianzar el número requerido de delegados para la nominación del último día de votación, el 7 de junio. 

Enfrenta sólo un débil desafío del gobernador de Ohio, John Kasich, y es casi seguro que Trump se encuentre en la convención republicana de julio con el respaldo oficial e intranquilo del establishment del partido.

La victoria de Trump fue un momento extraordinario en la historia política de Norteamérica: ahora está en camino de ser el primer abanderado externo de un partido desde Dwight D. Eisenhower, un General de cinco estrellas y Comandante de las fuerzas aliadas en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, que no había servido en cargos de elección popular.

Trump, magnate de bienes raíces convertido en celebridad televisiva, no fue un republicano registrado hasta abril de 2012. Ha dado cientos de miles de dólares a los demócratas y en varios puntos de su vida, ha tenido posiciones contrarias a la ortodoxia republicana en casi cualquier asunto principal en el canon conservador, incluyendo aborto, impuestos, comercio y control de armas.

Pero nada de esto lo detuvo. Con su habilidad para hablar con las ansiedades de los votantes, y su perspicaz uso de la celebridad y humillaciones memorables, sistemáticamente debilitó a políticos veteranos. Fue subestimado por los líderes republicanos y demócratas una y otra vez, y tuvo éxito mientras gastaba mucho menos dinero que la mayoría de sus rivales y con un esquelético equipo de personal de campaña.

Luego de que Cruz dejó la carrera, Trump apareció templado y proyectó un semblante más sobrio que lo usual mientras absorbía las ramificaciones de la victoria de Indiana.

“Ha sido un día increíble, y una tarde y un año -nunca había pasado por nada como esto”, dijo. Poniendo de lado el veneno que ha escupido a Cruz este año, Trump dijo del senador: “Es un infierno de competidor”. Incluso mostró empatía por él , diciendo que sabía lo “difícil que es” ser abatido por una derrota brutal.

Traducción: Jéssica de la Portilla Montaño.

Tienen miedo republicanos

De los 17 republicanos que contendieron, Ted Cruz -alguna vez aliado de Donald Trump- probó ser su rival más fuerte y tenaz, ganando 11 primarias y caucus. Pero su atractivo entre los conservadores tradicionales no fue rival para la vehemencia de Trump.

Cruz, hablando a simpatizantes en Indianápolis, dijo que no podía luchar sin un “camino viable a la victoria”.

“Esta noche lamento decir que parece que el camino ha sido clausurado”, dijo, mientras algunos admiradores le pedían que reconsiderara. Sin mencionar a Trump por su nombre, dijo: “Hemos dado todo lo que teníamos. Pero los votantes eligieron otro camino”.

Tan notable como es el éxito de Donald Trump, su esperada nominación también supone un peligro innegable para el partido que está a punto de conducir. 

Los líderes republicanos, renuentes a respaldar su candidatura, observan con gran miedo y ayer parecían lidiar con las implicaciones de la emergencia de Trump como el nuevo rostro de su partido.

Ningún candidato desde los albores de los modernos sondeos ha entrado a la elección general con el tipo de imagen tóxica que Trump tiene a los ojos de grandes grupos de votantes. Enfrentando una carrera contra la primera mujer nominada por el partido principal, está agobiado con calificaciones desaprobatorias tan altas como 70% entre mujeres, quienes son la mayoría de votantes en las elecciones presidenciales.

Trump comienza la campaña a la elección general con un despliegue de propuestas incendiarias y provocaciones que son la materia de los sueños para los investigadores de la oposición. 

Hizo su nombre en la última campaña presidencial como el natalista más prominente del País, alimentando teorías de conspiración desacreditadas de que el presidente Barack Obama no nació en Norteamérica; ha usado lenguaje hostil y filoso contra los latinos, sugiriendo que los migrantes mexicanos son violadores y asesinos; y no se ha retractado de su propuesta de prohibir que todos los musulmanes extranjeros ingresen a los Estados Unidos, creando efectivamente un examen religioso para inmigrantes.

Un final amargo

La lucha republicana en Indiana se hizo amarga en las últimas horas. Con Ted Cruz al borde del final de su candidatura ayer por la mañana, Donald Trump le provocó sugiriendo -sin evidencia- que el padre de Cruz se había unido a Lee Harvey Oswald para repartir panfletos a favor de Fidel Castro en Nueva Orleans poco antes de que Oswald asesinara al presidente John F. Kennedy.

Cruz, desahogándose luego de una campaña en la cual Trump también se burló de la apariencia de su esposa, respondió con una floritura, llamando “mentiroso patológico” a Trump y ahondando en la vida personal de su rival.

“Escuchen, Donald Trump es un mujeriego serial y presume sobre eso”, dijo Cruz, hablando directamente de la historia marital de Trump por primera vez. “Quiero que todos piensen en sus hijos adolescentes. El Presidente de Estados Unidos habla de lo grandioso que es cometer adulterio. Lo orgulloso que está. Describe sus batallas con enfermedades venéreas como su Vietnam personal”.

Pero la apelación no funcionó. Los republicanos de Indiana se mostraron dispuestos a respaldar a Trump, el alguna vez inimaginable pero ahora virtualmente seguro nominado, a pesar de las fallas personales y deficiencias políticas que alguna vez habrían descarrilado a aspirantes a presidentes.

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