Aunque se sienten bien atendidos y contentos de no estar solos, no todos los adultos mayores que viven en el asilo Misión Caridad la pasan igual, pues mientras algunos reciben visitas o llamadas de sus hijos a menudo, hay otros que muy pocas veces en el año son visitados.
El asilo Misión Caridad, ubicado en la calle Pascual Alanís número 113, es un lugar donde los adultos mayores se sienten tan tranquilos que incluso han olvidado hasta el día en el que viven; su única preocupación es comer, convivir con su compañeros jugando lotería o dominó y ver la televisión.
Pero a pesar de vivir en serenidad, hay algunos como don Mario Chávez, quien tiene 76 años y 5 de vivir en el asilo, que preferirían vivir con alguno de sus hijos.
Según su testimonio, a él sus hijos lo van a ver cuando menos una vez a la semana y se lo llevan a comer fuera del asilo.
A otros los olvidan por más tiempo; una de ellas es la señora Carmen Soto, de 66 años, pues su hijo Leobardo la visita pocas veces en el año.

Prefiere la compañía

Y también hay quienes definitivamente se sienten mucho mejor en el asilo, pues ahí tienen compañía mientras que antes vivían en soledad, tal es el caso de la señora Marcela Fernández, quien tiene 83 años.
Ella platicó ser originaria de la Ciudad de México, lugar donde nació, creció y vivió hasta hace tres meses que llegó a Celaya al asilo donde hoy vive.
“Paso los días muy tranquila, todo el personal y los compañeros son muy buenos conmigo”, comentó.
Doña Marcela recordó que en la Ciudad de México vivía sola, pues sus tres hijas trabajan y viven lejos, una en Tijuana, otra en Pachuca y una más en Querétaro.
“Ellas me han invitado a que viva con ellas. El vivir con una de mis hijas pues yo me tendría que hacer cargo de su casa y no, ya no puedo”, expresó.
En la Ciudad de México tuvo un accidente que la dejó sin caminar durante más de un año, pero gracias a un hermano, quien todos los días la visitaba para atenderla, fue que poco a poco pudo recuperar las fuerzas para seguir caminando.
“Mi hija que vive en Tijuana está en una congregación que pertenece aquí a Celaya, de esa congregación la Madre Superiora me recomendó para acá y fue como yo vine para acá. Ahora ya camino sola, aquí llegué con bastón”, expresó.
Desde hace tres meses que llegó a Celaya no ha visto a ninguna de sus hijas, pero todos los días le hablan para desearle los buenos días y eso le es suficiente, pues es consciente de sus ocupaciones.
“Yo estoy muy a gusto aquí porque aquí me siento acompañada. Oímos música, vemos la televisión; me llevan a misa, nos pasean por la ciudad, ahorita no tengo ningún deseo de pedir algo”, agregó.

Ayuda ‘con el corazón’

La señora Lidia comenzó a ser voluntaria del asilo Misión Caridad en diciembre del 2015 y desde entonces, ayuda al cuidado y la preparación de los alimentos para los 10 ancianos que viven ahí, llegando desde las 8:30 de la mañana y hasta las 8 de la noche o incluso, hay días que duerme en asilo.
Para ella, es una satisfacción muy grande poder ayudar a los ‘viejitos’ sin esperar nada a cambio.

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