La plaza no estaba llena y los resultados eran inciertos, aunque a la media noche el PREP daba al priista Alejandro Murat una ventaja de 29.5% contra 26.8% de José Antonio Estefan Garfias.

El PRI festejaba el “triunfo” que, de mantenerse la ventaja, le regresa el Gobierno de Oaxaca, perdido hace seis años contra una alianza PRD-PAN.

Cuando Murat llegó a la Plaza de la Danza, en el corazón de esta capital, ya pasaban de las 22:30 horas y los cientos de priístas congregados ahí, lucían cansados y aburridos.

Desde media tarde, se instaló un templete de más de 10 metros de alto, con bafles, equipo de luces y pantallas gigantes. Y, desde las 20:00 horas, tres bandas se alternaron para entretener a los pocos priístas que se congregaron en la plaza aledaña a la iglesia de la Soledad.

A las bandas Con Clase, Hermanos Flores y Banda Júniors, les siguieron animadores priístas que  agradecían la presencia de contingentes que, en realidad, no existían.

Medio millar de personas observaban con desgano el show. Sonaba la música, una mujer cantaba a todo pulmón y los chicos enfundados en trajes rojos se esmeraban para amenizar a los priistas, mientras tres monigotes gigantes bailaban al ritmo de la música.

Tronaron cohetes, se iluminó el cielo, pero Murat no aparecía.

Su nombre estaba por todos lados: en pantallas luminosas, camisetas, cintas atadas en la cabeza o la cintura, y en vehículos que transportaron al lugar a los pocos asistentes.

Pero nadie dejaba de preguntarse: ¿y el candidato?

El hijo de José Murat estaba reunido, lejos de ahí, con su equipo de campaña, encabezado por la estratega electoral Gisela Rubach.

A las ocho de la noche, ante el escaso margen que le daban las encuestas de salida, el PRI canceló la rueda de prensa en la que proclamaría su triunfo.

Esperaron hasta las 22:00 horas para trasladar al candidato a la celebración que, aun así, ocurrió sin que hubiera datos oficiales que confirmaran la supuesta victoria.

Murat estuvo menos de 10 minutos entre sus seguidores, pronunció un mensaje insustancial, sin mencionar cifras ni tendencias, y se retiró como llegó, rodeado de asesores y guaruras que esperaban, impacientes, mientras el candidato saludaba de mano, repartía besos, sonrisas y “selfies” a quien se le acercaba.

De su padre, José Murat Cassab, no hubo ni el más mínimo rastro. Ni en el festejo ni durante la jornada electoral.

El polémico promotor del Pacto por México, a quien se atribuye la operación real de esta campaña, se borró del mapa.

En la mañana, cuando el candidato acudió a votar a una casilla de la agencia Guadalupe Victoria de esta ciudad, se le preguntó el papel que jugaría el ex Gobernador en caso de que él ganara.

Murat enmudeció unos segundos y, después, se limitó a decir la frase: “Hoy gana Oaxaca”.

Doble festejo

Cuando Murat se retiraba de la Plaza de la Danza, pasadas ya las 23:00 horas, en una calle de la colonia Reforma unos 300 perredistas se arremolinaban alrededor de un templete improvisado sobre la plataforma de un tráiler.

José Antonio Estefan Garfias llegaría unos minutos después para proclamar su victoria.

Con un despliegue menos aparatoso que el PRI, la coalición PRD-PAN también celebró por “ganar” la gubernatura.

Como lo hiciera Murat, “Pepe Toño” aseguró que, a partir de su victoria, empezará una nueva etapa para el estado, mientras sus huestes vitoreaban su nombre.

Estefan tampoco tenía datos ciertos sobre el resultado de una elección que, de último momento, se cerró más de lo que se preveía en las encuestas difundidas durante la campaña.

Sin embargo, su equipo aseguró que, cuando fluyan los resultados oficiales, se confirmará la continuidad del proyecto aliancista que inició Gabino Cué en 2010.

Cuando Estefan acabó su discurso, el PREP iba en el 4 por ciento de las casillas; eran las 23:30 horas y el registro le daba tres puntos de ventaja a Murat.

Larga espera

Oaxaca se fue a dormir sin datos oficiales de quien será su próximo Gobernador.

Murat insistía en que el PRI regresará a gobernar. Estefan llamó a sus seguidores y votantes a defender su triunfo.

Mientras Gabino Cué se atrincheraba en su despacho, desde donde le tocará afrontar un largo proceso postelectoral que, por lo dicho ayer por los operadores partidistas, acabará en el Tribunal Electoral.

El Instituto Estatal Electoral se había comprometido a dar a conocer el conteo rápido oficial antes de la medianoche, fuera cual fuera la diferencia entre los candidatos, pero hasta el cierre de esta edición aún no daban a conocer la tendencia.

La batalla por Oaxaca no ha terminado.

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