ESTAMBUL – En la búsqueda de más poder, el Presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha hecho una purga de enemigos del poder judicial, encarcelado a periodistas y aplastado protestas en contra del gobierno. Ahora, él expulsó a su aliado político más cercano, el primer ministro del país, Ahmet Davutoglu, cuyo modesto esfuerzo por contener la ambición de Erdogan fue demasiado para el presidente.
Davutoglu, en público leal a Erdogan incluso a medida que devolvía la presión en privado con respecto a algunos de sus excesos, dijo este jueves que renunciaría al liderazgo del islamista Partido Justicia y Desarrollo, conocido como AKP, y renunciaría a su puesto como primer ministro.
Claramente sacudido, pero leal soldado del partido hasta el final, Davutoglu describió su relación con Erdogan como “de hermanos”.
“Nunca me oirán diciendo cosas negativas sobre nuestro presidente”, dijo este jueves, con la voz temblando. “Mi lealtad hacia él durará hasta el final”.
La renuncia de Davutoglu expuso una ruptura entre los dos hombres en torno a los movimientos de Erdogan para acrecentar su poder. Sus señales divididas en el sentido que la transformación de Erdogan de demócrata a autócrata está casi completa, su ambición de establecer una presidencia ejecutiva a mano más cerca.
Como líder islamista que presidió sobre una economía en crecimiento y parecía serio con respecto a lograr el progreso de la democracia en Turquía, Erdogan fue acogido por Occidente cuando llegó al poder en 2003. Reformista carismático y resplandeciente, parecía encarnar la promesa de que islam y democracia podían coexistir.
En años recientes, detractores han argumentado que Erdogan nunca se propuso convertirse en un líder liberal, aduciendo una vieja cita atribuida a él en cuanto a que “la democracia es un como un autobús, cuando llegas a tu destino, te bajas”.
Erdogan ha intentado silenciar a sus detractores, a veces con efectos cómicos, y está buscando modificar la constitución para establecer una presidencia más poderosa y solidificar su estatus como la figura preeminente de la política en Turquía.
La expulsión de Davutoglu ofreció otro vivido ejemplo del autocrático estilo de Erdogan y su dominio de la política del poder, que algunos turcos equipararon esta semana con personajes del “Padrino” o “House of Cards”.
Erdogan a menudo es comparado con el Presidente ruso, Vladimir Putin, por su autoritario estilo y su habilidad para seguir ganando elecciones al tiempo que menoscaba la calidad de las instituciones democráticas de Turquía. Erdogan dio brillo a esa imagen cuando pasó de primer ministro a presidente, algo que Putin había hecho a fin de conservar la supremacía política.
Davutoglu, largamente visto como sometido a Erdogan, fue comparado frecuentemente con Dimitri Medvedev, el leal subalterno de Putin. Sin embargo, Medvedev se ha mantenido y Davutoglu ya salió.
“El Sr. Erdogan ni siquiera quiere a alguien como Davutoglu, quien prácticamente estaba cantando su tonada, con algunos matices” dijo Suat Kiniklioglu, ex legislador con el AKP y presidente del Centro de Comunicación Estratégica, en Ankara. “Paso a paso, él se está asegurando de que su objetivo político, que es el sistema presidencial, sea alcanzado”.
La renuncia de Davutoglu coincidió con uno de sus mayores éxitos como primer ministro: un acuerdo con la Unión Europea para detener el flujo de refugiados proveniente de Turquía hacia el Viejo Continente.
Davutoglu, no Erdogan, fue central y prominente en esas negociaciones, y la atención internacional que él captó enojó a Erdogan, dijeron analistas. Davutoglu también buscó una reunión con el Presidente Barack Obama, con base en informes de prensa turcos, y si bien no se dio dicha reunión, los analistas dijeron que aún así había generado la ira de Erdogan.
“Erdogan ha sospechado profundamente de los intentos de Davutoglu por ganar credibilidad internacional a través de sus tratos con la Unión Europea e intentos por reunirse con Obama”, dijo Aykan Erdemir ex legislador de la oposición con el principal partido secular de Turquía, quien ahora es un prominente integrante de la Fundación en Defensa de Democracias.
