Afirman los trabajadores de este oficio que las nuevas generaciones no muestran atención al respecto.
En un recorrido por el conocido barrio de perros bravos, pudimos contactar a varios trabajadores que aún guardan esta tradición piedadense en la elaboración del zapato deportivo.
Los señores Enrique Rodríguez Villegas y Miguel Ángel García Juárez explicaron sin dejar de trabajar en la elaboración de un par de zapatos, como es que le pegó a esta industria la entrada del calzado chino.
Manifestaron que esta región de La Piedad en su momento tuvo un importante auge y había un considerable número de empresas dedicadas a la elaboración de calzado deportivo que llevaban fuera de la ciudad a varias partes del país.
No obstante indicaron que desde la entrada en vigor del Tratado del Libre Comercio en 1990 comenzó la entrada desmedida de zapato chino, y aun cuando es de muy mala calidad provocó que cerraran muchas fábricas locales.
Explicaron que actualmente sobreviven algunas de ellas y colocan el calzado en lugares como Pachuca, la Ciudad de México y Querétaro.
En su caso concreto trabajan en un pequeño taller y su sueldo es a destajo, ya que depende de la cantidad de calzado que elaboren para poder tener un ingreso seguro.
Recordaron que hay temporadas en que la “suerte sonríe” y hay demanda de zapatos al mayoreo, es cuando deben trabajar más horas diarias con lo cual alcanzan a percibir un promedio de mil 600 pesos por semana.
SE EXTINGUE
Los entrevistados sostuvieron que ya las nuevas generaciones no le apuestan a este noble oficio y la gran mayoría de los que actualmente lo hacen son gente por lo regular ya de edad, por lo que no dudan que pronto se extinga esta actividad.
Reiteraron que es muy necesario que los jóvenes aprendan, ya que un zapato de esta naturaleza no lo podrá hacer jamás una máquina, forzosamente se requiere de la mano de obra, apoyados desde luego con las herramientas tecnológicas.