A Carlos no le motivan las Fiestas de Agosto, prefiere el hip hop, al mariachi, y asegura tajantemente no tener problemas psicológicos, “lo que sí tengo es una enfermedad”, dijo.

A sus cortos 15 años experimenta la vida que le ofrece el anexo, en donde fue internado por su adicción al crystal. 

La Encuesta Nacional contra las Adicciones 2015 registró el aumento del consumo en la población de menores de 18 años, indicando un descenso en la edad promedio de iniciación que va a partir de los 11 y 12 años. 

En lo que se refiere a información local, según datos del Centro de Recuperación y Rehabilitación para Enfermos de Alcoholismo y Drogadicción (CRREAD), la población adolescente que ingresa ha aumentado en un 20% en lo que va del 2016, compitiendo por la droga de mayor impacto, el crystal con el chemo. 

La edad de consumo en Carlos fue a los 13. Él es uno de esos boteros que frecuentan las calles del centro pidiendo apoyo para la causa de su centro de rehabilitación, su lucha es compleja y su futuro incierto, ya que demuestra una falta de interés por la escuela, en cambio prefiere en un futuro, con su experiencia, ayudar a otros jóvenes a salir de sus adicciones. 

“Estudiaba en la tarde la secundaria, pero dejé de ir porque me aburría, siempre fui muy rebelde”, comentó.

Carlos se unió al grupo de menores trabajadores y logró emplearse en una frutería. Con la experiencia de su primer salario comenzó por adquirir con toda facilidad pequeñas cantidades de crystal hasta hacerse un cliente consuetudinario del punto de venta de su barrio. 

“Me juntaba en la esquina con los más grandes, sí era una pandilla, yo era el más chico. No te puedo decir lo que sentía cuando fumaba pero sí sé que me gustaba estar drogado”, platicó.

“Mi papá vive en EU, mi mamá trabaja y yo siempre fui ingobernable, no aceptaba reglas, era un desmadre. Un día mi mamá vio cómo había enflacado, ya tenía ojeras y me estaba haciendo bien agresivo, reclamando todo el tiempo, alguien le dijo que yo compraba droga y me anexó. Tengo un año de rehabilitación y dos caídas” confesó Carlos.

Carlos deambula con bote en mano pidiendo apoyo para su causa, se mantiene firme con la idea de aportar con su testimonio en el tratamiento de casos similares. “No sé por qué pero me ha pasado que salgo y prefiero estar en el anexo, me gusta estar ahí, me entiendo con los compañeros, vivo una enfermedad” finalizó. 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *