Desde hace 18 años, con una profesión que nunca para y que no conoce días de descanso, el chef Roberto Millán ha buscado siempre brindarles a sus dos hijos más allá de cantidad, un tiempo de calidad.
En 1998, Roberto Millán y Adriana Canto, experimentaron el amor más autentico al conocer por primera vez a su primogénito José Roberto.
Para el chef Millán, tal como lo expresó el novelista Mateo Alemán “No hay palabra de pincel que llegue a manifestar amor de padre”.
La llegada de su primer hijo tomó por sorpresa al chef, quien mientras estaba trabajando recibió la noticia de que tenía que ir al hospital porque su hijo ya había nacido.
Esa misma felicidad se intensificó tres años después, al tener entre sus brazos a su segundo hijo, Jesús Adrián “Ser padre es una experiencia muy bonita, no hay nada que se le compare”.
Y como toda gran experiencia vienen acompañadas de retos, Roberto Millán compartió que el mayor de ellos ha sido enseñarlos a ser jóvenes sanos, con buenos valores “Es la parte más difícil y en la que hemos sido bendecidos, porque hoy en día la juventud viene muy acelerada, y nuestros hijos han tenido buenos ejemplos en casa” compartió con orgullo el chef Millán.
Como papá, Roberto Millán se describe como una persona muy disciplinada que siempre trata de encontrar el balance entre un amigos y un padre “Pero que no sobrepase esa parte para no perder el respeto”.
Pero así como existen grandes momentos, también hay otros difíciles y entre esos, el chef compartió que el mayor de ellos ha sido poder compaginar su vida profesional con la personal “Es un poco complicada en esta profesión nos dedicamos a ellas al 100 por ciento mientras que las demás están descansando o festividades, nosotros seguimos trabajando, no hay vida social, sí ha sido un poco difícil, y es parte de lo que reclaman los hijos.
Y como todo buen chef, en festividades importantes debe trabajar este Día del Padre no será la excepción pero antes aprovechará para disfrutar de un tiempo de calidad con su familia.