Para empleados de funerarias y panteones, el trabajar cerca de la muerte es algo que no esperaban, pero ahora es su forma de vida.
Señalan que los meses donde aumentan los servicios funerarios son de noviembre a febrero, teniendo en ocasiones de 100 a 120 servicios por mes.
La muerte de su padre lo llevó ahí
José María Ramírez Balderas, trabaja en una funeraria de Celaya desde hace nueve años, es el jefe de turno y además es técnico embalsamador.
Para él, un día de trabajo pueden tener hasta seis servicios en un turno; su función es estar a cargo de negociar los servicios.
Recuerda que tras el fallecimiento de su padre llegó a este trabajo al negociar con la gerente para realizar el pago y de ahí le dio la oportunidad.
“Desde un principio no me dio miedo, porque hay mucha gente que no aguanta, y además debemos saber cómo tratar a la gente porque hay muchas formas de tomar el duelo, y hay quienes llegan agresivos o no tienen ni idea de qué deben hacer”, platicó.
Una anécdota que tiene muy presente es una de hace cuatro años, donde un señor fue a solicitar un servicio pues se le había muerto su bebé; el cuerpo fue cremado, pero el señor nunca regresó por las cenizas.
“Lo fuimos a buscar a su domicilio, pero que ya no vivía ahí desde hace meses, y luego sí se escuchaba en las capillas como si estuviera jugando un niño”.
Después de cierto tiempo, acudieron a llevarlas al panteón.
Dentro de su trabajo se ha certificado como embalsamador, reconocimiento que recibió en Guadalajara avalado por la Universidad de Guadalajara y el ISSSTE.
“Cuando una persona fallece de causas naturales nosotros le llamamos una embalsamamiento natural, las arterias vienen a veces muy mal estado y hay que hacer cortes en diferentes partes; o la normal, que se preste el cuerpo para un orificio a un lado de la garganta y de ahí se trabaja. Para necropsias ahí hay que volver abrir, a veces las personas piensan que uno les saca todo a los cuerpos, sí, pero nada más para tratar los órganos para que se conserven y se vuelven a poner”.
Menciona que embalsamar es la preparación para que el cuerpo dure, por lo que se le sacan gases a través de un pequeño orificio en el abdomen que se conecta a un aparato llamado troquer que es como un aspirador que saca líquido y gases.