El más reciente libro de Jorge Volpi es un fracaso. Así lo aseguró el autor durante la presentación del tomo en el Museo de Arte e Historia de León,
Guanajuato.
Examen de mi padre, publicado por Alfaguara, no fracasa por su factura sino en sus alcances. “Un libro recuerda pero no revive a las personas”, señaló Volpi quien se embarcó en este proyecto literario luego de la muerte de su padre en 2014.
Cirujano de profesión, Jorge Volpi Solís tenía la siguiente idea de la felicidad: una tarde lluviosa, un cuerpo sobre la plancha de su quirófano y una casetera con música de Puccini. Es así que el tema irrenciable al tratar de rememorarlo era el cuerpo, dijo el ensayista.
El cuerpo, esa entidad que su padre intentó remendar, remediar y mejorar durante toda su vida, se aborda en las páginas del libro pero no es un mero catálogo anatómico. El cuerpo, se convierte en este volumen en el cuerpo social, esa construcción masiva a la que llamamos país.
Así, en cada uno de los 10 textos que componen a Examen de mi padre, Volpi habla sobre la mano, pero también sobre el poder; acerca de las piernas, así como de quienes las usan para cruzar países enteros en busca de una vida mejor; del hígado, y su declarada relación con el carácter meláncólico; así como del cerebro, el centro del ser, en la ideología de Volpi.
¿Qué tanto era mi padre a los 80 años cuando ya su cerebro no era el mismo que en su juventud? Se preguntó el escritor y, ateo confeso, señaló que no cree en el más allá o la promesa del cielo que hacen las religiones, pero sí está convencido de que recordar a alguien lo hace inmortal. Nuevamente, el cerebro como centro del ser y del mundo.
El proceso
Jorge Volpi compartió que su padre guardó luto durante un año cuando murió su madre. La partida de la abuela del autor -a quien no conoció-, hizo que durante 65 días, su padre usara una corbata negra. Fue por esto que el decidió vivir un luto de un año pero de manera diferente: escribiendo.
Dedicó cada mes a escribir un ensayo sobre una parte diferente del cuerpo. El resultado fueron 10 textos, sólo una decena, aclaró, porque en octubre no tiene tiempo de escribir nada -al ser director del Festival Internacional Cervantino debe mudarse a Guanajuato para su realización-, y porque en verano decidió tomarse un mes de vacaciones.
Así, el resultado publicado ahora por Alfaguara, es un libro de gran intimidad en el que Volpi señala que su padre, pese a ser médico, nunca les habló a él ni a su hermano sobre sexo pero que sí le dedicaba horas a pintar muñecas de plomo de mujeres desnudas en poses sugerentes.
En el capítulo sobre los genitales, el escritor comparte su precoz descubrimiento de la masturbación y también de los textos de El marqués de Sade.
El libro es además, señaló el columnista durante la presentación, un recorrido por la accidentada anatomía de México. “Ligué al muerto que más me importaba con los miles de muertos que al parecer no importan”, señaló.
Es por lo anterior que en la decena de textos que componen a Examen de mi padre, se pueden encontrar menciones de los macabros resultados de la guerra contra el narco iniciada en 2006 y de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y el justo reclamo de sus familiares que quieren recuperar sus cuerpos para enterrarlos con propiedad.
El cuerpo de su padre ya no está, fue cremado, y a falta de tumba está su libro, un mausoleo que busca cerrar el duelo por esa pérdida cuando le toca dolerse por otra: la muerte de su amigo Ignacio Padilla
Obra
Libros de Jorge Volpi:
En busca de Klingsor
El fin de la locura
No será la tierra
Memorial del engaño
Las elegidas
Oscuro bosque oscuro
Mentiras contagiosas