Hemos crecido con la imagen idílica del adulto responsable y sano que bebe cada mañana jugo de naranja para dar a su cuerpo el necesario aporte de vitaminas. Pero los estudios, como este reciente publicado por Harvard Health Publications, insisten en que las vitaminas no son cosa de un trago, sino de una dieta que se distribuye a lo largo del día.
En nutrición no existe aquello de “ya está hecho”, y pese a que el jugo de naranja es una apuesta de gran valor nutricional, los expertos coinciden en que está sobrevalorado. Especialmente, para romper el ayuno.
El jugo de esta fruta tiene vitamina C, pero otros, como el pimiento rojo, le ganan por goleada, cubriendo el 200% de nuestras necesidades diarias de dicho macronutriente, mientras que 100 gramos de naranja (medio trozo de fruta) apenas llega al 120%.
“Los 250 ml que contiene un vaso de jugo nos aportan 97.5 g de la vitamina”, señala Marta Gámez, nutricionista y directora técnica del Grupo NC Salud.
Sin embargo, la experta nos advierte de que “el azúcar que contiene el jumo se considera azúcar libre”, cuyo consumo la Organización Mundial de la Salud limita a 50 gramos al día, estableciendo una “relación probable” entre la ingesta de jugos de fruta y la obesidad.
Así las cosas, si le da pereza exprimir el jumo cada mañana, despójese de la presión.
“No existe ningún componente nutritivo en el jumo de naranja que no se pueda conseguir a través de otros alimentos. De hecho, existen otras frutas más ricas en vitamina C que la naranja. Por ejemplo: por cada 100 g de fresas o de kiwi, tenemos 60 mg de vitamina C, que representan el 75% de las necesidades diarias”.
La nutricionista Laura Pire añade a la lista de frutas que pueden sustituir al jugo de cítricos la papaya y el mango.
“Funcionan igual de bien”.
Los beneficios de la vitamina C van desde ayudar a la sanación de heridas al mantenimiento de cartílagos, huesos y dientes, pasando por la producción de radicales libres que previenen cardiopatías, cáncer y trastornos como la artritis.