Como parte de trato sobre refugiados, la Unión Europea accedió al viaje sin visa para turcos hasta partes de Europa y expeditar las negociaciones largamente estancadas de Turquía para unirse al bloque. Con la salida de Davutoglu, ese proceso está en duda incluso más.
En público, Davutoglu ha mostrado deferencia en su mayoría hacia Erdogan “Él lo estaba elogiando y glorificando”, dijo Kiniklioglu, el ex legislador.
Sin embargo, Davutoglu era conocido por mostrarse menos entusiasmado que Erdogan para presionar por un sistema presidencial, algo que habría eliminado cualquier autoridad restante en el cargo de primer ministro, que bajo la constitución turca es el cargo más poderoso.
“No existe una división ideológica de importancia entre ambos”, dijo Omer Taspinar, experto en Turquía por la Brookings Institution. “Es una lucha de poder, con Erdogan presionando por lealtad absoluta y respaldo pleno a su agenda presidencial y Davutoglu mostrando ligera resistencia a fin de mantener controles y contrapesos para proteger su papel como primer ministro”.
Si bien sus comentarios públicos indicaron poca distancia entre él y Erdogan, hubo señales últimamente de que Davutoglu estaba intentando afirmarse y, cuando menos modestamente, desafiar la autoridad de Erdogan.
“El problema básico es que Erdogan busca eliminar a cualquiera en el partido que abrigue ambición alguna de autoridad por sí solo”, dijo Svante E. Cornell, analista de Turquía por el Instituto Asia Central-Cáucaso, organización dedicada a investigaciones.
La división entre los dos principales líderes políticos de Turquía sumó otro elemento de confusión en momentos en que el país enfrenta numerosos desafíos: una guerra en el sureste en contra de milicianos kurdos; derrame de la guerra en Siria, con proyectiles a través de la frontera; y la llegada de millones de refugiados.
Davutoglu habían sido el principal arquitecto de la política de Turquía hacia Siria, que es vista ampliamente como un fracaso.
Durante años, Turquía permitió que su frontera sur con Siria fuera un conducto fácil para armas y combatientes, política criticada por Estados Unidos y otros aliados por haber permitido el ascenso de Estado Islámico. La crisis de refugiados no da señales de un descenso y el presidente de Siria, Bashar Assad, sigue firmemente en el poder, respaldado por Rusia e Irán.
Analistas dicen que Davutoglu probablemente será presentado como el chivo expiatorio por la política de Turquía hacia Siria por parte de Erdogan y su círculo interno.
Igualmente, el país soportó un periodo de inestabilidad política el año pasado, después de que el AKP perdiera su mayoría parlamentaria antes de recuperar el control en una elección repentina. Durante este periodo, las acciones turcas cayeron y la lira turca perdió valor contra el dólar, reflejando inquietudes de los inversionistas con respecto al poder desenfrenado de Erdogan.
Kiniklioglu dijo que la asertividad de Davutoglu con respecto a temas internacionales probablemente suscitaba inquietudes entre Erdogan y su círculo interno, en el sentido que el primer ministro estaba intentando ejercer su propia autoridad lentamente.
Al referirse a Erdogan, Kiniklioglu dijo: “él solo quiere a alguien que se siente tranquilamente en Ankara hasta que la presidencia ejecutiva esté en orden”.
Davutoglu dijo que él renunciaría después de un congreso especial del partido para elegir a un nuevo líder, que se efectuará el 22 de mayo.
Se prevé que Erdogan, quien como presidente se supone que debe estar por encima de la política partidista, contribuya a la elección de un sucesor de su ex acólito que estará al servicio y conducirá su esfuerzo por reescribir la constitución y establecer un sistema presidencial. Eso probablemente requeriría de nuevas elecciones para que el AKP gane más escaños en el parlamento para aprobar cualquier cambio constitucional.
Davutoglu, contrapeso libresco y de tipo catedrático al imprudente y abrasivo Erdogan, accedió en 2014 a ser el primer ministro cuando Erdogan fue elegido presidente. Otros funcionarios de alto nivel del AKP se habían negado, temiendo que no tendrían autoridad alguna bajo Erdogan.
Analistas destacan que la improbabilidad de que Erdogan, dado su poder y su vasta popularidad entre las masas devotas de Turquía, enfrente un alto costo político por remover a Davutoglu.