“Mi búsqueda es un poco ciega, no parto de una idea a priori”, señaló Teodoro González de León en un documental de la serie de Creadores Eméritos realizado por el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
Esa búsqueda incansable, que lo mantuvo activo hasta sus 90 años de edad, terminó ayer en la Ciudad de México con su partida física a causa de un infarto. 
Teodoro González de León, anunció el secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, falleció en la ciudad que lo vio nacer y a la que él ayudó a transformar.
“Mi mejor recuerdo de toda una vida junto a Teodoro González de León. Amigo entrañable”, tuiteó el funcionario en su cuenta @rtovarydeteresa.
Aunque en la citada entrevista, realizada por Dolores Creel, el creador mexicano dijo que partía a ciegas, en sus proyectos no había nada de más, todo tenía una razón de ser.
Uno de sus más recientes proyectos, inciado en 2008, fue el de la nueva sede para el Congreso de Guanajuato, edificio por el que concursó y ganó con un proyecto titulado “Transparencia”.
“El Congreso es el lugar donde se trabaja por la democracia”, dijo González de León cuando se anunció la elección de su propuesta. “Y creo, la democracia se hace con transparencia. El edificio que diseñé tiene una idea que va en ese sentido, con un volumen triangular que aloja la sala del Pleno, áreas administrativas y de apoyo legislativo, mediante un concepto ligado al tema de la transparencia con monumentales cristales a los costados de la sala del Pleno”.
La obra, accidentada, abandonada durante años y modificada en su interior, fue finalmente inaugurada hace unos días sin cambios a la fachada y dimensiones propuestas por González de León. Su ideario se mantiene. 

El artista

Hombre universal, Teodoro González de León nació el 29 de mayo de 1926 y, pese a que en su familia no había nadie dedicado a la arquitectura, parecía predestinado a ella.
En el documental realizado por el Conaculta, el también pintor señaló que, de alguna manera, se rebeló contra los dictados de su familia que era más tradicionalista.
En 1932, evocó, vivían a un costado de las casas gemelas de San Ángel, las que Juan O’Gorman diseñó y construyó para Diego Rivera y Frida Kahlo. González de León tenía entonces seis años de edad y atestiguó, con ojos asombrados, la edificación de esas viviendas que fueron entonces símbolo de ruptura y objeto de juicios.
Su madre, recordó, miraba también la obra pero con escándalo. Le parecía horrible lo que construían. Un día, recordó también el arquitecto, caminando de la mano de su madre, se encontraron con Rivera. El afamado muralista -célebre por su socialismo en una época que tal ideología era casi sinónimo de herejía-, al bajar de su camioneta, se quitó el sombrero para saludar a la señora que pasaba pero ella decidió ignorar la cortesía. No se imaginaba que su hijo sería parte de la nueva ola de artífices que terminarían de modernizar a México.
Con el paso de los años, González de León sería el autor de estructuras emblemáticas de la Ciudad de México como el Museo Rufino Tamayo, el Museo Universitario Arte Contemporáneo, el edificio del Poder Judicial de la Nación, el edificio del Infonavit y la famosa Torre Arcos Bosques 1.

