Luego de 66 años de ser inaugurado el Estadio de La Martinica y las instalaciones del Club de la Unión de Curtidores, hace 50, fueron clausurados ayer por la Dirección de Desarrollo Urbano al no contar con permiso de uso de suelo. 

Alrededor de las tres de la tarde personal de Desarrollo Urbano llegó a la puerta de las instalaciones del Club ubicado en la calle San Sebastián 104 de la colonia La Martinica con el objetivo de colocar los sellos de clausura de ambos establecimientos. 

A la misma hora que arribaron los funcionarios llegaron también seis hombres, quienes se identificaron como guardias de una empresa de seguridad privada pero que no proporcionaron la razón social, sólo aseguraron que fueron contratados por la dependencia municipal. 

Horas después el área de comunicación de Desarrollo Urbano negó esta versión y confirmó la clausura por falta del permiso de uso de suelo. 

El club ya no se encuentra abierto al público desde enero de este año, mientras que el estadio sólo se usaba los días sábados para que algunos leoneses jugaran futbol por la mañana. 

Debido a que la puerta estaba cerrada cuando llegaron los funcionarios con la orden de clausura y no localizaron a nadie dentro de las instalaciones del Club, un cerrajero que los acompañaba comenzó a forzar la chapa. 

En ese momento llegó Karla Renata Cabrera Padilla, quien se identificó como hija de Francisco Cabrera Zermeño, dueño del 25% del club, y presentó una carta poder donde se le autoriza el uso de las instalaciones para fines personales. 

Para evitar que la chapa fuera dañada Renata Cabrera decidió abrir la puerta, pero su llave se quedó atorada y el cerrajero continuó su trabajo para retirar la chapa. 

“Dos perros son los que cuidan el Club y nos dijeron que para que pudieran entrar los iban a dormir; podrán clausurar, pero a los animales no les iban a hacer daño, así que nos dejamos venir luego luego”, comentó una mujer que no se identificó, pero llegó acompañando a Renata. 

Los guardias privados, personal de Desarrollo Urbano y Renata entraron a las instalaciones del Club y para impedir el paso de alguien más, cerraron la puerta y colocaron una cadena con candado, el cual sólo se podía abrir por adentro. 

 

Termina clausura en jaloneos

Francisco Cabrera Zermeño, socio del Club Unión de Curtidores desde hace 35 años al enterarse de lo sucedido llegó molesto, pero los supuestos guardias le impidieron el acceso, discutieron por algunos minutos y hubo empujones. 

“Tiene lo que va del año que lo cerré por falta de usuarios, no me quieren dejar pasar, están quitando chapas y no me dicen qué es lo que está pasando, eso no está bien”, se quejó Cabrera Zermeño. 

Después del intento fallido por entrar al Club, el afectado optó por pedir ayuda a otro de sus familiares, quien se identificó como Francisco Zermeño Padilla, el cual llegó y al intentar dialogar con un encargado de la empresa de seguridad privada fue agredido física y verbalmente por éste. 

“Me quiso intimidar poniéndose una gorra de policía federal y yo comencé a grabar todo, después me dio un golpe a la altura del cachete y me tiró mi celular el cual se estrelló de la pantalla”, explicó Zermeño Padilla. 

El agresor no dio su nombre y comenzó a agredir verbalmente a Zermeño Padilla. 

Molestos, los socios del Club pidieron apoyo de un elemento de la Policía Municipal que circulaba por la zona. 

El policía solicitó apoyo de más elementos, quienes al llegar pidieron a las personas llegar a un acuerdo. 

El dueño intentaba comunicarse con su hija que ya estaba adentro de las instalaciones y también trató de ingresar, pero no se lo permitieron. 

Después de varios minutos de diálogo entre policías municipales y guardias, lograron que les dieran acceso a las cuatro de la tarde. 

Seis minutos después los policías pidieron a los guardias que abandonaran el Club al no tener una orden emitida por un juez para poder permanecer dentro. 

Después de 20 minutos que Francisco y su agresor llegaron a un acuerdo por los daños del teléfono celular, los guardias abordaron sus vehículos y se fueron.

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