Donald J. Trump apenas conocía a Rowanne Brewer Lane cuando el magnate la invitó a una fiesta en su casa de Mar-a-Lago, y tras mostrar interés en ella, le sugirió ponerse el traje de baño. Como ella no traía, la llevó a un armario y le dejó elegir un bikini.

 

El magnate llevó a la joven, entonces de 26 años, con sus invitados, en bikini y dijo: “Esta es una impresionante chica Trump”, contó la que después fuera novia del empresario a The New York Times.

 

Donald Trump y las mujeres; estas palabras hacen pensar en una marea de insultos, lanzados desde la seguridad que da la distancia de una cuenta de Twitter, un programa de radio o el pódium de una campaña.

 

Esta es la forma en la que el virtual candidato republicano trata públicamente a algunas mujeres: degradante, impersonal, artificial, según se deriva de entrevistas realizadas por el rotativo.

 

“Esa debe ser una bonita imagen, tú arrodillada”, le dijo a una concursante de “The Apprentice”. Rosie O’Donnell, dijo, tiene una “gorda y fea cara”. En otra ocasión, consideró “repugnante” que una abogada tuviera que sacarse leche para alimentar a su bebé recién nacido.

 

Pero el episodio de Mar-a-Lago que Lane describió es distinto, porque fue una situación en la que el magnate denigraba a una joven cara a cara, a la que casi no conocía. Este es el tratamiento que hace de algunas mujeres en el ámbito privado.

 

Durante seis semanas, The New York Times entrevistó a más de 50 mujeres que han conocido al precandidato republicano en el ámbito laboral y social durante las pasadas cuatro décadas, así como a hombres que han sido cercanos a Trump desde su adolescencia.

 

Los relatos de los entrevistados revelan un comportamiento de acercamientos románticos no deseados, continuos comentarios sobre el físico de las mujeres, una astuta dependencia en las mujeres ambiciosas y conductas inquietantes con sus colegas de trabajo.

 

Muchos de los encuentros narrados parecen ser fugaces, sin importancia para el magnate, pero dejaron huella en las mujeres que los relatan, según informó el rotativo estadounidense.

 

De las entrevistas, emerge una imagen compleja de Donald Trump, difícil de definir, a veces contradictoria. Algunas mujeres lo consideran gracioso y motivador. A algunas de ellas les ayudó a impulsar su carrera y las promocionó dentro de sus compañías a los cargos más altos.

 

De manera simultánea, impulsó las carreras de algunas mujeres y se burló de su apariencia física. “¿Te gusta tu dulce?”, le dijo a una ejecutiva con sobrepeso que supervisó la construcción de sus oficinas en Midtown Manhattan, en referencia al resultado de las obras. Puede ser lascivo en un momento y caballeroso el siguiente.

 

En una entrevista, Trump se describió a sí mismo como un campeón con las mujeres, alguien orgulloso de contratarlas y dijo que estaba asombrado de su ética en el trabajo.

 

“Pareciera que hay algo que ellas quieren probar”, opinó.

 

El empresario siempre ha defendido que él trata a las mujeres con absoluto respeto, pero en muchas de sus relaciones, se estableció una dinámica muy clara: Trump tenía el poder y la mujer no. Él era famoso, millonario, con contactos… Incluso, aunque él las había tratado mal, ellas siguieron buscando su ayuda para impulsar sus carreras o se quedaron a su lado.

 

Para Brewer Lane, la forma en que la presentó a sus invitados en Mar-a-Lago fue el inicio de un romance fugaz, rodeada de lujo y cámaras.

 

“Era muy intimidante”, dijo. “Era Donald Trump, obviamente”.

 

El hombre de las damas

Desde su juventud, cuando estudiaba en una Academia Militar en Nueva York, sus compañeros de clase le pusieron este apodo, debido a que siempre iba acompañado de una mujer distinta, pero siempre tenía que ser una “mujer 10”, según narran sus ex compañeros.

 

Preguntado acerca de este mote, Trump primero respondió: “Mejor no te lo cuento, podría meterme en problemas”, y después añadió que siempre tuvo habilidad con las mujeres y una gran pasión por ellas.

 

El alfa Trump

Fred C. Trump, el padre del magnate era un hombre conservador y muy controlador, según pudo comprobar la ex mujer del virtual candidato republicano, Ivana Zelnickova.

 

Le ex esposa cuenta que una vez Donald Trump le llevó a comer con su familia, y ella se dirigió al mesero para pedir un pescado, a lo que el padre de Trump respondió que de ninguna manera, que comería carne como todos los demás. Ellas se mantuvo firme y pidió su pescado.

 

Al salir de la comida, el magnate le llamó la atención por haber contradecido a su padre, asegurando que era algo que él había hecho por su bien.

 

Su padre nunca ocultó sus ideas conservadoras respecto a las mujeres; cuando Trump hijo contrató a una mujer, Barbara A. Res, como directora de obras, Trump padre se molestó.

 

“A Fred nunca le gustó que me contrataran. ¿Una mujer? Donald me lo dijo. Pero yo lo sabía, por la forma en que me trataba. Él decía todo el tiempo. ‘No tienes ni idea de lo que estás hablando’. Cuando me quejaba con Donald de Fred, me decía: ‘Es que Fred no quería que te contratara porque no pensaba que este era un trabajo para una mujer'”, contó Res a The New York Times.

 

La Compañía de las Mujeres

Con la compra de la Organización Miss Universo, Donald Trump se rodeó de mujeres jóvenes y bellas.

 

Según cuenta una de estas chicas, Temple Taggart, quien con 21 años fue Miss Utah, el magnate muchas veces la besaba en los labios para saludarla, al igual que hacía con otras chicas, algo que a ella le molestaba.

 

Pero es otra joven, Carrie Prejean, Miss California USA en 2009, quien cuenta una de las anécdotas que considera más humillantes vividas con el magnate.

 

La joven narra que un día, cuando Donald Trump estaba supervisando a las modelos -algo que hacía muy a menudo-, miró a Miss Alabama.

 

“Ven”, le dijo.

 

Ella dio un paso adelante.

 

“Dime, ¿quién es la mujer más guapa en esta sala?, preguntó el magnate.

 

Miss Alabama contestó: “¿Además de mí? Yo creo que Arkansas. Ella es muy dulce”.

 

“No me importa si es dulce, ¿está buena?”

 

Fue muy evidente, aseguró Prejean, que su objetivo era dividir a la sala entre chicas que él consideraba atractivas y las que no. Para muchas esto fue muy humillante.

 

Pero Trump, en una entrevista, dijo que eso es algo que nunca hubiera hecho, ya que haría daño a las chicas. “Yo nunca haría daño a las personas”, dijo.

 

En defensa

Donald Trump se defiende de las acusaciones, asegurando que su relación con las mujeres se malentiende, ya que él es alguien que impulsa sus carreras y las admira.

 

Cita como ejemplo su relación con su hija Ivanka, a quien ha preparado para dirigir sus empresas.

 

Muchas mujeres que han trabajado con el magnate en los últimos años dijeron que ellas nunca han sentido que las trate como objeto o de manera irrespetuosa.

 

“Yo creo que hay una concepción equivocada sobre él”, dijo Jill Martin, una vicepresidenta y consejera en su empresa.

 

De hecho, asegura que Trump ha impulsado su proyecto de tener hijos, y le ha dado facilidades como flexibilidad para trabajar desde casa.

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