Concreto

Entre 1947 y 1949, gracias a una beca, Teodoro González de León estuvo trabajando con el famosísimo arquitecto Le Corbusier quien, recordó, le enseñó más con silencios que con palabras.
En ese periodo,  Le Corbusier realizaba la Unité d’Habitation de Marsella, obra en la que el joven mexicano de 21 años de edad, colaboró como residente. 
La obra, una de las primeras en las que predomina el gris del concreto, revolucionó su entorno y su contexto histórico y social. Él mismo, recordó en su charla para el Conaculta, no captó de inicio el poder de la propuesta y junto con otros de los colaboradores le comentaron a Le Corbusier sobre el desprolijo terminado de las paredes.
Unas horas después el creador galo fue a supervisar los acabados y le dijo al contratista de la obra: “La brutalidad del concreto, habla”. Pocas palabras que dejaron una gran enseñanza en el futuro artífice de obras en la que la rugosidad del concreto dialogaría con la ciudad.
En el episodio de Historias de vida -emisión de Canal Once-, dedicado a la existencia y obra de Teodoro González de León, amigos, conocidos y colegas, coincidieron en señalar la visión integral del arquitecto que combinaba en sus proyectos urbanismo y artes plásticas apelando a la monumentalidad con un lenguaje moderno.
Obras como el Colegio de México, cuyo patio es el centro del conjunto y es necesario cruzarlo para poder llegar a cualquiera de sus áreas internas; el Museo Rufino Tamayo, construido en el Bosque de Chapultepec en un diálogo con la naturaleza; o la intervención del Auditorio Nacional, cuyo vestíbulo integra al espacio urbano y lo hace “entrar al edificio”, son ejemplos claros de la idea que lo regía: “La meta de la arquitectura es crear objetos útiles para que la sociedad los viva, pero también que esos objetos emocionen”.

El arte

Amigo de Octavio Paz y Juan Soriano, por mencionar sólo algunos, González de León siempre buscó estar rodeado de artistas y creadores de todos los ámbitos. Él mismo se había formado como pintor y grabador mientras estudiaba arquitectura ya que las consideraba disciplinas íntimamente ligadas.
Creía tan firmemente en que la arquitectura y las artes plásticas eran hermanas, que en varios de sus proyectos integró el trabajo escultórico del artista jalisciense, Juan Soriano.
En el vestíbulo del Auditorio Nacional, edificio que antes de su intervención era considerado como en el edificio más feo del mundo en la mejor esquina de México, está colocada La Luna, obra emblemática del periodo de madurez de Soriano que, además, da nombre y forma a los premios que entrega anualmente el recinto.
En la Torre Arcos Bosques I, conocida como “El pantalón”, se encuentra otra obra a la cera perdida de Soriano: Dafne, que retrata la historia de la diosa griega.
El diálogo interdisciplinario y su propia relación con artistas como Paz y Soriano, se hizo posible y fue fructífero porque los tres vivieron el periodo postnacionalista del arte mexicano en el que era importante que el país dialogara “de tú a tú” con el resto del mundo. 
El XX, señaló el arquitecto, “(Fue) Uno de los siglos más emocionantes desde el punto de vista del arte; desde el punto de vista histórico y político 
no fue muy emocionante. Más bien dramático”.
Ese drama, entre guerras mundiales y movimientos artísticos que sacaron el arte de los museos y lo llevaron a las calles, pero que también deconstruyeron la figura para abstraer la esencia, permitieron que en el estilo de una generación, y en el de González de León en particular, fuera posible el diálogo entre el pasado, el presente y el futuro.

Alistan homenaje nacional

El Homenaje Nacional que se realizará al arquitecto Teodoro González de León será “especial y nacional, a la altura y legado de la figura que representa”, dijo el secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa.
“Vamos a hacerle un planteamiento a la familia en las próximas semanas, cuando tengan mayor disponibilidad de personal, pero se continuarán con los homenajes programados en este año (a propósito de sus 90 años) y culminaríamos con un gran homenaje nacional. Lo que veo es que son muchos los actores que tienen que ver con la obra y la presencia de González de León, en el homenaje podríamos sumarlos a todos”, indicó el secretario a las fueras del Panteón Francés, en donde estaba siendo velado el reconocido arquitecto.
Tovar y de Teresa agregó que ya está en pláticas con Arquine, el Auditorio Nacional, con el INBA, para comenzar a gestionar el homenaje. “Nosotros coordinaríamos todas las propuestas. Incluso, ahora ya está listo un libro de Arquine, ya está en imprenta y se va a distribuir. Este tipo de cosas las vamos a reunir en un gran homenaje que se merece”, indicó.
Asimismo, explicó que se realizará en fecha posterior el homenaje que estaba programado para el 29 de septiembre. “Nos vamos a ajustar a (lo que indique) la familia”, dijo.  (Agencia El Universal)

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